Vemos todos con tristeza la incapacidad del Estado
mexicano para proporcionar los elementos básicos
que está obligado a prestar a sus ciudadanos: 1) la
seguridad y la protección de sus vidas y de sus bie-
nes; 2) el sustento mínimo para cubrir sus necesi-
dades primarias mediante un trabajo dignamente
remunerado, y 3) un ambiente social que permita
el desarrollo de las capacidades individuales en un
medio de justicia y de igualdad de oportunidades.
La carencia de estas condiciones ha motivado, en
buena parte, la emigración de importantes núcleos
de población al extranjero, teniendo como princi-
pal destino Estados Unidos de América, en donde
se concentra 12.1% de la población total de Méxi-
co que reside en el exterior.
Las noticias recientes en la prensa extranjera so-
bre México, la que raramente se ocupa de lo que
ocurre en nuestro país, destacan en diversos artícu-
los lo que denominan “la catástrofe mexicana”.1
Estos artículos señalan diversos aspectos alarman-
tes de lo que sucede en México. El artículo de For-
bes destaca la violencia del narco, la disminución
del precio del petróleo y la recesión en Estados
Unidos como una fórmula de desastre en nuestro
país. El editorial de la revista Timedescribe la vio-
lencia causada por el narcotráfico en Culiacán y la
lucha de los rescatistas de la Cruz Roja para aten-
der los múltiples llamados de auxilio de los caídos
todos los días. Timey otras publicaciones diarias
cubren la noticia sobre la aprehensión de la reina
de belleza, Laura Zúñiga en Zapopan, acompañada
de otros narcotraficantes del cártel de Juárez. Por
último, un reportaje del New York Times sobre el
secuestro de personas con familiares en Estados
Unidos para solicitar rescate en los estados del
norte del país, una nueva faceta del crimen organi-
zado que está obligando a numerosas familias a
emigrar a EU, temerosas por su seguridad y por el
clima de violencia y extorsión en estas zonas.
El artículo del New York Timesseñala que esta si-
tuación ha tenido como resultado el no retorno
estacional de miles de mexicanos residentes en Es-
tados Unidos que acostumbran pasar las fiestas na-
videñas en México.
Un editorial del New America Media publicado
por el Migration Policy Institute señala, con base en
cifras de la Oficina del Censo de Estados Unidos,
el aumento de la emigración mexicana a la Unión
Americana en 2007 en 680 mil personas, como re-
sultado de la pobreza y de la violencia. Es un incre-
mento importante pues el promedio registrado
entre 2000 y 2005 fue de 450 mil emigrantes anua-
les. Estas cifras contrastan con las declaradas por el
secretario Ggneral del Consejo Nacional de Pobla-
ción, Félix Vélez Fernández, que establece la cifra
del éxodo de connacionales, en 2007, en 387 mil
personas, y el promedio entre 2000 y 2005 de 574
mil personas al año.
Una situación así no se había registrado desde
los tiempos de la Revolución mexicana, cuando
miles de familias huyeron del conflicto armado y
se establecieron en campos de refugiados en Fort
Bliss y en otros puntos de la frontera.
Lo anterior evidencia el fracaso del modelo de
desarrollo existente en México. No se cuenta con
un proyecto de país ni con políticas de Estado de
largo plazo que conduzcan a México a un fin ven-
turoso. Se escuchan en diversos medios críticas al
proyecto emanado del llamado nacionalismo revo-
lucionario como algo caduco y disfuncional para
nuestros tiempos. Olvidan estos críticos que de
una u otra manera existía un programa. Principios
y derechos que ahora nos parecen elementales en
materia laboral, de educación, de salud, de desa-
rrollo industrial y energético, así como de creación
de instituciones gestadas bajo los principios de
progreso y de justicia social establecidos por el
Constituyente en 1917.
No nos referimos aquí a esa simulación revolu-
cionaria con la cual luego medraron generaciones
de políticos en la segunda mitad del siglo pasado,
y que bajo su amparo se enriquecieron, distorsio-
nando sus fines.
Resulta por demás trágico que no exista concien-
cia de la pérdida que resulta para México de la sali-
da a Estados Unidos de cerca de nueve millones de
personas en los últimos 20 años, casi el 10% de la
población total del país. Aún más: significó la sali-
da de 8.5 millones de trabajadores emigrantes me-
xicanos, que representan cerca de la cuarta parte de
la población empleada en trabajos formales en
México, y la sexta parte de la población económi-
camente activa total.
Un estupendo trabajo elaborado por Rodrigo
García Verdú, funcionario de la Secretaría de Ha-
cienda y ex funcionario del Banco Mundial,2esta-
blece que la riqueza de una nación se integra por
el capital humano, el capital físico, y el capital na-
tural. En México, calcula García Verdú, el valor del
capital humano representa un total de 3.4 millo-
nes de millones de dólares; el capital físico, 1.7 mi-
llones de millones de dólares; y el capital natural,
946 millones de dólares, sumando un total de
6.06 millones de millones de dólares.
Las cifras anteriores significan que el capital hu-
mano representa 50% del valor total de la riqueza
de nuestro país. Haciendo un ejercicio correlativo
basado en las cifras planteadas por García Verdú, la
pérdida de la riqueza de capital humano que ha
emigrado de México representa 695 mil millones
de dólares, un tercio del valor del capital natural
de México, y la quinta parte del capital humano de
nuestro país.3
El análisis anterior nos muestra la importancia
del capital humano y la magnitud de la pérdida
ocasionada por la emigración mexicana. Como
acertadamente señala García Verdú, no son las ri-
quezas naturales el principal acervo de una nación.
Países como Japón, Corea y Singapur que carecen
de recursos naturales han basado su prosperidad
en la capacidad y el trabajo de sus ciudadanos,
apoyados en un proyecto de país y de un ambiente
propicio al desarrollo.
Sin adentrarse en otras carencias institucionales,
y abordando las cuestiones relacionadas al proble-
ma de la emigración de mexicanos al exterior, pue-
de afirmarse que no se conoce una tesis
consistente y bien delineada en el gobierno de Mé-
xico para enfrentar de una manera integral este fe-
nómeno. Cierto que las autoridades mexicanas
han atendido tradicionalmente, en mayor o menor
medida, las obligaciones consulares establecidas
en la Convención de Viena, lo que cubre esencial-
mente las responsabilidades del Estado mexicano
con respecto a sus compromisos en materia de
protección y documentación en el extranjero. No
obstante, la magnitud del fenómeno de la emigra-
ción mexicana plantea necesidades por atender
que rebasan estas obligaciones, sustentadas en el
marco de una concepción de Estado más amplia, y
que requiere de una visión a futuro de mayor al-
cance e imaginación.
Las bases creadas en la última década del siglo
pasado en la Secretaría de Relaciones Exteriores
con la creación de la Dirección General del Pro-
grama a las Comunidades Mexicanas en el Exte-
rior, que evolucionó posteriormente en el
Instituto de los Mexicanos en el Exterior, para cu-
brir algunos aspectos de la organización comuni-
taria y la atención de ciertos servicios sociales,
son un principio, pero no son suficientes. El gran
objetivo es crear una gran comunidad mexicana
transfronteriza que permita el aprovechamiento
óptimo de la capacidad instalada y de los recur-
sos humanos en ambos lados de la frontera con
un propósito común: el mejoramiento de las con-
diciones de vida de la población mexicana y de
origen mexicano en Estados Unidos, y la corres-
pondiente en México, mediante la colaboración
estrecha de ambas comunidades.
No estamos exponiendo aquí teorías de expan-
sión nacional, sino el reconocimiento de una rea-
lidad existente y de un proceso gradual e
irreversible de globalización. La importancia de
los emigrantes, siendo una pérdida actual para
México, reside en su transformación en una rique-
za humana capitalizada a futuro, ya sea en el terri-
torio de Estados Unidos, en una interacción
binacional transfronteriza, o en la reinserción de
este capital humano en México.
Nos enfrentamos en este caso a diversas realida-
des. Si bien todos los emigrantes salieron de Méxi-
co en busca de un trabajo que les permita una
vida mejor, una parte de ellos salió con la inten-
ción de no regresar a nuestro país y de establecerse
permanentemente en el exterior, los que en unión
con los descendientes de mexicanos nacidos en el
extranjero, integran las comunidades mexicanas
en el exterior. Otra parte salió de México con la in-
tención de trabajar y de enviar dinero a sus fami-
lias y de regresar a nuestro país, en lo que se ha
denominado la “migración circular”, que se ha
visto limitada cada vez más por las medidas de se-
guridad en la frontera. Muchos de estos migrantes,
ante las restricciones a la circularidad han optado
por permanecer en el territorio de EU en forma in-
documentada y mandar traer a sus familias, incre-
mentando las situaciones de ilegalidad.
Nos encontramos ante varios escenarios, depen-
diendo del resultado de las políticas de inmigra-
ción de la nueva administración del presidente
Obama. Ciertamente, aunque no de inmediato, se
tendrá que llegar a una solución que resuelva el
desastre de las políticas de inmigración actuales.
Esta reforma abrirá probablemente la puerta para
una regularización de los inmigrantes con estancia
ilegal que cumplan con ciertos requisitos; la crea-
ción de un programa de trabajadores temporales
para cubrir puestos de trabajo en áreas no atendi-
das por la población local; y un aumento sustan-
cial del número de visas de trabajo en campos
técnicos y profesionales requeridos por las empre-
sas estadounidenses.
Ante ello, el gobierno de México tiene la oportu-
nidad de diseñar políticas públicas para el estable-
cimiento de un proyecto con una visión de largo
plazo con imaginación y audacia, que permita
transformar lo que de otra manera significaría una
pérdida irreparable, considerando que este grupo
de mexicanos y sus descendientes, en la medida
que mantengan sus lazos con México, serán un ac-
tivo social, político, económico y cultural de enor-
me importancia, tomando en cuenta que para
2050 la comunidad de origen mexicano en Estados
Unidos aumentará a cerca de 85 millones de per-
sonas, dos terceras partes de la población de Méxi-
co en esa fecha, calculada en 130 millones de
mexicanos; con un ingreso muy superior al de Mé-
xico; una influencia política considerable, propor-
cional al 20% de los cargos públicos, y una
trayectoria cultural propia.
Actualmente el ingreso anual bruto estimado de
los trabajadores mexicanos en EU es de 314 mil
millones de dólares, que representa aproximada-
mente el 34% del ingreso correspondiente en Mé-
xico, considerando un ingreso anual promedio per
cápita de 24 600 dólares para los primeros, y de 8
600 dólares para los segundos en nuestro país. El
ingreso anual bruto de la comunidad mexicana y
de origen mexicano en Estados Unidos asciende a
788 mil millones de dólares, considerando un in-
greso per cápita anual promedio de 28 150 dóla-
res, lo que equivale al 85% del monto total de los
ingresos de los trabajadores en México.
Para 2050, manteniendo el mismo nivel de in-
gresos para ambos casos –lo que es improbable–,
esta proporción se verá modificada y se estima
que el ingreso bruto anual de los trabajadores
mexicanos en Estados Unidos se elevará a 554 mil
millones de dólares, esto es, 47% del ingreso equi-
valente en México en esa fecha, y el valor del in-
greso anual bruto de la comunidad mexicana,
integrada por los trabajadores mexicanos nacidos
en México y la de la población de origen mexica-
no, aumentará a 2.4 millones de millones de dó-
lares, más del doble del ingreso bruto anual de los
trabajadores en México, calculado en 1.1 millones
de millones de dólares.
Aportaciones de los inmigrantes
Un informe reciente del Consejo de Asesores Eco-
nómicos de la presidencia de Estados Unidos re-
portó que el trabajo de los inmigrantes en este país
aumentó el ingreso nacional en 30 mil millones de
dólares al año, señalando que el trabajo de los in-
migrantes tiende a completar, no a sustituir a la
fuerza laboral estadounidense. El estudio indica
que el impacto fiscal de la inmigración resulta po-
sitivo en el largo plazo, y que de hecho, los inmi-
grantes y sus descendientes pagan más impuestos
de lo que el Estado les devuelve a través de los ser-
vicios públicos.
Por su parte, el Banco Interamericano de Desa-
rrollo calcula el poder adquisitivo de los trabajado-
res inmigrantes mexicanos en el mercado de los
Estados Unidos en 205 mil millones de dólares
anuales.
No obstante, los sectores antiinmigrantes y sus
principales voceros sostienen que los inmigrantes
extranjeros gravitan sobre los servicios públicos en
materia de seguridad, justicia, educación y salud;
reducen el nivel de sueldos de los trabajadores na-
tivos y ocupan sitios de trabajo en los sectores de
menores ingresos, afectando a los trabajadores na-
cionales; y resultan una carga fiscal que pagan los
estadounidenses, y son responsables del aumento
en la delincuencia.
Las posiciones anteriores dieron motivo a las re-
formas realizadas en 1996 –el Acta sobre la Refor-
ma a la Inmigración Ilegal y la Responsabilidad de
los Inmigrantes, y el Acta sobre la Responsabilidad
Personal y la Oportunidad en el Trabajo, común-
mente llamada Acta sobre la Reforma al Bienestar–
que limitan el acceso a los servicios públicos de sa-
lud y educación superior, y a los beneficios socia-
les, a los inmigrantes legales con residencia menor
a cinco años, así como a los inmigrantes indocu-
mentados, los que para su atención médica deben
acudir a las salas de emergencia.4
Paul Samuelson, profesor del Instituto de Tecno-
logía de Masachussets y premio Nobel de econo-
mía plantea que los efectos económicos del trabajo
de los inmigrantes no tiene un impacto igual en
los distintos estratos de la sociedad estadouniden-
ses; que las clases medias y altas se benefician en
general, mientras los niveles más pobres se perju-
dican. Georges Borjas y Robert W. Scrivvner, profe-
sores de Política Económica y Social de la
Universidad de Harvard establecen que el salario
de los trabajadores más pobres –hispanos y ne-
gros– se afectan en menos 4.8% por la participa-
ción de los trabajadores inmigrantes.
Por otra parte, la abogada Francine J. Lipman en
un artículo publicado en Tax Lawyer, revista de la
American Bar Association, plantea que los emi-
grantes indocumentados contribuyen más en im-
puestos de lo que reciben en servicios sociales;
aportan a la economía de Estados Unidos por las
inversiones y el consumo de bienes y servicios; cu-
bren millones de puestos de trabajo esenciales pa-
ra la economía, los que resultan en la creación de
empleos subsidiarios, aumentan la productividad y
reducen el costo de las mercancías y servicios; y
por último, pagan contribuciones de servicios no
correspondidos al Seguro Social, Medicaid y pro-
gramas de seguros de desempleo.
El gobierno de Estados Unidos reporta un total
de 70 mil millones de dólares anuales de sobrepa-
go por concepto de impuestos y de contribuciones
al seguro social, los seguros de salud y otros dere-
chos. Se deduce que este monto corresponde al pa-
go de trabajadores inmigrantes sin permiso de
trabajo, de los cuales el 52% –37 mil millones
anuales– se atribuye a emigrantes mexicanos in-
documentados.
Características socioeconómicas
Datos muy generales sobre la población emi-
grante mexicana en Estados Unidos ubican la
edad promedio en 32 años; en materia de escola-
ridad el 63% cuenta con primaria, el 32% con se-
cundaria o preparatoria, y únicamente 4% con
estudios superiores de licenciatura o posgrado. El
ingreso promedio anual fluctúa entre 9 600 dóla-
res para los trabajadores temporales indocumen-
tados (45%), 14 mil dólares para los
trabajadores temporales con estancia legal
(37%), y 24 mil dólares al año para los emigran-
tes mexicanos residentes legales (18%), prome-
diando el ingreso familiar medio para este
último grupo en 39 mil dólares anuales. Se esti-
ma que el 27% de los hogares de emigrantes me-
xicanos se encuentra por debajo del nivel de la
pobreza establecido en Estados Unidos. El 54%
del total de emigrantes mexicanos carecen de se-
guro médico, y llega al 79% entre los emigrantes
mexicanos indocumentados. Del 46% de los me-
xicanos nacidos en México residentes en Estados
Unidos que cuentan con un seguro en materia de
salud, únicamente el 15% se encuentra afiliado a
un plan de seguro médico privado, y el 31% res-
tante cuenta con seguro médico proporcionado
por el empleador.
Perspectivas
Las legislaciones sobre la reforma a la inmigración
ilegal y la relativa a la reforma al bienestar de
1996 limitan el nivel y la extensión de la asisten-
cia pública a los inmigrantes legales e indocumen-
tados en materia de salud, educación y beneficios
sociales, y restringen la ayuda federal y de los esta-
dos para hospitales, centros de salud comunitarios
y programas de salud pública que constituyen la
red de seguridad para los emigrantes, así como los
apoyos a la educación superior de los no ciudada-
nos. El presupuesto total en 2004 del gasto federal
en materia de gasto para inmigrantes fue de 2 600
millones de dólares; un aumento del 20.8% sobre
el presupuesto de 1999; por el contrario, la apor-
tación a la economía de EU en 2006 de los traba-
jadores emigrantes se estima en 30 mil millones
de dólares.
La derrota de la propuesta de la Reforma Migra-
toria en Estados Unidos, el 28 de junio de 2007,
pospone la discusión y eventual aprobación de
cualquier legislación en materia de inmigración
hasta el año 2009 o después de las elecciones inter-
medias en 2010.
Las consecuencias directas para México y para los
emigrantes mexicanos indocumentados estableci-
dos en los Estados Unidos serán:
• La continuidad del flujo de la migración indo-
cumentada en condiciones cada vez más extremas
por el incremento de la vigilancia en la frontera
con México;
• La separación de las familias;
• El mantenimiento en la ilegalidad de más de 7
millones de mexicanos indocumentados, lo que
los coloca en situaciones de mayor vulnerabilidad
y explotación, y ante mayores riesgos de encarcela-
miento y deportación, al igual que de violación a
sus derechos humanos y de discriminación.
En cuanto a los efectos de la crisis económica en
los trabajadores emigrantes mexicanos con estan-
cia ilegal debe anticiparse una oposición a su regu-
larización migratoria en el corto plazo, por lo que
esta reforma tendrá alcances limitados. De hecho,
los legisladores estadounidenses optaron en 2008
por mantener el status quocon vista a las elecciones
presidenciales y legislativas en un asunto altamen-
te divisivo y controversial, en donde el tema de la
inmigración se evitó en el debate electoral.
Por otra parte, se observan los sentimientos an-
tinmigrantes en grandes sectores de la población
estadounidense, particularmente entre los grupos
más conservadores. Autores como Samuel P. Hun-
tington –recientemente fallecido– profesor de
Ciencias Políticas de Harvard y autor de artículos
muy controversiales –“El choque de las civilizacio-
nes”, Foreign Affairs, 1993; “El reto hispánico”, Fo-
reign Policy, 2004– expresan los sentimientos de
una sociedad nacida de la inmigración principal-
mente europea, que se resiste a la inmigración pro-
veniente de países de Latinoamérica, Asia y África,
y quiere mantener la hegemonía del sector blanco,
anglo, sajón y protestant (WASP).
Una encuesta realizada por la revista Time en
2006 ilustra adecuadamente los sentimientos de la
población estadounidense en cuanto al tema de la
inmigración extranjera:
• 78% se inclinan por permitir la permanencia
de los inmigrantes ilegales con vistas a obtener la
ciudadanía, si aprenden inglés, cuentan con un tra-
bajo y pagan impuestos;
• 72% por la creación de un programa de visas
temporales de trabajo;
• 69% por la restricción de servicios guberna-
mentales de educación y salud;
• 55% piensa que los trabajadores inmigrantes
realizan trabajos que los trabajadores estadouni-
denses no quieren o no pueden hacer;
• 52% que deberían deportar a los inmigrantes
indocumentados.
Diseño de un proyecto
Este panorama nos muestra la urgente necesidad
de estudiar y proponer soluciones en materia de
migración, trabajo, capacitación, educación y salud
de los emigrantes mexicanos en EU para elevar los
niveles de bienestar de esta población y asistir a los
gobiernos de México y de Estados Unidos en estas
tareas. Se debe impulsar el mejoramiento de las
condiciones de vida de la población potencialmen-
te emigrante en las regiones emisoras, favorecer la
migración de retorno y la reinserción de la pobla-
ción emigrante de regreso a México, así como pro-
mover el acercamiento y la interacción de las
comunidades mexicanas en Estados Unidos con
México.
1
“Mexican Meltdown. The Next Disaster”, Forbes,
diciembre de 2008; “Culiacán. Mexico’s murder capi-
tal”, Time, dic. de 2008; “Kidnappings in Mexico send
shivers across the border”, The New York Times, enero de
2008.
2
“La riqueza de la nación”, El Semanario, 2008.
3
Estimación en base al valor promedio del capital huma-
no calculado por García Verdú en 83 mil dólares, multi-
plicado por los 8 381 088 trabajadores emigrantes
mexicanos en Estados Unidos en 2006.
4
La reciente aprobación de la ampliación del programa
CHIP(Children Insurance Program) permitirá proporcio-
nar servicios médicos a mujeres embarazadas e hijos
menores inmigrantes legales con menos de 5 años de
estancia en el país.
Descargar PDF del artículo