Pertenecientes a cuatro series distintas, las obras de Héctor Ávila que aquí se reúnen proponen un movimiento cuyo sentido se sugiere en el nombre que comparten: Variaciones. Héctor no se limita a acumular sin intención vistas diversas de los objetos-tema de cada una de las series: sillas y bancas, ventanas, escaleras y un puente, respectivamente. Al contrario, comienza por presentar el objeto con aparente neutralidad, con mirada observadora presuntamente imparcial, para de pronto dislocar en una imagen nueva nuestro punto de vista, desplazarnos a una perspectiva diferente y colocarnos ante un enfoque inusual que nos permite ver a ese cuerpo inanimado en un giro, en un movimiento que al liberarlo lo revitaliza. Si el juego con los puntos de fuga y la disposición espacial engaña o no la vista, si el autor los trastoca o les aplica una curvatura en el espacio para desconcertarnos es algo que queda en el aire. El hecho es que un par de bancas, una escalera de caracol, una silla común de pronto se amplifican y se inclinan vertiginosamente para recordarnos que, incluso la más ordinaria y cotidiana de las cosas, existe para cambiar.
Como el jugador de cartas que finge inexperiencia para aventajar al oponente, Héctor nos invita a bajar la guardia. Con el título de Variaciones y las obras introductorias de sus series establece las reglas de un juego que más tarde, en un golpe de efecto, trasgrede y saca de balance. Una manera válida de alertar los sentidos, desplazar nuestros centros de gravedad, redirigir la atención del espectador. Y ¿no es éste uno de los fines del arte: desajustar las cosas del mundo, darles proporciones innovadoras, tonalidades inesperadas, poderes de sugerencia distintos para mantenerlos vivos? Este desfasamiento entre la realidad cotidiana y la verdad del arte es el que presenciamos, de una imagen a otra, en las Variaciones de Héctor Ávila. ~
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