Dice el poeta y crítico Gonzalo Vélez, en el sugerente ensayo que publicamos a continua- ción, que la multiplicidad temática y estilística de José Castro Leñero es notable. Y dice bien. Por nuestra parte, sugerimos que la multiplicidad, cuando realmente sucede, supone grandes contrastes. Pensamos en este pintor mexicano como un creador que, ante la impe- riosa necesidad de manifestarsus ideas visuales y la complejidad emocional que segura- mente va aparejada a cada una de ellas, debe echar mano de cuanto recurso y cuanta estética son necesarios para lograrlo. No estamos hablando de un artista que es fiel a su estilo, a un plan pictórico o dibujístico personal, al espíritu de la época ni, mucho menos, a las modas, sino, por así decirlo, de un emersoniano.
Decía Ralph Waldo Emerson que “la consistencia insensata es el duende de las mentes pequeñas. Nada tiene que ver un alma grande con la consis- tencia”, y sus palabras parecen resonar de manera singular frente a la obra de Castro Leñero. Las constantes, necesaria- mente, están ahí, pero en el afán de responder como se debe a la variedad de visiones que lo tocan, el artista no escatima en saltos —espaciales y temporales—, no repara en colisio- nes, no escamotea una sana dosis de discordancia. Así, en el conjunto de su obra vemos lo mismo un paisaje que se anto- ja agreste y decimonónico que un despliegue de puntillismo o una meticulosa serie de autos chocados, en el más puro estilo neorrealista.
También vemos composiciones de gran modernidad, sentimos en ciertos trazos el latido nervioso de la gran urbe contemporánea. Desde el fin del medioevo, relativizar ha significado san- cionar versiones distintas de la realidad, reconocer la parte de verdad que puede haber en dos o más formas de apreciar el mundo. Lo relativo también está, sin embargo, en los contrastes que al margen de nues- tra interpretación engloban la realidad. Castro Leñero relativiza en este sentido. Voltea la vista y los instrumentos de trabajo lo mismo a derecha que a izquierda; al mundo natural y al urbano; a lo sublime y a lo grotesco, a la tradición plástica y a la renovación transgresora del oficio. Tal es su forma de ser, universal y diversa, no consistente sino congruente. Bienvenida esta ejemplar muestra de su vasta obra en las páginas deEstePaís| cultura. ~
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