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Preparación para la cena
Cultura | Este País | Mirador | Eduardo Langagne | 01.08.2012 | 0 Comentarios

Cuando la Indeseada llegue
(No sé si dura o cariñosa),
Tal vez yo tenga miedo.
Tal vez sonría, o diga:
–¡Hola, ineludible!
Tuve un buen día, puede ya caer la noche.
(La noche con sus sortilegios.)
Encontrará labrado el campo, la casa limpia,
La mesa puesta,
Con cada cosa en su lugar.

“Merienda”, Manuel Bandeira

Estudio de Carlos Fuentes, Rogelio Cuéllar, 2012.

La fotografía captada por Rogelio Cuéllar en el estudio de Carlos Fuentes el día de su fallecimiento, posó su luz instantánea sobre el recuerdo del poema que adopto como epígrafe. El inmenso poeta Manuel Bandeira, amigo de los días diplomáticos de Alfonso Reyes en el Brasil, en la inaprehensible ciudad de Rio de Janeiro y muy exactamente en la entrañable Rua Laranjeiras, lo escribió en los mismos años en los que el muy joven Carlos Fuentes conversaba con el polígrafo mexicano de muchas cosas más allá de regiones transparentes y soles de Monterrey.

El poema, profundo, no resignado sino dispuesto, nos ofrece la genuina confianza en el orden, en el trabajo constante y pertinaz llevado con objetivos definidos hasta donde el horizonte permite alargar la vista. El esfuerzo permanente como detonante de la eficaz expresión literaria.

La ruta es advertir, sentir, razonar y apropiarse de las posibilidades de expresión, adiestrarse en el oficio, anotar con cuidado las tareas de mañana sin atender la incerteza, sin premeditar en los obstáculos que podrá ofrecer su desarrollo. Todos los días habrá algo nuevo por hacer, una actividad en el camino ágil o tortuoso pero siempre dispuesto a admitir el paso firme de una voluntad que no escatimará el esfuerzo. El trabajo es igualmente recompensa para quien supone un largo trayecto o para quien sabe que no es posible determinar la distancia que lleva hacia el destino.

Una imagen donde un hombre anota la biografía de su novela ofrece mucho de su propia biografía. No hay improvisación. No imaginamos que el plan estructurado de la escritura en avance, el programa que ha trazado el escritor para tener a la vista, quedará pendiente cuando la ineludible venga a realizar su visita inoportuna.

Cuando tuvimos oportunidad de escuchar a Fuentes decir que su obra era un continuo, pudimos entender que el natural inicio fue la primera frase escrita, publicada o no, y habría de culminar con las palabras trazadas en las horas anteriores a la llegada —dura o cariñosa— de la inevitable. Su obra empezaría públicamente con una frase y culminaría en un momento impredecible. Algunos se interesarán en saber cuál fue la última cosa que escribió, la corrección última, la palabra postrera…
La fotografía alienta un momento sensible para citar palabras de Fuentes, enseñanza que en el momento actual tiene una vigencia emocionada: “México es mi herencia, pero no mi indiferencia”.

Y si el baile del Centenario ha quedado pospuesto —como se postergó la celebración o conmemoración que en 2010 debió incluir y propiciar una reflexión más honda, más allá de la efeméride—, vemos en el esquema de Carlos Fuentes, anotado en mayo de 2012, cómo tres tintas marcan momentos y estructura que el hombre trabajador, el escritor de oficio cotidiano habrá de seguir. Nos rondarán las preguntas del anhelante: ¿Madero invocará nuevamente a los espíritus? ¿Obregón recibirá cañonazos de cincuenta mil pesos en su mano franca? ¿Villa estará sentado en la silla incómoda? ¿Zapata mirará con recelo el horizonte incierto que habrá de desatar las tempestades?

El cartón, la caricatura enmarcada a la izquierda, es humorístico. Pero en una inquietante dualidad puede hacernos concebir la pregunta de si tiene solo este significado burlesco o si alude a una realidad feroz, impactante, desoladora, que vivimos ahora y rebasa los lindes de la cordura. ¿Quién será el siguiente en perder la cabeza con la hoja del barbero?

¿Habrá pensado Fuentes en pasar a los personajes de la historia por el filo de su pluma? ¿Será que la imagen de la caricatura enmarcada tomaría parte en la historia? La agudeza de Fuentes seguramente sabría utilizar la navaja del barbero para tajar el lápiz de la escritura.

El baile del Centenario anota personajes que ya no conoceremos. Mantendremos siempre en la imaginación lo que habría de suceder de madrugada, si algo brotaría de la palabra madrugada; especularemos sobre los paisajes producidos por el valle nacional y si acaso la madre conversará con el hijo o el hijo convencerá a la madre; intuiremos el papel protagónico de los obreros, como en las luchas de la primera veintena del siglo XX; ya no sabremos del papel de los campesinos o de la acción de los indios yaquis en el ritual vigoroso del venado, que suena huesos y tambores con un viril movimiento, ágil y alerta. Una palabra más se asoma entre las notas de Fuentes: exilio, el siempre inconcebible y doloroso, el siempre irracional exilio. Fuentes nos había ya hecho recordar “el tiempo en que no había fronteras”, cuando “todos llegamos de otra parte”; y también que “los indios fueron los primeros poetas, cantaban con las palmas de las manos para enumerar las metáforas del mundo”. Y a partir de la voz de los poetas de nuestra lengua náhuatl, puntualizó que “respiramos el gran canto poético de la brevedad de la vida”.

La foto muestra que esa mañana, cuando la ineludible llegó, encontró la mesa puesta, con cada cosa en su lugar. ~

——————————
EDUARDO LANGAGNE (Ciudad de México, 1952) obtuvo el Premio de Poesía Aguascalientes 1994. Pertenece al Sistema Nacional de Creadores de Arte. Es autor de la letra y la música de numerosas canciones, algunas grabadas por Maru Enríquez, Eugenia León, Cecilia Toussaint, Susana Harp y Betsy Pecannins, entre otros intérpretes. Ha escrito guiones para escena como Aún… el bolero, obra presentada en 2002 en el Palacio de Bellas Artes, con Marco Antonio Muñiz, Olga Guillot, Guadalupe Pineda y Los Tres Ases. En 2005 escribió el guión y los textos poéticos de la cantata Sueños, con el compositor Arturo Márquez. En 2006 publicó la traducción 35 Sonnets, de Fernando Pessoa. En 2009, su cuento en portugués para niños, Meu cavalinho vermelho, fue seleccionado para las escuelas primarias de Brasil. Reposo del Guerrero, de 2011, es su publicación poética más reciente. Actualmente es Director General de la Fundación para las Letras Mexicanas.

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