Bloom, Harold, La compañía visionaria: William Blake, •Adriana Hidalgo (ed.), Argentina, 1999, 270 pp.
POCOS RECUERDAN a los románticos de la lengua española; Fernando Calderón, Ignacio Rodríguez Galván, José Espron-ceda, Martínez de la Rosa y el argentino Esteban Echevarría han quedado confinados a las grandes arcas del olvido. Paulatinamente se les va haciendo a un lado con mayor fuerza. Pocos románticos han podido sobrevivir, pues a la mayoría ya sólo se les estudia en las aulas universitarias y cada vez menos; las reediciones de sus libros son pocas y sólo unas cuantas editoriales, más comprometidas con la literatura que con el mercado, han hecho que las obras de estos autores estén todavía en nuestras manos y no en un archivo olvidadas y empolvadas (más de lo que pueden estar en nuestras bibliotecas).
Si esto pasa con los románticos en lengua española, no es de extrañar que pase lo mismo con los de lengua inglesa, aun y cuando los románticos ingleses superan por mucho en calidad a los hispánicos. Sólo algunos son recordados con real interés por el lector general, como es el caso de Edgar Alian Poe. Pero otros nombres se han convertido sólo en eso: Robert Burns, Robert Southey, John Clare, George Darley o Henry Wadsworth Longfellow. Nombres que sólo los especialistas y personas muy interesadas en la poesía se han atrevido a sacar del abandono en que los tienen sus lectores y disfrutarlos.
¿Será éste el final para los románticos en todas las lenguas? ¿Un paulatino olvido es el destino para estos autores? Ha-rold Bloom, autor de grandes obras de la crítica literaria moderna como El canon occidental y Poetics of Influencie, cree que no debe ser así. El realiza un esfuerzo, que se ha concretado en una serie de obras llamadas La compañía visionaria, para ponderar cabalmente a estos poetas. Esta serie abarca a William Blake, Word-sworth y Coleridge, Byron y Shelley y John Keats.
Sumergido en la estilología, pero auxiliado por la filología, el formalismo y la biografía, Bloom se abisma en la poesía blakiana para desentrañar lo que ésta porta en sí misma. Parte de una tesis: Blake es un hombre cuya imaginación lo lleva a crear y ésta es parte fundamental de su poética. Al iniciar el viaje por los versos de Blake, Bloom nos advierte cuáles son las influencias del romántico y por dónde debemos entender sus poemas: Milton y Spenser, y Collins como puente entre éstos y William Blake. Se emprende el viaje por cada uno de los libros del poeta, analizando y trabajando una constante (aunque durante toda la obra encontramos ramas que salen de este tronco): la cosmovisión del autor.
Esta cosmovisión la concreta Blake, como teórico de la imaginación que es, en cuatro ciudades míticas y espaciales, que a su vez se encuentran en un ámbito temporal cíclico. Son cuatro ciudades, cuatro estaciones del año, cuatro estados mentales del ser humano, que serán encontradas como constantes en toda la producción blakiana, algunas en algunos libros, otras en otros o combinadas en varios; por eso le es necesario a nuestro critico abarcar toda la obra de Blake. Una de las conclusiones a las cuales llega Bloom es que para el poeta la inspiración humana está sobre la divina y que Blake tuvo que crear todo un mito (por cierto, basado en la mitología hebrea porque para Blake la grecorromana era una mitología muerta y fría) para desembarazar al hombre de Dios y crear una cosmovisión donde todo estuviera relacionado con el hombre. El mito de Blake está relacionado con el panteón hebreo, pero está hecho así para que el hombre pueda entender sus diferentes estadios mentales; no es el panteón hebreo en sí por lo cual pugna nuestro poeta.
Harold Bloom logra acercarnos a la poesía de Blake y, más aún, logra cambiar nuestra visión sobre este poeta. Las primeras veces que alguien se acerca a Blake lo hace con El matrimonio del Cielo y el Infierno (esto porque son pocas las traducciones que existen de otras obras del poeta al español) y no puede hacer otra cosa sino creer que es un poeta satánico o satanizante (quizá porque no conoce el resto de su obra o quizá porque no se logra penetrar bien en todo su sistema referencial). Pero la idea es que Bloom se acerca a Blake y desentraña su lado satánico y descubre que no es tan satánico como podríamos creer; es un hombre que está estructurando el mundo (una de las funciones principales de la poesía) y la religión a través de la cteación de un mito completamente humanizante.
Hace ya algunos años, Dámaso Alonso escribió un libro sobre las Soledades de Góngora. Este libro ha sido de vital importancia para los lectores de Góngora de todos los niveles. Es una obra que ha ayudado a entender y descifrar lo que el poeta nos quiso decir, es un libro que ha acompañado a las Soledades desde que apareció (quizá el ideal de todo crítico que escriba sobre algún autor). Es difícil que la obra de Bloom corra distinta suerte con respecto a la de Blake. Hay muchas probabilidades de que los lectores lean, antes o después de leer a Blake, la obra de Bloom. Éste ha titulado su serie de obra como La compañía visionaria, y es eso: una compañía a Blake, así como Blake es una compañía del hombre