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La naturaleza del cambio climático
Cambio Climático | Este País | Harvey Locke, Brendan Mackey | 05.10.2009 | 0 Comentarios

Conservación de la naturaleza

Los procesos de unfcc necesitan una reorientación fundamental que integre los objetivos del Convenio sobre Diversidad Biológica. La palabra biodiversidad ni siquiera aparece en el Plan de Acción de Bali. Aunque la biodiversidad se menciona en algunos de los textos de conclusiones del Protocolo de Kyoto, es claro que este proceso no está diseñado para abordar su conservación. El concepto de gestión basada en el ecosistema está en la agenda de adaptación. Pero cuando se analiza la naturaleza durante las sesiones de negociación sobre cambio climático, normalmente se hace en el contexto de los impactos y no de la mitigación.

La falta de un enfoque para mitigar los impactos mediante la protección de los ecosistemas naturales ricos en carbono se aprecia en la manera en que los países ricos manejan su tierra. Dentro del Protocolo de Kyoto, las cuestiones de administración de la tierra para esos países se consideran dentro del tema político de “Uso del suelo, cambio de uso del suelo y silvicultura” (LULUCF, por sus siglas en inglés) (Protocolo de Kyoto, artículo 3.3). En este artículo se pide a los países ricos que reporten sus emisiones por deforestación, pero en el artículo 3.4, el reporte de emisiones por el manejo de los bosques es opcional. La definición de bosque, adoptada por el Protocolo de Kyoto es muy general y en consecuencia crea la posibilidad de permitir que un bosque natural biodiverso se convierta en un área de monocultivo, cuando esto es en realidad deforestación y degradación (es decir, agotamiento) de las reservas de carbono (Mackey et al., 2008).

Consistentes con el enfoque del Protocolo de Kyoto sobre los informes de cambios en las emisiones, las reglas vigentes no hacen énfasis en el valor de mitigación de proteger las reservas de carbono intactas presentes en los ecosistemas naturales de los países ricos y pobres. En realidad las normas actuales tienden a lo contrario en los países ricos –“El solo hecho de la presencia de carbono [debe] ser excluido del recuento” (LULUCF Decisión 16/CMP, 1). Sin embargo, si fuéramos serios en cuanto a disminuir las segundas grandes fuentes de emisiones, necesitaríamos encontrar maneras de evitar estas emisiones y mantener las reservas de carbono en todos los países. Esto puede hacerse mediante políticas públicas sin ningún intercambio de fondos, porque está en el interés de las naciones ricas actuar para proteger sus propios ecosistemas naturales para prevenir el cambio climático; pero también se puede realizar mediante incentivos financieros como “pagos por servicios ambientales” (Costa, 2009; Costa y Wilson, 2000).

REDD, un paso necesario pero insuficiente

Recientemente se ha impulsado un primer esfuerzo que reconoce el valor de mitigación de reducir el ritmo de las emisiones a la atmósfera por la deforestación y degradación de los bosques tropicales (el Programa de Colaboración de Naciones Unidas sobre Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los Bosques en los Países Desarrollados, REDD. Éste es un paso importante en la dirección correcta para proteger el carbono almacenado en los ecosistemas de los países más pobres. Sin embargo, las discusiones hasta la fecha se han centrado en una serie más estrecha de cuestiones como si los índices actuales de emisiones pueden reducirse, dando a entender que debe haber una deforestación y una degradación importante antes de que puedan recibirse las recompensas financieras. Es obviamente importante revertir esta deforestación y degradación; pero ¿dónde están las recompensas para las naciones que han estado haciendo lo correcto al proteger sus bosques primarios? Frecuentemente éstas luchan para financiar adecuadamente la protección de sus áreas protegidas, que son importantes para evitar que sus reservas de carbono sean alteradas por actividades ilegales como la tala.

Un asunto clave son los enfoques y mecanismos que deben adoptarse para financiar las acciones de REDD. Son muy importantes las discusiones sobre el uso potencial de los esquemas de crédito de carbono mediante los cuales los países ricos pueden compensar algunas de sus emisiones industriales a través de la transferencia de fondos a los países pobres –la propuesta es que los emisores de los países ricos ‘compensen’ un porcentaje de las emisiones de dióxido de carbono de sus fábricas y empresas, pagando a los países pobres para que mantengan en su lugar una cantidad equivalente de carbono verde reduciendo el ritmo de la deforestación y la degradación. Aunque es esencial hallar mecanismos para financiar la protección de la naturaleza en los países en desarrollo, no es claro que la adquisición de estas compensaciones sea lo más eficiente, justo y ecológicamente apropiado. Necesitamos reducir las emisiones de la quema de combustibles fósiles –una cosa no sustituye a la otra.

En los países en desarrollo que luchan por eliminar la pobreza y satisfacer las necesidades básicas de toda su población, los países ricos podrían y deberían ayudar buscando todas las opciones, incluyendo la integración del UNFCC y del CDB como parte de sus actividades de cooperación internacional. Por ejemplo, los países ricos podrían usar el Programa de Trabajo del cdb para transferir fondos a los países más pobres para programas cuyo objetivo sea proteger sus ecosistemas naturales. Esto se justifica dados los otros múltiples y fuertes beneficios para el clima, la biodiversidad y las ganancias en vida sostenible. Los “créditos de carbono” negociables son sólo uno de entre varios enfoques que deberíamos probar si trabajamos para encontrar soluciones sostenibles.

Una de las preocupaciones principales en las discusiones actuales de REDD es la estrechez del enfoque sobre los trópicos. El resultado es que las grandes cantidades de carbono almacenado en los ecosistemas no alterados, templados y boreales, no están siendo consideradas en el proceso de redd porque la mayor parte de estos bosques están situados en países ricos. Necesitamos una acción global inmediata para proteger estos ecosistemas ricos en carbono dondequiera que estén.

El proceso del Convenio sobre Diversidad Biológica (2009) ha establecido un Grupo de Expertos Técnicos ad hoc en diversidad y cambio climático que está explorando la relación entre las acciones de los dos convenios. Aunque ésta es una iniciativa importante, es un grupo técnico de trabajo que mantiene informado al CDB a través del proceso del unfcc, pero necesita complementarse con un nuevo pensamiento en el campo de las políticas públicas.

Actividades como las de REDD y las del Grupo de Expertos Técnicos son necesarias pero no suficientes. Es necesario que los políticos y ONG de alto nivel en todos los países presionen a los líderes para que reconozcan que el cambio climático, la extinción de la biodiversidad y la destrucción de las tierras silvestres tienen las mismas causas fundamentales y que se requieren soluciones coordinadas y holísticas.

Un llamado a la acción

La conservación de la naturaleza a gran escala es una estrategia de primer orden para la mitigación y la adaptación. Mantener el carbono verde almacenado en grandes áreas naturales intactas es una estrategia de conservación. La conservación de la conectividad de los ecosistemas es una estrategia de adaptación. Ambas hacen falta. Tales acciones son necesarias para abordar la crisis de extinción de la biodiversidad y preservar los servicios del ecosistema como el agua dulce de la que dependemos todos los seres humanos. Es tiempo de tener una visión holística de los convenios CDB y UNFCC llevándolos a la par para asegurar las acciones en las que uno ayudará al otro. Debemos asegurar que el carbono almacenado en bosques primarios, humedales, pantanos y otros ecosistemas intactos, permanezca en ellos. Los convenios UNFCC y CDB podrían ser vistos como dos partes de una totalidad inseparable.

La necesidad de una estrategia coherente para abordar el cambio climático que a la vez mantenga en su sitio al carbono verde almacenado en los ecosistemas silvestres naturales y logre los objetivos de reducción de las emisiones será el principal enfoque de WILD9, el Noveno Congreso Mundial de Tierras Silvestres que se celebrará en Mérida, del 6 al 13 de noviembre de 2009.

No tenemos ninguna ilusión de que el solo mensaje de WILD9 será suficiente para regresar a los esfuerzos internacionales en la protección del ambiente a sus orígenes en la Cumbre de la Tierra de Río. Pero podemos unir nuestras voces a la creciente demanda internacional de un enfoque más integrado. Alentamos a cualquier interesado en el futuro de nuestro clima y en el destino de la naturaleza silvestre a empezar a difundir y a debatir estas ideas y a unirse a nosotros en WILD9. Con autorización de The Wild Foundation, International Journal of Wilderness, vol. 15, núm. 2, agosto de 2009. www.wild.org.

Traducción: Alicia García Bergua / Este País.

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