LA ECONOMÍA MEXICANA ha pasado por varias etapas en su proceso de desarrollo. Podemos distinguir cuando menos dos periodos y los problemas habidos en cada uno de ellos. La primera etapa se distingue por la adopción o adaptación de los roles cambiantes del gobierno y los empresarios. Además hay que distinguir los papeles que en el proceso han tenido lo que se llama comúnmente: Estado, gobierno, sector privado, sector público y en términos macroeconómicos podríamos hablar de gobierno, sector financiero, gasto público y gasto privado.
Esta primera etapa surge de la necesaria adaptación de la economía de México a los cambios derivados de la segunda guerra mundial (1939-1945). Al término de esta etapa, reanudado el comercio y ajustados los tipos de cambio se restablecieron los flujos internacionales de capital. Esta segunda etapa incluyó el nuevo factor de la masificación informativa de la posguerra y una redistribución radial de las fuerzas políticas internas.
La revista Este País ha desempeñado la importantísima función de señalar la necesidad de congruencia de cada uno de estos sectores en el desarrollo de México. Quizás lo más complicado sea señalar los vínculos recíprocos entre cada sector y cómo mantener un balance eficiente entre todos.
Los términos generales y límites de las soluciones de cada sector abarcan cooperación entre cada uno de ellos y una constante coordinación con las relaciones internacionales. Es necesaria una adaptación continua a las exigencias cambiantes de la economía mundial, y la incorporación firme de los desarrollos tecnológicos y científicos que ocurran en el mundo.
En todo este proceso es fundamental recordar que hoy nada en la Tierra es constante y que una política urgente pero realista implica un cambio de enfoque y una frecuente variación en el timing. Tal vez el timing adecuado sea el elemento idóneo para estabilizar.
El tema más notable en la historia económica actual es la aceleración de todos los procesos de cambio y la reducción de los plazos disponibles para ajustar la política económica a la realidad cambiante. Debido a la televisión y al Internet el tiempo de los ajustes se ha reducido y éste es el elemento más importante en la vida contemporánea. No solamente se han acortado todos los plazos de ajuste si no que se ha generalizado mundialmente la necesidad y urgencia del cambio. El tiempo se reduce y la revolución informática ha acelerado la urgencia. Quizá el componente o factor más importante es la reducción de los tiempos disponibles y hacer los cambios necesarios. La creciente fuerza de los medios contemporáneos de comunicación impulsa el factor timing y lo vuelve esencial.
Desde el punto de vista internacional, así como el latinoamericano, la posición de México es especial. La cercanía geográfica y económica con los vecinos de América del Norte hacen más urgentes todos los ajustes en nuestra economía. Basta recordar la frase de Porfirio Díaz que dijo «Pobrecito de México tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos».
México tiene problemas especiales que hacen necesario que todos nuestros cambios se aceleren. Las presiones políticas son un nuevo factor que reduce los tiempos disponibles para el cambio. Luis Villoro, un personaje del México actual, nos avisa que la marcha hacia la construcción de una nueva nación ha comenzado. Marcha en la que debemos tomar parte todos para sentar las bases de una nación respetuosa de las diferencias y en la que no se excluya a nadie.
El problema más difícil es ajustar nuestra economía a la realidad de los cambios internacionales y las nuevas fuerzas y urgencias internas de México. Conviene anotar que el nuevo elemento es la existencia del cambio continuo en el entorno. El punto más importante es reubicar en las políticas económicas este nuevo factor y nuestros ajustes tienen que ser eficientes y concordantes además de políticamente viables.
Los resultados económicos de cualquier política deben ser congruentes con los cambios necesarios y las doctrinas económicas esenciales en cada paso. En lo tocante al desarrollo económico es indispensable ver si las doctrinas propuestas por los economistas son coherentes. En el caso de México debemos reconocer que algunas doctrinas económicas actuales no poseen los requisitos necesarios de coherencia y consistencia entre sí.
Respecto al desarrollo económico de nuestro país hay en el momento dos tendencias activas cuyas propuestas difieren radicalmente. Por una parte están muchos tecnócratas en el poder que consideran el equilibrio fiscal, es decir, la igualdad de ingresos y egresos fiscales, como la parte más indispensable. Por otro lado los neokeynesia-nos con una visión macroeconómica que estima menos peligroso un déficit fiscal que logre equilibrar la demanda total con la oferta total.
México necesita un crecimiento económico que asegure la capacidad humana de los mexicanos garantizándoles empleos productivos y escolaridad en todos los niveles de la sociedad, es decir, al sector campesino, rural y urbano. Además se requiere con urgencia impulsar la movilidad social vertical y geográfica de cientos de nuestros nacionales. A este proceso podría llamársele formación de capital social.
El balance entre la globalifobia y la globalifilia no es el problema mayor, tampoco lo son Marcos y Chiapas por sí solos. El verdadero problema para México es poder mantener un crecimiento estable y lograr una movilidad social por lo menos durante una generación.
Hay muchos elementos de desarrollo que no son atractivos para la empresa privada, tales como aeropuertos, helipuertos, caminos rurales y presas debido a que no reditúan directamente a quienes pudieran ser inversionistas. Pese a estas trabas necesitamos carreteras y caminos rurales, presas, sistemas de distribución eléctrica de agua y gas. Además es urgente la capacitación específica dentro de cada empresa. En la historia prehispánica de México no todas las obras públicas fueron económicamente productivas. Entre estos vestigios grandiosos están las pirámides, los juegos de pelota y plataformas, obras que generaron miles de empleos. Nuestros antepasados descubrieron que a veces son menos costosas las pirámides que los desocupados.