Tuesday, 16 April 2024
Artículos relacionados
La corta vida de Ernesto Sabato
Almanaque | Cultura | Cecilia Künhe | 02.06.2011 | 1 Comentario

La vida es tan corta
y el oficio de vivir tan difícil,
que cuando uno empieza a aprenderlo,
ya hay que morirse.

Según el almanaque, falleció el 30 de abril del año 2011. Y entre la tristeza de la pérdida —nadie sabe qué decir cuando la muerte ya dijo la última palabra—, muchos escribieron que se había ido el último gran maestro de la literatura argentina. Y que si el aliento le hubiera alcanzado para llegar hasta el 2 de junio, hubiera cumplido cien años. Todos esos festejos, las ferias del libro que ya ostentaban con gusto la centena, los libros de homenaje a punto de salir, los carteles, las lecturas y los discursos celebrándolo, se quedaron pasmados. Guardados en armarios y cajones. En algún túnel de la memoria. Ese que solamente sirve para recordar a Ernesto Sabato.

Testigo y paradigma de su tiempo, su fallecimiento, en su casa —adecuadamente llamada Santos Lugares—, le dio también otro sentido a la vida de este escritor emblemático de la literatura argentina.

Nacido en Buenos Aires, Ernesto Sabato primero estudió Física y Matemáticas en la Universidad de La Plata. Después viajó a París y entró en contacto con el surrealismo. Aquélla fue una experiencia trascendente para su vida y posterior vocación. Apoyándose en el lenguaje del inconsciente y en los métodos del psicoanálisis, decidió permitir que la ciencia se le perdiera un poco y así encontró la literatura. “Yo creo que la verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía —dijo alguna vez—, pero no para la vida. En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza cuentan más.”

Después de París —porque ya sabemos que nada es igual después de París—, ya de vuelta en Argentina, se dedicó a escribir. Poco a poco se convirtió en un maestro en el arte de las palabras. Con frases cortas, declarativas, desprovistas de ambigüedad, certeras e inteligentes, Sabato creó una obra de un profundo contenido intelectual con un estilo brillante, inquietante y asuntos incómodos como todas las verdades: la dificultad para separar el bien del mal, el eterno concubinato del amor y la muerte y la sombra imperceptible de la locura, la que nubla de manera sutil hasta los días más iluminados.

Sabato no tenía ningún interés en la fama, la fortuna y el prestigio del escritor. “Nunca me he considerado un escritor profesional, de los que publican una novela al año. Por el contrario, a menudo, en la tarde quemaba lo que había escrito a la mañana”, declaró una y otra vez para referirse a una obra que marcó las generaciones de los sesenta y setenta. Según él mismo, El túnel fue la única novela que quiso publicar, y para hacerlo debió sufrir amargas humillaciones. “A nadie le parecía posible que yo me dedicara a la literatura.”

Lejos de asumir un rol rebelde o cómodo, Sabato fue autor de solamente tres novelas: El Túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abbadón el exterminador (1974). Hubo ensayos, apuntes y poemas escondidos. No hizo caso a quien le pedía más, no le gustaban las entrevistas. “Me ha costado muchos años llegar a ciertas conclusiones y he necesitado muchas páginas para expresar mis ideas. No quiero que por resumirlas en tres líneas se desvirtúen o vulgaricen. O escribo un ensayo que puede resultar tan gordo como una enciclopedia, o mejor me callo y no digo nada”, cuentan que solía decir a los reporteros.

Muchos opinan que Sabato estuvo cruzado por sus propias contradicciones —¿y quién no?— y que aquello se notaba en sus personajes literarios —Dios les conserve la inteligencia a tan finos lectores.

Lejos del boom latinoamericano y con esa condición de científico renegado —y de ser y no ser uno con el universo—, a Sabato se le acusó y se le calificó de todo. Si bien siempre se adhirió a los procesos revolucionarios, se mantuvo expectante y atento a cualquier asomo de totalitarismo. Para él había dos principios inapelables: “Sin libertad no vale la pena vivir, todo se corrompe y degrada, los seres humanos se convierten en abominables esclavos. Sin justicia social no hay futuro posible en el mundo, y el que no vea esto no entiende nada de lo que pasa”. Por eso levantó la voz cada vez que supo de un atropello y criticó lo mismo a los socialismos reales que al capitalismo norteamericano. Con ello, se ganó también detractores: “Hice un negocio redondo —dijo en una entrevista en 1995—, los reaccionarios me siguieron llamando comunista y los comunistas, reaccionario y traidor. Desde entonces retomé mi ideal anarquista, que, en mi caso, es una especie de anarco-cristianismo, como fue el de Tolstoi, el de Emerson y el de Camus”.

Criticado por reunirse con el general Videla cuando asumió la dictadura argentina, Sabato, sin embargo, fue crítico del régimen y sobre todo de las violaciones a los derechos humanos cometidas en ese periodo. “No hay malas o buenas violaciones, aunque sean cometidas en nombre de grandes ideales, Dios o el socialismo, la patria o la justicia social, y sobre todo si se cometen en nombre de grandes ideales”, declaraba en 1978. Su actitud le sería reconocida más tarde por el presidente Alfonsín, quien lo pondría a la cabeza de la comisión que investigó las desapariciones y los delitos contra los derechos humanos.

Al final de su vida, los ojos le fallaron y decidió pintar, pero guardaba notas y dictaba cartas. Una de ellas, justo cuando Estados Unidos declaró la guerra a Irak, se publicó en varios periódicos de Latinoamérica en 2003 y estaba dirigida a los niños. Titulada Carta por la paz, dice lo siguiente:

Queridos chicos:
Ustedes saben, han tenido que aprender cómo el poder gana, cómo los hombres matan por el poder. Han tenido que aprender, lo ven por televisión, la atrocidad de los bombardeos, de las masacres, de la miseria, del horror que trae la guerra a quienes la padecen.

Saben también que otros chicos como ustedes verán morir de dolor a sus padres, a sus hermanitos. Pero eso no importa al poder. También saben que millones y millones de hombres y mujeres han manifestado por las calles del mundo su deseo de paz, su oposición a esta guerra. Y eso tampoco parece haber importado al poder. Entonces, ante la gravedad de la situación en que vivimos, vengo a testimoniarles que habremos de permanecer en la decisión de no aceptar la guerra, de no resignarnos a ella. Hay que mantener, queridos chicos, encendida en el alma la llama de este dolor de la humanidad y ser fiel. Si esta determinación permanece, será inquebrantable. Podrán hacer la guerra, pero han de saber que son asesinos, que así los llamarán los chicos del mundo. […]

En todos los idiomas paz es una palabra suprema y sagrada. Expresa el deseo de Dios para los hombres. El deseo de un reino de paz y justicia, la paz y la justicia que estamos acá para reclamar y testimoniar.

Así, Ernesto Sabato, el hombre que una vez dijo que sólo hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse, nos regaló palabras sin destinatario geográfico ni fecha de caducidad. Nada más el universo entero y para el tiempo completo entre el ayer y lo que venga.

——————————
cecilia kühne (Ciudad de México, 1965) es escritora, editora y periodista. Cursó la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la unam y estudios de maestría en Historia de México. Editó la sección cultural de El Economista por más de seis años. Fue directora del Museo del Recinto a Don Benito Juárez y becaria del fonca. Es coautora del libro De vuelta a Verne en 13 viajes ilustrados (Editorial Universitaria de la Universidad de Guadalajara, México, 2008).

Una respuesta para “La corta vida de Ernesto Sabato
  1. Acapa de commentar (dos veces) sobre Cecilia Künhe en mi facebook. Porque? Por que esta escritora es una maravilla.

Dejar un comentario



Darse del todo al Todo sin hacernos partes
Este texto estará disponible en el transcurso del mes. Por favor, visite el sumario general o el sumario del suplemento de Cultura regularmente. Los títulos subrayados indican que el artículo completo ya está disponible. Suscríbase a Este País y reciba la versión impresa cada mes a la puerta de su casa o cómprela con su […]
Y el cocodrilo hacía poesía
Y de pronto resulta que han pasado cien años. Y así el horizonte sea negro, la tempestad furiosa, el sol esté nublado y ausente toda la poesía, todavía tendremos el recuerdo. Y con él vamos a hacer un homenaje. En esta ocasión al nacimiento de Efraín Huerta. Poco tiene que ver con el nombre del […]
¿Qué harás todos los días desde que no te veo? In memoriam: José Emilio Pacheco (1939-2014)
El 26 de enero pasado llegó la triste noticia de la muerte de José Emilio Pacheco. Siempre sentiremos que fue una despedida prematura, que hicieron falta reconocimientos, poemas, traducciones, ensayos, vida. Pero en la estela que dejó por este mundo encontraremos, cada vez que los busquemos, los versos y las palabras necesarias para dar con […]
Una ventana, una puerta, un asomarse de modo distinto
El sabio es como lumbre o hacha grande, espejo luciente y pulido de ambas partes, buen dechado de los otros, entendido y leído; también es como camino y guía para los demás. El buen sabio, como buen médico, remedia bien las cosas, y da buenos consejos y doctrinas, con que guía y alumbra a los demás, […]
José Emilio Pacheco (1939-2014)
El equipo de Este País lamenta profundamente el fallecimiento del gran escritor José Emilio Pacheco, amigo y colaborador de esta casa, y se une a la pena que embarga a su familia. Foto: Rogelio Cuéllar
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (144.661)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (59.503)
...

Con toda la barba (37.957)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (27.137)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (22.902)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez