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México, la ciencia y el despegue de la innovación. Entrevista a Guillermo Fernández de la Garza
Este País | Vanessa Job | 25.08.2009 | 0 Comentarios

México busca que la ciencia y la tecnología sean bases firmes para que la innovación acelere su desarrollo. Se ha quedado atrás frente a países de América Latina como Brasil y mucho más rezagado frente a las potencias internacionales como Finlandia y Corea.

Guillermo Fernández, el director de la Fundación México Estados Unidos para la Ciencia (FUMEC) habla sobre los problemas estructurales que el país arrastra para el impulso de la ciencia y la tecnología. Desmiente que para desarrollar la ciencia lo más importante sea el dinero y señala al Congreso como uno de los factores determinantes.

En sus oficinas de la colonia del Valle, Fernández explica que en México hay un problema estructural donde se combinan varios factores que impiden tener un modelo eficaz y capaz de generar resultados.

“¿Cómo quieres que seamos competitivos si tenemos que pagar tasas de interés que son 3 o 4 veces mayores de las que se pagan por nuestro competidor en Estados Unidos o en Alemania? ¿Cómo quieres que seamos más competitivos si la electricidad es más cara, si los teléfonos son más caros? ¿Cómo quieres que seamos más competitivos si estamos partiendo de una infraestructura muy débil? ¿Cuánto es lo que gasta el gobierno en función de todo el PIB? ¿Cómo vamos a ser un país sólido si la recaudación es tan baja?”.

El Ingeniero Mecánico Electricista y Físico, que estudio simultáneamente ambas carreras en la UNAM, deja caer uno de los mitos más arraigados cuando se habla del impulso de la ciencia.

“El problema de la ciencia no es el dinero. Todo mundo cuando habla de la ciencia te dice que si no llegamos al 0.40, si no llegamos al 1 %, si no llegamos al 2 %, estamos mal. Y desde luego que al final si va a ser un indicador importante, pero el que haya más dinero no quiere decir que vaya a haber más resultados. Es más importante asegurarte de los resultados y que estés seguro que más dinero va a generar más y mejores resultados”.

Para el también maestro en ingeniería nuclear por el IPN, en México a diferencia del cine, no ha habido una época de oro de la ciencia pero sostiene que ha habido épocas de en las que la ciencia ha tenido momentos de gran esperanza y visibilidad en cuanto a lo que la ciencia y la tecnología pueden generar, si se logra que sean una parte realmente central y bien integrada del desarrollo de la sociedad en México.

Ubica que una época maravillosa fue a finales del siglo XVIII. “Teníamos a investigadores de primer nivel del mundo, que venían a hacer investigación a México para tratar de encontrar soluciones a temas importantes, por ejemplo, los de la minería. Se descubría en México el Vanadio. Era la época en la que descubrir un nuevo elemento tenía mucha importancia científica.

Y prosigue: un sexenio que fue muy importante para México en ciencia y tecnología fue el de Echeverría, que estuvo influido por lo que se había hecho en el sexenio anterior. “Había un grupo de mexicanos muy destacados, incluyendo personajes como Eugenio Méndez Docurro (Primer Director del CONACYT) y muchos otros, que integraron el Consejo Consultivo del CONACYT como Guillermo Haro, Salvador Zubiran, José Adem. Gente muy destacada, que tenía visión de lo que pasaba en el mundo, y que trabajó mucho en lo que significaban la ciencia y la tecnología para el desarrollo. Ellos participaron en las reuniones de la Unión Internacional de Organizaciones Científicas (ICSU), de la UNESCO y en otras organizaciones internacionales. También influyeron para que el Instituto Nacional de la Investigación Científica, se viera como una semilla de la cual surgió el CONACYT en diciembre de 1970, como uno de los primeros actos de gobierno de Echeverría. Si hablas con personas involucradas con estos temas a las que les tocó vivir el antes y el después, para ellos fue maravilloso”.

* * *

A más de 30 años de la creación del Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología, Fernández opina que, aún cuando se le han agregado muchas funciones, sigue teniendo un modelo centralizado, con abultadas responsabilidades que deberían ser manejadas en otra forma, como las becas, los apoyos a los posgrados, el Sistema Nacional de Investigadores, entre otros. Todo esto le resta flexibilidad para responder eficazmente a la necesidad de incorporar mejores modelos y exige esfuerzos sobrehumanos para atender las nuevas responsabilidades que continuamente le siguen llegando. Al mismo tiempo le mantiene siendo juez y parte en cuanto a la evaluación y el diseño de estrategias. Él formó parte de este Consejo de 1971 a 1976 donde estuvo a cargo del diseño, organización y arranque de servicios especializados de información científica y tecnológica para las empresas, como INFOTEC, los centros de información química y metalúrgica, la red de bibliotecas universitarias y los servicios centrales de apoyo, como el catálogo nacional de publicaciones periódicas y los programas de formación de especialistas de la materia. Después fue director adjunto y apoyó la creación de institutos y centros que apoyarán a la innovación en las empresas, tanto sectoriales como el de manufacturas metalmecánicas, el de siderurgia y el de recursos bióticos, como otros, enfocados a apoyar regionalmente la innovación en las pequeñas y medianas empresas, como las de cuero y calzado, las de vestido y joyería.

“Uno de los grandes problemas que hemos tenido en México es que no hemos podido diseñar bien nuestros mecanismos institucionales para impulsar todo lo que es el desarrollo económico y social impulsado por la tecnología y la innovación. El modelo del CONACYT era bastante avanzado para su época, pero después, igual que todo, los modelos por más buenos que sean dependen de quien los maneje y si quien los maneja no es una persona que tenga respeto institucional y vocación para seguir creciendo desde el punto de vista de la capacidad institucional, pues puede haber muchas limitaciones y problemas”.

-¿Qué limitaciones ve?

-La evolución del CONACYT lleva muchas etapas y la actual trae una gran fuerza en áreas que hasta hace poco estaban fuera de su capacidad de acción. Por ejemplo, la innovación tecnológica en las empresas, significa una inversión del gobierno federal a través del CONACYT de 2 mil 500 millones de pesos en el 2009, además de lo que dispone para este rubro la Secretaría de Economía. Eso no existía hace 3 años. Estaba en cero. Tenía un poquito de apoyo para financiar algunos proyectos, pero sin la visión que tiene ahora.

“CONACYT ha logrado darle fuerza a los estados. Uno de los factores más importantes en Brasil ha sido que cada estado ha creado fondos importantes para su desarrollo científico – tecnológico y es lo mismo que ha pasado en Canadá, Australia y muchos otros países . Hay una labor muy descentralizada y sólida para impulsar la actividad de investigación y desarrollo”.

Y ejemplifica: los fondos regionales, los fondos mixtos que maneja CONACYT con los Gobiernos de los Estados, son de los renglones que más han crecido en los últimos años. Estos nuevos fondos de innovación para las empresas se manejan por CONACYT, mediante convenios con los gobiernos de los estados en los que juegan un papel muy importante las secretarías de desarrollo económico, con apoyo de los consejos estatales.

-¿Qué nivel de descentralización hemos logrado?

-Hace 40 años hablábamos de más del 80% en el DF, ahora es a la inversa, del orden del 30% en el DF y más del 70% en el resto del país. Esto incluye la investigación de las empresas, no sólo la de las universidades e institutos. Si te pones a ver empresas trasnacionales y mexicanas que hacen investigación, ya tenemos más de 500.

Para el también maestro en Ingeniería de Sistemas Económicos de Stanford, el apoyo que CONACYT da a la ciencia es bueno, si se toma en función de los recursos que hay.

Ahora, dice Fernández, hay que destacar el apoyo del CONACYT a que los grupos de investigación formen redes de investigación temática y estén más enfocados a las áreas en las que puede haber un mayor impacto en el desarrollo económico y social así como los programas para impulsar el desarrollo de infraestructura en las instituciones de educación, que ha tenido un gran impacto.

“Ha habido esfuerzos sólidos. El problema es cómo impulsar la investigación en las empresas y ahí está la gran falla estructural que tenemos en México. En EU y en Europa del total de la investigación que se hace, el 80 % está en las empresas. Nosotros estamos con menos de 50 %”.

-¿A la par de qué países estamos?

-De Argentina, Chile y Venezuela, pero atrás de Brasil y muy atrás de países como Canadá y de los líderes que son Corea, Finlandia.

-¿Cómo ve la gestión de Romero de Hicks?

-Muy equilibrada, muy sensata, integrando un buen equipo, integrando nuevos recursos y apoyando cosas que son realmente esenciales.

-¿Qué le falta?

-Un aparato de gestión de la ciencia y la tecnología a nivel nacional más eficiente. Siempre he objetado que CONACYT tenga demasiadas funciones. Es una gran institución de becas, de posgrados, de financiamiento a los investigadores, de financiamiento de proyectos de investigación para las universidades. En la mayoría de los países cada una de esas funciones se maneja en forma independiente. Ese es parte del problema: el manejo institucional para la ciencia y la tecnología es un modelo derivado de una estructura que ha evolucionado muy lentamente y con pocos cambios de fondo, supuestamente defendiendo que no se multipliquen las instituciones. Es un error. Hay que crear las instituciones que hagan falta, hacerlas del tamaño mínimo necesario y hacer que estén bien coordinadas, no solo entre sí, sino con otras partes del Gobierno, como la Secretaría de Educación, la de Economía, la de Agricultura y Ganadería, etc.

Sobre el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) diagnostica que se fue mucho más allá de lo que había pensado, porque originalmente era una forma de evitar la fuga de cerebros. “Era una medida circunstancial y se convirtió en todo un sistema de estímulos en México, con una serie de enfoques que a mi juicio están sesgados porque se premian los papers, la actividad de investigación que se reporta, y muy poco el impacto que esa investigación pudiera tener en el país. Tenemos que buscar mecanismos más equilibrados para que al igual que en todo el mundo la investigación se oriente al impacto en los resultados económicos y sociales del país”.

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El ex Secretario Técnico de la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía, y presidente fundador de la Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y el Desarrollo Tecnológico (ADIAT) dice que la ciencia y la política no se pueden separar, que tienen una relación íntima.

“La ciencia es una función vital de la sociedad. La ciencia no es un atributo que le pones a unas cuantas personas porque son muy brillantes, la ciencia es parte de la inteligencia de cualquier país para poder actuar y realmente resolver sus problemas adecuadamente”.

Piensa que para atacar la falla estructural es necesario tener un Congreso más sólido. “El problema de fondo es que no tenemos madurez política. Para que pueda funcionar el país se necesita un congreso profesional, sólido, apalancado, con buenos mecanismos de evaluación, que lleve un seguimiento de las cosas que están ocurriendo, que sea capaz de decirle al ejecutivo: aquí no me vengas con cuentos, estás mal”.

-¿Y cómo ve el panorama ahora con las elecciones?

-Estamos mal. Otra vez la partidocracia. El gran problema de este país son los partidos políticos. No logramos que haya reelección de diputados, una reelección bien planteada, para que se puedan pedir programas y luego cuentas. ¿Por qué los partidos no quieren que haya reelección de diputados? Por que no quieren que las elecciones se ganen por las personas, quieren tener la capacidad de decidir ellos quien entra. Estamos mal.

“Mientras el Congreso de México no tenga capacidad de ser un instrumento eficaz de supervisión de los resultados, de generación de políticas adecuadas, incluyendo las reestructuraciones institucionales adecuadas, lo que vamos a seguir viendo son puros parches”.

* * *

Al Director Ejecutivo de FUMEC, el interés por la ciencia le llegó desde que su abuelo Mario pasaba el tiempo haciéndole preguntas sobre el mundo.

El hombre que tenía un rancho y atendía una botica en Xalapa le gustaba la química, la física y la agricultura. “Me hacía pensar con preguntas sobre las plantas, los fertilizantes, la física, los átomos y la energía. Eso me motivó bastante”, recuerda el ahora responsable de impulsar a los talentos de los científicos mexicanos a través de la Fundación.

Luego al entrar a la secundaria, Fernández se topó con la maestra Cecilia Sanchez. Ella daba clases de química y lo encantaba cuando le hablaba de la teoría de la relatividad de Einstein, le parecía descubrir un mundo totalmente diferente al que imaginaba. Ya desde sus trece años andaba interesado en el físico Maxwell, famoso por haber desarrollado la teoría electromagnética clásica y en el físico cuántico Max Planck, aunque confiesa “entendía muy poco”.

Le gustaba leer biografías de científicos que hubieran encontrado explicaciones importantes para entender al mundo. Leyó biografías de Newton, Michael Faraday, Sadi Carnot y muchos otros, así como biografías de personajes que tuvieran un impacto en la sociedad, con bases científicas, como Benjamín Franklin, y otros que apreciaban la ciencia, como Napoleón.

-¿Con quiéen te identificabas?

Faraday me llamaba mucho la atención porque era muy práctico, pero pensaba con mucha profundidad sus cosas. Se imaginaba cosas y trabajaba mucho experimentalmente para buscar nuevos fenómenos y soluciones de problemas.

Ahora dedica sus horas de tiempo libre a su familia y, después de un viaje a Turquía, a leer la biografía de Mustafa Kemal Atatürk, que fue un célebre militar – estadista y primer presidente de la moderna República de Turquía.

* * *

A la Fundación México – Estados Unidos para la Ciencia (FUMEC) llegó con la esperanza de ser un promotor de la colaboración en ciencia, tecnología y educación entre México y Estados Unidos. La fundación se creó en el contexto del Tratado de Libre Comercio. “Había discusiones sobre qué hacer entre México, Estados Unidos y Canadá porque el tratado estaba muy enfocado a temas comerciales, políticos, y ambientales, pero se dejó de fuera toda la parte científica, tecnológica y educativa”, cuenta el también Director Ejecutivo del Instituto de Investigaciones Eléctricas entre 1976 y 1991.

Fue el congresista estadounidense George E. Brown, entonces presidente de la Comisión de Ciencias de la Cámara de Representantes quien alertó sobre esta situación. En 1992 creó la primera versión de la FUMEC con el apoyo de un grupo de mexicanos en Estados Unidos. Después facilitóo la colaboración entre los Consejeros de Ciencia de los Presidentes que en 1993 acordaron formalizar a FUMEC involucrando a ambos gobiernos para que hubiera un mecanismo que ayudara a incrementar la colaboración y la investigación. La idea era financiar proyectos en los que participaran investigadores de ambos países, para lo cual se tenían del orden de 6 millones de dólares.

Fernández relata que cuando se acabaron esos primeros recursos ni el CONACYyT, ni la NSF en los Estados Unidos quisieron poner más dinero. Dijeron que eso lo podían hacer ellos sin necesidad de la Fundación. Estaban en una situación delicada para seguir operando y fue cuando lo invitaron a participar a finales de 1996. “Me gustó la idea de la Junta de Gobierno de enfocar la Fundación a los problemas del desarrollo y buscar que la cooperación en ciencia y tecnología tuviera más impacto en las estrategias de desarrollo”.

Brown, apoyó la idea.

“Consiguió recursos para que pudiéramos trabajar el tema de agua y salud en la frontera. Empezamos a armar un programa que encontrara oportunidades y que resolviera problemas buscando la forma de que los resultados de la investigación tuvieran efectos. Y este es el enfoque que ha apoyado la Junta de Gobierno para los programas que tenemos desde entonces”.

Existen tres líneas de trabajo: el desarrollo tecnológico basado en la innovación; la formación de recursos humanos; y el medio ambiente y la salud. Dentro de estas la Fundación ha promovido programas específicos, como la aceleración de empresas tecnológicas, la enseñanza indagatoria de la ciencia en la educación básica y la vigilancia epidemiológica en la frontera.

* * *

Desde la Fundación se impulsa el programa de ciencia y tecnología para niños de INNOVEC, asociación civil que surge de la Fundación, con la colaboración de la SEP. Recientemente, Fernández recibió el Premio puRkwa otorgado por la Academia de Ciencias de Francia y la Escuela Nacional Superior de Minas de Saint-Etienne, por su trabajo en apoyo a la enseñanza y la divulgación de las ciencias para los niños, que inició con la revista Chispa en 1978.

Loa programas de INNOVEC atienden 350 mil niños en 10 estados que trabajan ya con sistemas indagatorios para la enseñanza de la ciencia y el énfasis es en la calidad pedagógica.

“La respuesta del gobierno es que ante este tipo de iniciativas escucha. Le cuesta trabajo actuar porque dentro del mismo gobierno tienes muchas facciones con diferentes posiciones y en esa medida te cuesta muchísimo trabajo que esto se convierta en un proceso fluido y sistemático, que pueda llegar a muchos en muy poco tiempo. Sin embargo, vemos que cada vez más, tanto en el gobierno federal como en los estatales hay urgencia de mejorar”.

-¿A los niños les está gustando cada vez más o menos la ciencia?

-Depende de cómo les enseñes.

-¿Y cómo les estamos enseñando?

-Mal, pero lo que proponemos con los sistemas vivenciales es enseñarles bien, en función de su curiosidad y de su interés. Recientemente le presentamos a la SEP una propuesta para aumentar a un millón y medio el número de niños que pudiéramos atender.

-¿Cómo se llevan con la Academia Mexicana de la Ciencia que también está preocupada por la enseñanza de los niños?

-Nos complementamos, ellos han ido construyendo un modelo enfocado principalmente a la formación científica de los maestros, que tiene muchos aspectos muy interesantes, que en ese aspecto es un excelente complemento de lo que se hace en INNOVEC, pero nosotros seguimos una estrategia diferente. Estamos siguiendo modelos que se originan en los Estados Unidos y que se han adaptado en Francia, Suecia, México y muchos otros países. Modelos que llevan a los salones de clase todo lo que se requiere para que el maestro pueda tener un excelente resultado con los niños. Me refiero a la capacitación del maestro, las guías para que se le facilite el trabajo en el salón de clase, los materiales y organismos para que todos los niños puedan tener las mismas experiencia y se facilite el trabajo constructivista del maestro y desde luego la asesoría que ayude al maestro a ir mejorando continuamente sus estrategias pedagógicas. Esto es lo mismo que está impulsando en todo el mundo el Inter Academy Panel, la organización que facilita la colaboración entre Academias y con la que estamos trabajando muy estrechamente. Estamos siguiendo una estrategia que es muy común en la ingeniería, buscar lo que nos permita avanzar sólidamente y a la mayor velocidad, adaptarlo y ponerlo a funcionar. Estamos tratando de aprovechar las ventajas de la globalización, sin perder de vista que hay que tener desarrollos propios y capacidades avanzadas para poder aprovechar lo mejor de todo el mundo. Estamos en un mundo interconectado, donde mi nieto juega con un cuate que está en Australia, el mundo solo puede ser el mundo completo.

* * *

Otro aspecto importante en la vida de Guillermo Fernández fue la creación en 1976 de la revista Chispa. La empezó a imaginar cuando trabajo en un proyecto del Instituto de Ingeniería con el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, sobre Ciencia, Tecnología y Desarrollo, en 1968. Fernández cuenta que en lugar de estudiar asuntos “glamorosos” para sacar premios nobels y patentes, él se enfocó a ver cómo mejorar la formación científica de la población y a cómo impulsar la tecnología de las empresas.

“Me interesó mucho cómo generar mecanismos que ayudaran a las empresas a utilizar adecuadamente todos los conocimientos, los nuevos avances y me di cuenta de que eso dependía mucho de la capacidad de los directivos y de los técnicos y que era necesario que tuvieran actitudes, conocimientos y bases científicas. Eso dependía de que hubieran tenido una preparación adecuada desde su educación básica”, relata.

Vimos, dice emocionado, que había que hacer un esfuerzo muy grande para mejorar la enseñanza y la divulgación de la ciencia dirigida a los niños y jóvenes. “Había que poner a los papás en juego con todo esto, que no se limitara a lo que se pudiera hacer en la escuela, sino que la casa se convirtiera en un lugar donde se hablara de ciencia”.

Así nació Chispa, para que a través de los niños se llevara la ciencia hasta las familias. En la publicación que duró 20 años en circulación se podían leer biografías donde destacaban las características de las personas como que Darwin era un chico que se dedicaba a observar animales y plantas y que hacía colecciones. “Destacábamos anécdotas chuscas que hicieran que los niños tuvieran una sonrisa. Había actividades, experimentos del Tío Bolita, descripciones y reportajes. Lo que buscábamos era destacar a los científicos y tecnólogos mexicanos”.

En esa búsqueda lleva años y todavía sigue adelante en su gusto por impulsar la ciencia.

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