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Crónica de una elección singular
Este País | Zoé Robledo | 01.08.2012 | 0 Comentarios

Esta es la narración de una apuesta atípica. Es el singular recorrido para definir la candidatura al Senado de la República de la Coalición Movimiento Progresista en el estado de Chiapas. Una candidatura en la que desfilaron cuatro candidatos, 16 impugnaciones y las respectivas sentencias del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Es la crónica de una campaña de solo 13 días, de un candidato que no apareció en la boleta electoral y no obstante alcanzó un escaño con cerca de medio millón de sufragios. Es la crónica de un candidato no militante. Es historia reciente, vivida y narrada en primera persona.

©iStockphoto.com/FotografiaBasica

En primera persona

En 2010 fui candidato a diputado local por la Coalición Unidad por Chiapas conformada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Partido Acción Nacional (PAN), el entonces Convergencia y Nueva Alianza. Mi candidatura fue por el Distrito XVII, de la Sierra Madre de Chiapas, donde están mis orígenes y muchos de mis propósitos. El eje de mi campaña fue la atención ambiental a esta región ecológicamente estratégica para el estado de Chiapas y el país. La propuesta fue, y es, la de convertir la generosa aportación biótica de la Sierra Madre en una economía más digna para sus habitantes.

La propuesta funcionó, no solo porque era novedosa sino también pertinente. Al comprometer un trabajo legislativo enfocado en la naturaleza y su vinculación con la sociedad y la economía, la opinión electoral se tornó favorable y alcancé, con el trabajo de un reducido pero entregado equipo, la victoria, siendo el candidato de la Coalición que más votos obtuvo en dicho proceso electoral local.

En mi participación en la elección al Senado, el asunto fue distinto. Para empezar, no había considerado la posibilidad de competir por un escaño. Aspiraba a un espacio de representación proporcional en la Cámara de Diputados federal, para lo cual me registré como precandidato externo del PRD, a cuya fracción parlamentaria me había sumado como legislador; esta fracción me llevó a ocupar la Presidencia de la Mesa Directiva del Congreso de Chiapas.

Conforme el PRD desahogaba su proceso interno, una noticia daba prácticamente por concluidas mis aspiraciones. El 20 de febrero, en su Consejo Nacional, el partido anunciaba que en las posiciones plurinminales no habría candidatos externos.

Hubo ofertas de otros partidos que inmediatamente decliné. Tenía claro que el asunto no era asegurar una posición política sino construir una trayectoria desde la izquierda, en las posiciones progresistas y socialmente comprometidas que requiere un estado como Chiapas.
Decidí aportar lo que de mi parte estuviera para el éxito de la coalición de las izquierdas, y continuar mi labor como diputado local.

Una candidatura en tribunales

En un esfuerzo por reagrupar fuerzas y mantener una mermada unidad en el estado, el prd resolvió sus candidaturas a los puestos de elección federal y designó a Juan Carlos López Fernández como candidato de la primera fórmula al Senado. Inmediatamente hubo precandidatos que consideraron vulnerados sus derechos con esta designación y presentaron en los primeros días de abril diversas impugnaciones ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), por considerar que no se había respetado el procedimiento interno de selección.

El 27 de abril, la sala regional de Xalapa del TEPJF resolvió esas impugnaciones revocando la designación de López Fernández y ordenando que la Comisión Política Nacional del PRD nombrara un nuevo candidato de entre quienes se registraron en el proceso interno para contender por esa posición.

Las campañas electorales cumplían casi un mes de iniciadas y la Coalición Movimiento Progresista se quedaba en Chiapas sin candidato al Senado. Los acuerdos internos para transitar en las elecciones locales y federales en unidad estaban en riesgo. Durante esos días participé en una serie de acercamientos entre el prd local y la dirigencia nacional para reencausar los acuerdos y evitar una división aún más profunda.

El 4 de mayo, la Comisión Política Nacional del prd, acatando la resolución del TEPJF, designó a Magdalena Torres Abarca como nueva candidata e hizo énfasis en que con esta nominación concluía el proceso interno de selección.

El 9 de mayo, por segunda ocasión, el IFE aprobaba el registro de la primera fórmula al Senado por Chiapas de la Coalición Movimiento Progresista. Sin embargo, un día después, en pleno día de las madres, Magdalena Torres Abarca presentaba ante el PRD nacional su renuncia a esa candidatura argumentando problemas de salud.

Transcurridos 41 días de campaña, nuevamente la coalición de las izquierdas se quedaba en Chiapas sin candidato de la primera fórmula al Senado.

Esta renuncia desató rumores, interpretaciones y lecturas políticas diversas. Lo cierto era que nuevamente se debía nombrar candidato a esa posición, ahora con carácter de urgente por el tiempo de campaña transcurrido. Políticamente, el nombramiento debía recaer en quien pudiera garantizar los acuerdos de unidad que se habían establecido desde la nominación de Juan Carlos López Fernández.

Invitación de la Comisión Política Nacional y designación de mi candidatura

En un escenario complejo el 12 de mayo la Comisión Política Nacional del PRD se reuniría de manera urgente a fin de designar un nuevo candidato para la posición vacante. Ese día recibí la invitación del presidente del PRD nacional, Jesús Zambrano, para ocupar la candidatura. Me explicaba en su invitación los puntos favorables de mi postulación y me pedía una respuesta pronta para hacer la propuesta formal ante la Comisión Política Nacional.

©iStockphoto.com/Igor Lale

Al tanto del antecedente de las impugnaciones, ponderé cuidadosamente la invitación: por un lado hice una evaluación política de la pertinencia de mi candidatura; por otro, un análisis jurídico, ya que no podía aceptar una candidatura que atropellase los derechos de los chiapanecos militantes de izquierda.

El sustento de mi postulación lo daban los propios estatutos del PRD, y en particular dos artículos: el 273, que establece que ante la ausencia de candidatos para ocupar algún cargo de elección constitucional la Comisión Política Nacional tiene la facultad de hacer la designación de manera directa, máxime si existe riesgo de que el partido se quede sin registrar candidatos, y el Artículo 311, que establece que, de forma excepcional, aplicará la suspensión del procedimiento de elección interna solo en los casos en los que se integre una personalidad de la sociedad civil que no haya manifestado públicamente su aspiración a la candidatura o que no haya sido promocionada públicamente por cualquier organización.

Restaban únicamente 49 de los 90 días de campaña. Los tiempos demandaba postular a la brevedad candidatos competitivos. Además, en aquel momento, era inminente que el IFE iniciara la impresión de las boletas electorales, por lo que existía el riesgo de que, si se tardaba la decisión, el nombre del candidato al Senado no apareciera en la boleta, como sucedió finalmente.

Con sustento estatutario, se propuso ante la Comisión Política Nacional mi candidatura, por considerar que además de cumplir con los requisitos de elegibilidad, contaba yo con experiencia legislativa y vigencia en el ánimo del electorado —vigencia que me había otorgado mi condición de diputado local, de presidente del Congreso en los meses previos y, añadiría la Comisión Política Nacional, mi asiduidad en el quehacer periodístico. Acepté la invitación y la CPN aprobó mi designación y la de mi suplente, el reconocido biólogo y ambientalista Froilán Esquinca Cano.

El 16 de mayo, el Consejo General del IFE aprobó por tercera ocasión el registro de la primera fórmula al Senado de la Coalición Movimiento Progresista por el estado de Chiapas. Me convertía a partir de ese momento en candidato al Senado por mi tierra natal.

El inicio del largo proceso de impugnaciones contra mi candidatura

De inmediato organicé mi equipo de campaña. El reto era hacer llegar nuestra propuesta al mayor número de ciudadanos, con la mayor profundidad y en el menor tiempo posibles. Chiapas es un estado complejo por su geografía, por su multiculturalidad y por su diversidad política; 122 municipios, 24 distritos locales y 12 federales eran nuestro desafío para los siguientes 41 días.
Debo resaltar que el 16 y 17 de mayo dos de los personajes que habían combatido la candidatura de Juan Carlos López Fernández también interpusieron impugnaciones contra la designación de Magdalena Torres Abarca. El 18 del mismo mes, uno de ellos presentó una ampliación a su demanda (jdc-1104/2012), pero ahora contra mi designación. A las pocas horas se acumuló otro expediente. Las impugnaciones continuaban.

Tengo muy presente que, tras haber iniciado mi campaña el 20 de mayo en el municipio de El Porvenir, en lo alto de la Sierra Madre, tuve que trasladarme a la ciudad de Xalapa, para realizar la defensa jurídica contra las impugnaciones en mi contra.

Balazo-robledo-256

Como parte de mi defensa, tuve la oportunidad de entrevistarme con las tres magistradas integrantes de la sala regional de Xalapa del TEPJF. Les hice saber de viva voz mis argumentos a favor de la tesis de que mi candidatura externa era jurídica y políticamente válida. La charla con las magistradas fue cordial y en lo personal sentía que había dejado firme mi opinión.

Ese mismo 23 de mayo, al terminar las entrevistas con las magistradas, me dirigí a la Ciudad de México para preparar un documento más de mi defensa, que aún estaba en el plazo legal, y de ahí volver de inmediato a Chiapas a retomar mi campaña. Durante el trayecto, pasadas las diez de la noche, mi abogado llamó para decirme que justo en ese momento se efectuaba una sesión extraordinaria en la sala regional para resolver las impugnaciones en mi contra.

Mi sorpresa fue mayor, no solo porque aún contaba con tiempo para hacer valer un escrito en mi defensa, sino porque la sentencia fue publicada a las diez de la noche, mientras que los estrados dieron cuenta del cierre de la instrucción (término jurídico que indica que el magistrado ponente cuenta con los documentos necesarios para dictar sentencia) a las diez de la noche con quince minutos. La sentencia se dictaba antes de que la magistrada ponente declarara que ya estaba en posibilidad de hacerlo.

En su resolución, la sala regional descalificó mi candidatura con el argumento de que no había estado inscrito en el proceso interno, y ordenó que se nombrase un nuevo candidato de la Coalición Movimiento Progresista al Senado, tomando en cuenta solamente a los precandidatos registrados.

No puedo negar el mal sentimiento que me generó esta decisión, tanto por su forma como por sus argumentos. Se trataba de una resolución que no hacía justicia, que vulneraba no solo mi derecho sino también el de los ciudadanos que, sin militar en partido alguno, veían cerrada la oportunidad de participar en un instituto político con amplia tradición de candidaturas externas. Además, no podía explicarme cómo a una disposición expresa de los estatutos del prd sobre el modo de seleccionar sus candidatos en circunstancias no ordinarias, las magistradas anteponían supuestos derechos sin haber declarado improcedentes o ilegales las disposiciones estatutarias internas.

Consciente de que era poco frecuente revertir una sentencia del TEPJF, decidí controvertir la resolución de la sala regional.

©iStockphoto.com/Clifford Mueller

La reconsideración ante la Sala Superior del TEPJF

Tanto la Presidencia Nacional del prd como quien esto escribe presentamos recursos de reconsideración ante la Sala Superior del TEPJF (sup-rec-42/2012 y sup-rec-43/2012).

Interpretando el Artículo 41 constitucional y el Artículo 46 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, afirmamos que la sentencia dictada por la sala regional de Xalapa dejaba sin aplicación las normas internas del PRD, vulnerando los principios constitucionales de autoorganización y autodeterminación de los partidos políticos. Situación grave, ya que los estatutos de cualquier partido político podían ser puestos de lado por los tribunales, cuando una de las misiones sustantivas de ellos es garantizar que se cumplan.

Mientras se promovían estos recursos, el PRD nombraba un cuarto candidato a la senaduría por Chiapas, Martín Ramos Castellanos.

El 7 de junio, la Sala Superior del TEPJF resolvió los recursos que promovimos tanto el prd como quien esto narra. En su sentencia, reconoció que su sala regional de Xalapa efectivamente pasó por alto disposiciones expresas de los estatutos del PRD y ordenó que el partido eligiera nuevamente, pero ahora con total libertad, a sus candidatos de la primera fórmula al Senado. El PRD debía elegir entre quienes cumplieran con los requisitos constitucionales, legales y estatutarios; no era necesario haber estado inscrito en el proceso interno, e incluso, conforme a los estatutos, podía elegirse a candidatos externos. Todo ello a solo 20 días de culminar las campañas políticas.

Desde mi perspectiva, la resolución del TEPJF es sobresaliente, ya que fortaleció el sistema de partidos al defender los principios de autoorganización y autodeterminación partidista. Resulta significativo que con esta sentencia se sentó jurisprudencia, misma que servirá de precedente para futuras determinaciones del TEPJF.

En cumplimiento a la sentencia, la Comisión Política Nacional del PRD me designó nuevamente candidato de la primera fórmula al Senado, con el voto unánime de los nueve consejeros asistentes. El Consejo General del IFE ratificó, una semana después, el 14 de junio, el registro de mi candidatura. Era nuevamente candidato, pero ahora solo contaba con 13 días para realizar mi campaña, esto es con un déficit de 85.6% frente a los demás candidatos.

Los trece días de campaña: el reto político y electoral

La lógica de mi campaña era la misma que en su primer arranque: máxima cobertura y profundidad en el menor tiempo posible, aunque ahora las condiciones eran extremas.
En el momento de retomar la campaña no existían sitios disponibles, como bardas y anuncios espectaculares, para promocionar mis propuestas, los talleres de impresión en el estado se encontraban saturados y muchos de lo operadores políticos aliados estaban ya comprometidos.
En el estado había campañas de 4 candidatos a la presidencia de la República, 4 a gobernador del estado, 7 al Senado, 51 a diputados federales, 103 a diputados locales y más de 600 a presidentes municipales. Había casi 800 campañas en el estado al momento de arrancar la mía. Era imaginable que no hubiera un solo poste o un espacio adecuado para la promoción política que no estuviera ya ocupado por algún otro candidato.

Reconocí que esas aparentes dificultades eran en realidad parte de nuestras fortalezas. Decidí hacer una campaña de ideas, no de pendones; de propuestas, no de bardas. Una campaña sin basura electoral, una que favoreciera los medios alternativos.

Hicimos un gran esfuerzo para hacer llegar primero la noticia de mi candidatura y paralelamente mis propuestas, explicando, además, que mi nombre no aparecería en las boletas. En la matemática electoral, debíamos comunicarnos e impactar a dos millones de electores al menos, con la suficiente profundidad para convencerlos.

A la campaña de tierra debíamos sumar medios masivos y no convencionales. Como no había espacios para anunciarse nos decidimos por la publicidad móvil —hasta bicicletas con nuestra imagen y mensaje utilizamos. En lugar del tradicional perifoneo de vehículos que recorren las vialidades, conseguimos una pequeña avioneta Piper J3 modelo 1939, el avión más antiguo que vuela en México. Con el equipo de sonido adecuado, en unas cuantas horas logró difundir nuestra propaganda en distintas ciudades y localidades del estado, convirtiéndose en un emblema de nuestra campaña.

Solidariamente, recorrimos el estado con otros candidatos de la Coalición Movimiento Progresista. Formamos un grupo de 23 operadores regionales para focalizarnos en la promoción del voto en 325 secciones electorales prioritarias dentro del plan estratégico de la izquierda en el estado. Organizamos brigadas de jóvenes para que, casa por casa, distribuyeran nuestra propaganda en los municipios y ciudades de mayor peso electoral.

Por su singularidad, nuestra campaña fue retomada por la radio y la televisión. La prensa igualmente dio cuenta de nuestra actividad cotidiana y logramos contar en esos breves días con una importante caja de resonancia de nuestras actividades, lo que nos permitió impactar a un número mayor de electores.

Pie a tierra, transité los cuatro puntos cardinales del estado, de Ostuacán en el norte a Tapachula en el sur, de la Sierra a los Altos, del espacio urbano a las comunidades rurales e indígenas.

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Impugnaciones que no concluyen

Aun en campaña, recayeron más de cinco nuevas impugnaciones. Todas se resolvieron a mi favor a lo largo de esos trece días, en los que tuve que compaginar mi recorrido proselitista con comparecencias en la sala regional de Xalapa.

En su sesión del 27 de junio, último día para las campañas políticas, la sala regional de Xalapa resolvió la mayoría de los recursos interpuestos contra mi candidatura. Fue hasta la noche del 28 de junio, mediante el acuerdo por unanimidad que emitió la Sala Superior del TEPJF respecto al último recurso que había en mi contra, que concluyó el proceso que ratificó que en todo momento a mi candidatura la había asistido la razón.

A manera de epílogo

El primero de julio los chiapanecos votaron. La izquierda recibió para el Senado de la República 476 mil 480 sufragios, el 23.59%. Se convirtió en la segunda fuerza electoral en el estado y, por tanto, tuvo derecho a un senador de primera minoría.

En Chiapas hay una fuerza de izquierda latente que, a pesar de las coyunturas, se mantiene como una voz y un proyecto político vigente. El resultado de la votación es multicausal y, sin duda, en él influyó de manera importante la candidatura de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República.

Múltiples batallas jurídicas, un arduo trabajo político, el cada vez más depurado andamiaje institucional del sistema judicial mexicano y el resultado electoral me dan hoy la oportunidad y el honor de ser un ciudadano representando a mi estado en el Senado. Las lecciones que me dejó esta singular candidatura sobre nuestro sistema de partidos serán, necesariamente, parte de mi agenda legislativa.

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ZOÉ ROBLEDO es politólogo. Colabora en el periódico Reforma y obtuvo el Premio Nacional de Periodismo 2008.

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