Elegancia italiana. Tienda céntrica en Roma. Él se prueba. Ella dice Es precioso. El dependiente exalta la prenda. Él quiere probarse el del escaparate, el de cachemire. Se lo dan. ¿Lo tiene en otro color? Sí, azul marino, pero el camel… Ella asiente, dice Más elegante el camel. Él, ¿no lo ves un poco estrecho? Puede, a ver una talla mayor. Él se la prueba. Mejor. Sí pero casi prefiero el modelo anterior en este color. Ella pide una silla. Ahora el modelo anterior en el color del último. Sí, éste es más sobrio pero no es mi talla. Es que en este modelo cambia. Por favor, sería tan amable. Gracias. Se lo prueba. ¡Ahora sí!, ¿te gusta cómo me queda? Sí, estupendo, a ver el precio. Lo miran. Se miran. Ella a Él, Es precioso y te queda fenomenal pero. Él lo desabrocha y se dirige al dependiente, Póngamelo, me lo llevo. Eufórico el empleado ¿El camel entonces? Sí, sí.
Por fin sobre el mostrador el elegante abrigo de caballero de mohair. Y la visa. Ella le mira. Él, como si nada. Caballero, sale Denegada. Ah, tenga esta otra. La pasa. Disculpe, parece que tampoco. Ella, roja, sabe. Él también sabe. El dependiente, Quizá con otra. Sí, sí, pruebe ésta, seguramente… Lo siento, señor, tampoco. Ella, sofocada ya, hace rato que dejó la silla. Y Él, Caramba, qué fastidio, me interesa el abrigo, ¿qué podemos hacer? Se lo podemos enviar por correo, sugiere el vendedor. Perfecto, le haré una transferencia en cuanto llegue a casa. Intercambio de tarjetas. Ella y Él saben: que no. Se despiden con sonrisas y salen a la calle. –¡No lo entiendo! ¡No puedo creerlo! ¡Sacaste todas las visas! ¡Si sabías que no! -¿Y qué iba a hacer llegado a ese punto? Así que por si acaso…
Teresa de Paz
¡Ah que Teresa tan juguetona! Dejas a tus lectores picados. Esta escena la pude haber vivido varias veces, tan sólo por diversión. Así los he percibido. Me gusta, me gusta lo que escribes.
Has descrito a la perfección punto por punto toda la escena y has hecho que se reproduzca con realidad en mi imaginación.
El final, soberbio
Qué buena técnica para el dialogado. Me gustó.
Qué fina ironía en el enfoque. Salió redondito.
Muy bueno.
Está padre que en este pequeño cuento se satirice la necesidad de estatus de la clase media. Al final, con ironía, el personaje sale medianamente bien parado ante el vendedor que siempre será lo más importante en una tienda departamental. Me gustó mucho.