Quizás una de las cosas que más llama la atención en la obra plástica de Annie Meza, particularmente en la que aquí recogemos, es el alto contraste que sugiere entre la naturaleza material y la capacidad conductiva de un cuadro, entre la vía y el destino.
En muchas de las obras de Annie Mezza la materia física es descollante. El tratamiento del óleo, el acrílico y otras pinturas no es sutil. La artista no trabaja con el fin de extenderlos lienzo adentro, de volverlos parte de sus paisajes. Al contrario, los acopia a flor de piel, los mantiene en un estado elemental, casi escultórico, de este lado de la tela. Son sobrerrelieves del arte de la pintura. Están ahí para ser vistos, tocados, escuchados.
A veces, Meza incluso complementa este trabajo con rayones evidentes. Como si la irrupción del cremoso óleo en la realidad no bastara, añade precipitadamente unos trazos y así declara: “Éste es un objeto”. O bien hace un collage en el que la variedad de técnicas conciliadas llama la atención sobre los materiales.
En otras obras, en cambio, la artista reduce a su mínima expresión la condición física de su materia prima. No le otorga al óleo el privilegio del volumen: lo dispersa y lo limita a las dos dimensiones. No permite que el acrílico escurra y deje marcas a su paso. Y sin volumen ni acción la materia pierde algo importante de su índole física.
Más aun, Meza gusta de convertir esta materia diluida en miradores. Muchas veces, sus pinturas sugieren o de plano presentan puertas, ventanas y otras aberturas. Y las aberturas son vías, el encuadre de algo más. Importa menos su aspecto y su materia que el hecho de que asoman.
¿Qué pasa cuando un cuadro reúne estas dos condiciones —que es de hecho lo que hace cualquier cuadro? Las pinturas de Annie Meza se refieren claramente a la tradición plástica. Reinterpretan lo mismo el arte rupestre empezando desde la base, la roca, que el surrealismo europeo y en particular el español. Pero cuando vuelven la vista sobre su propia condición, cuando se declaran contundentemente medio y a la vez paisaje, signo descompuesto en sus componentes, nos recuerdan que son hijas de su tiempo. ~
Muchas gracias Kathy García Krasovsky, un beso!
Annie, muchas felicidades, tu obra es increible, relamente me gusta mucho la expresion que le das a cada una de tus pinturas. Te felicito y te deseo mucho exito!