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Diez años de leer el cambio
Este País | Histórico | Sarmiento Sergio | 29.09.2009 | 1 Comentario

Los 10 AÑOS DE EXISTENCIA de Este País han sido tiempos de cambios espectaculares. Es difícil pensar en un país que se haya transformado tanto en tan poco tiempo y en un proceso pacífico como México.

 

Hace una década Carlos Salinas de Gortari se encontraba en la cúspide de su poder. Había logrado dejar atrás las dudas de la cuestionada elección de 1988 y, en opinión de algunos comentaristas, había conquistado la Presidencia de la República desde dentro de los Pinos. Los índices de popularidad del presidente se acercaban en ese 1991 al 80 por ciento.

 

En 1991 Luis Donaldo Colosio se encontraba en su tercer año como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. En las elecciones de medio sexenio que se llevaron a cabo ese año el PRI obtuvo una recuperación espectacular -la última hasta ahora- para llevarse más del 60 % del voto popular y una cómoda mayoría absoluta en el Congreso.

 

La economía mexicana empezaba a recuperarse después de la prolongada recesión de la década perdida de los años ochenta. Pero el optimismo que generaba el gobierno de Salinas rebasaba los límites de lo racional. Muchos inversionistas tenían la idea de que, con la reducción del déficit de presupuesto y las privatizaciones, se había iniciado ya un nuevo milagro económico mexicano.

 

A principios de 1991 Vicente Fox era un desconocido ex diputado presentado por el PAN como candidato al gobierno de Guanajuato. En el resultado oficial lo derrotó el priísta Ramón Aguirre Velázquez, pero ante los indicios de irregularidades el presidente Salinas obligó a este último a renunciar. En el acuerdo político que el presidente impulsó entonces, y que introdujo el término concertacesión en el vocabulario político nacional, un panista, Carlos Medina Plascencia, fue llamado a ocupar de manera temporal el gobierno de Guanajuato.

 

El secretario de Gobernación era entonces Fernando Gutiérrez Barrios, un priísta de la vieja escuela que había conseguido un acuerdo con el PAN para la reforma electoral de 1990. La apuesta le había salido bien: la reforma había favorecido en muchos aspectos a los partidos de oposición, pero los electores habían regresado al PRI en 1991 en un porcentaje sorprendente. Había quienes consideraban que, a pesar de su avanzada edad, Gutiérrez Barrios podía ser el candidato del PRI en las elecciones presidenciales de 1994, por arriba de los jóvenes tecnócratas leales a Salinas, como el regente de la Ciudad de México, Manuel Camacho, el presidente del PRI, Colosio, o el secretario de Hacienda, Pedro Aspe. Ernesto Zedillo era entonces el titular de la Secretaría de Programación y Presupuesto. Se trataba del miembro más joven del gabinete presidencial, pero también del que tenía una mayor reputación como tecnócrata. Nadie le auguraba una posterior carrera política que no fuera la de sumar números para otros presidentes.

 

En 1991 el país estaba empezando a negociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. El crítico más visible de ese acuerdo era un joven intelectual de izquierda, de aguda inteligencia e hiriente lengua en tres idiomas, llamado Jorge G. Castañeda. Había entonces una alianza estrecha y una amistad entre el presidente Salinas y el mandatario estadounidense George Bush. La victoria contundente de las fuerzas aliadas en la guerra del Golfo Pérsico parecía haber asegurado el triunfo de Bush en su intento de reelegirse de 1992.

 

En México la banca y Teléfonos de México estaban en proceso de privatización. Los bancos se estaban vendiendo a tres veces su valor en libros. Todo el mundo quería ser banquero y estaba convencido de que, detrás de esta adquisición, se encontraba una fórmula automática para ganar dinero.

 

Chiapas era gobernado por Patrocinio González Blanco Garrido, otro priísta de la vieja escuela. Su control sobre el estado parecía absoluto. En las elecciones de 1991 el PRI obtuvo en esa entidad un respaldo electoral superior al 90 por ciento. En cuanto al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, ése era un nombre que nadie había escuchado públicamente.

 

Hace 10 años habría sido muy difícil, quizá imposible, imaginar que, tras una década apenas, el PRI estaría ya fuera del poder y sufriendo una intensa lucha interna que podría llevar a su desmembramiento. Nadie pensaba que, después de una década, el presidente de la República podría ser ese mismo Vicente Fox que acababa de perder las elecciones de su estado; de hecho, la ley vigente en ese momento ni siquiera le permitía ocupar la Presidencia, ya que su madre había nacido en España.

 

A 10 años de distancia México es ya claramente un país democrático. La alternancia de partidos en el poderes una realidad en casi toda la República. Las encuestas de opinión, que en algún momento fueron descalificadas, son hoy un instrumento que le da certeza a los procesos electorales.

 

El 2 de julio del año 2000 las encuestas de salida daban desde el mediodía el resultado sorprendente del primer triunfo de la oposición en una elección presidencial en la historia de México. En la noche, las televisoras dieron a conocer los resultados de sus encuestas a las ocho en punto, el primer momento en que se los permitía la legislación. Tres horas después el Instituto Federal Electoral difundió una proyección del resultado sobre la base de conteos rápidos y encuestas. Ese resultado, pese a no ser oficial, fue reconocido tanto por el presidente Ernesto Zedillo como por los candidatos perdedores.

 

A 10 años de distancia, Salinas es el personaje público más aborrecido del país y su hermano, Raúl, se encuentra en la cárcel. Luis Donaldo Colosio ha muerto hace mucho tiempo, y quienes enarbolan su recuerdo hoy como bandera política son en buena medida aquellos que lo cuestionaron en vida.

 

La economía mexicana pasó, de 1994 a 1996, una nueva crisis tan dura o más que la de los años ochenta. Apenas en el 2000-2001 se llevó a cabo el primer cambio de gobierno mexicano en un cuarto de siglo sin una devaluación brusca seguida de una crisis económica.

 

Fernando Gutiérrez Barrios ya no se encuentra con nosotros. Manuel Camacho se ha convertido en una sombra política, mientras que Pedro Aspe es un exitoso banquero de inversión. Patrocinio es un personaje del pasado que no ha sido visto en público desde su destitución como secretario de Gobernación a principios de 1994. Ernesto Zedillo, tras un sexenio como presidente de la República, hoy se dedica a dar asesorías, participa en consejos de administración y hace estudios para las Naciones Unidas.

 

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte es una realidad que ya nadie cuestiona, ni siquiera Jorge G. Castañeda, quien hoy, como secretario de relaciones exteriores de nuestro país, lo defiende en todos los foros. Este tratado, de hecho, es hoy nada más uno entre varios que tiene México, entre los que destaca uno con la Unión Europea.

 

George Bush está en la Casa Blanca, pero no es el mismo de antes: se trata de su hijo, quien se distingue del padre por la inicial W. La relación de George Jr. con el presidente mexicano es quizá tan estrecha como la que tuvo su padre con Salinas. El espíritu de Monterrey ha sido reemplazado por el de San Cristóbal y un presidente priísta por otro panista, pero en lo demás las cosas parecen seguir igual. Quizá el cambio más notable en la primera reunión entre los mandatarios de los países vecinos, en febrero del 2001, haya sido el hecho de que el presidente mexicano había sido electo en unos comicios con mayor limpieza y legitimidad que su colega estadounidense.

 

Sadam Hussein continúa en el poder en Irak, pero él sí es el mismo. Los aviones estadounidenses y británicos continúan realizando ataques esporádicos a Bagdad. George Bush padre, quien en 1991 parecía tener la reelección asegurada por el éxito de la guerra del Golfo, hoy debe contentarse con aplaudir las acciones de su hijo desde la barrera.

 

Los banqueros de hace 10 años han desaparecido del panorama económico. Casi ninguno de los nombres que dominaban la banca mexicana hace una década se mantiene hoy en sus responsabilidades. Agustín Legorreta está retirado, aunque se postuló al Senado en el 2000 por un partido de izquierda. Adrián Sada se ha concentrado nuevamente en el negocio del vidrio. Los Garza Lagüera han cedido el control de Bancomer a un grupo de accionistas españoles. Carlos Cabal Peniche y Jorge Lankenau enfrentan procesos penales. De todos los bancos privati-zados, sólo Banamex, encabezado por Roberto Hernández y Alfredo Harp, así como B anorte, de Francisco González, permanecen en manos de quienes los compraron originalmente en la privatización salinista.

 

A una década de distancia el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, una organización que nadie conocía hace una década, se ha convertido en uno de los grupos políticos y sociales más importantes de nuestro país, más incluso que los partidos. El EZLN nos ha hecho volver la vista a la inaceptable miseria de los indígenas, pero en sus demandas de retorno a los usos y costumbres, propiedad colectiva de la tierra y una ley distinta para los indígenas hace recordar también las políticas más fallidas del pasado.

 

En lo personal mi vida también ha cambiado. Hace 10 años era yo director editorial de Encyclopaedia Britannica Publishers, Inc. en América Latina. Mis reflexiones políticas y económicas se publicaban en el periódico El Financiero y se reproducían en El Norte de Monterrey. Hacía yo algunos comentanos de radio. Mi nombre lo conocía un grupo pequeño de la sociedad. Mi rostro, virtualmente nadie.

 

A una década de distancia la televisión me ha hecho un personaje familiar para muchos. Mi periódico principal es hoy el Reforma, que en 1991 sólo existía como una idea, y mi columna se reproduce en una veintena de otros diarios. La televisión ha hecho que mi rostro se vuelva conocido. Mis opiniones no han cambiado mucho, pero hoy, por su difusión, son más controvertidas.

 

Este País, sin embargo, continua siendo un vehículo ideal para expresar estas opiniones y para que se den a conocer las de otras muchas personas que tienen puntos de vista opuestos al mío. La revista ha demostrado que puede hacerse un análisis puntual, fundamentado en encuestas de opinión e información estadística, sobre el acontecer político de nuestra nación. Ya nadie nos puede decir que los mexicanos somos distintos, que le mentimos a los encuestadores, que no reaccionamos igual que las personas de otros países. Este hecho, tan evidente hoy en día pero tan cuestionado en el pasado, es uno de los factores principales que nos ha permitido transitar a la tan ansiada normalidad democrática.

Una respuesta para “Diez años de leer el cambio”
  1. Ma. Irma Ofelia Pérez Escalona dice:

    Es lamentable que la historia se repita, y que nuevamente estemos en el ya merito y que los mexicanos seamos condenados a que regrese el PRI. En doce años no hubo avancen, solo retrocesos, somos rehenes del crimen organizado y de los partidos. El cambio ha sido para mal, no hay democracia y eso quedo evidenciado en el 2005. Lo que hubo fue un PACTO entre los grandes. Prueba de ello es el apoyo de los principales actores panistas al pena nieto

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