Las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) han probado su capacidad de expandir el potencial productivo de muchos creadores, a la vez que las audiencias encuentran en esos medios digitales mayores recursos de apropiación de contenidos simbólicos. Sin embargo, en la medida en que la disponibilidad de accesos móviles, fijos y de internet de banda ancha no se encuentra diseminada socialmente de manera homogénea, las brechas digitales generan una suerte de brecha cultural.
La brecha digital es definida por el brazo de telecomunicaciones de la ONU, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), como la brecha entre individuos, familias, negocios y áreas geográficas de diferentes niveles socioeconómicos, en términos de oportunidades de acceso a las tecnologías de la información y la comunicación. En países como Inglaterra no se concibe ya a la economía creativa sin los componentes de los medios de transmisión y los contenidos.
Por ello, es necesario establecer en Latinoamérica políticas que amplíen la infraestructura y mejoren la conectividad pero, sobre todo, el acceso democrático a este tipo de medios. De no hacerlo, estamos en riesgo de convertir nuestras brechas, digital y de desarrollo, en una brecha cultural, como nunca la hemos tenido. Accesos móviles en los hogares mexicanos En México, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares realizada por el INEGI en 2006, existen 26 millones de hogares.
De ellos, el 49% cuenta con servicios móviles, y su desagregación por deciles1 muestra que existe una gran desigualdad en términos de penetración móvil, ya que sólo el 9% de los hogares del decil más bajo cuenta con teléfono móvil, mientras que el 86% del decil 10 cuenta con este servicio. Los servicios móviles presentan una penetración creciente y claramente superior para los primeros deciles, y alcanzan incluso niveles que pueden considerarse cercanos a la saturación del mercado. El crecimiento a lo largo del tiempo es positivo, si bien a partir del año 2004 se ha ido reduciendo su ritmo de expansión.
Se observa una elasticidad del ingreso positiva. Es decir, la proporción del gasto en servicios de telecomunicaciones móviles aumenta conforme el ingreso aumenta. Como proporción del ingreso total, dicho coeficiente se eleva hasta alcanzar un límite de 1.5% del ingreso total de las familias, por ejemplo, para niveles de ingreso trimestral promedio de $40,000 pesos o más. Al clasificar el total de hogares por niveles de ingreso, los resultados revelan que los deciles 1 al 5 tienen una proporción creciente que va del 0.5% al 1.5%, dentro de un nivel de ingreso trimestral de hasta $10,000 pesos. Por su parte, en los deciles con mayor ingreso, como el 8 y el 9, la proporción decrece hasta un límite de 1.5% a partir de ingresos trimestrales de más de $20,000 pesos.
En contraste, los hogares del decil 10 —correspondiente a niveles de ingreso trimestrales cercanos a los $300,000 pesos— tienen una proporción con tendencia negativa que va desde el 2% hasta el 1 por ciento. En términos de la elasticidad de la demanda de telecomunicaciones móviles, el coeficiente es superior a 1, lo que puede significar que para los hogares mexicanos dicho recurso representa un bien superior. Sin embargo, en la desagregación por deciles, el análisis reporta para niveles altos una elasticidad menor a la unidad, que puede significar que ese servicio se considera como necesario. Para estos hogares, un cambio negativo en el ingreso derivará en un menor gasto en servicios móviles, y viceversa.
Accesos de internet en los hogares mexicanos A diferencia de las comunicaciones móviles y fijas, el internet continúa fuera del alcance de personas y hogares con menor ingreso, mientras que se considera indispensable para muchos hogares de ingresos medios y altos.
El análisis por decil muestra que, para el año 2006, la penetración en los primeros cinco deciles fue prácticamente nula. En contraste, los deciles 8, 9 y 10 comprenden en su conjunto más de 7 puntos porcentuales de la penetración. Si se considera el total de hogares por deciles, en ninguno caso existe una penetración superior al 50 por ciento. En el mejor de los casos, en el último decil, la proporción de hogares con servicios de internet es de 43 por ciento; el noveno le sigue con una penetración de 19 por ciento. Las principales razones a considerar como causa de esta baja penetración son el alto costo del servicio, las limitaciones de cobertura y la falta de estaciones de acceso como computadoras.
De acuerdo con la proporción del gasto de los hogares destinado a servicios de internet, se observa que, en general para todos los deciles, cuando disminuyen los precios, el consumo aumenta. Ello, porque no se pueden privar de un servicio que se ha vuelto indispensable por razones sociales, académicas, laborales y de apropiación de contenidos culturales. Una agenda común de telecomunicaciones y cultura En México, la distribución está cargada a favor de los niveles socioeconómicos más altos, que tienen cobertura total por hogar y servicios avanzados de banda ancha.
En contraste, y de manera similar a la distribución del ingreso y la riqueza, los niveles socioeconómicos medio-bajos y bajos registran una o dos líneas telefónicas por cada diez hogares y difícilmente cuentan con una computadora, lo que limita aun más sus oportunidades de desarrollar habilidades que permitan tener acceso a sectores rentables de la economía. Hoy en día, la brecha cultural constituye un riesgo muy importante y sus efectos comienzan a percibirse en la práctica con la exclusión digital y de acceso a contenidos de una fracción importante de la sociedad mexicana. ~
Ernesto Piedras
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