En ciertos casos destacados —que suelen ser deleitables— es posible encontrar detrás de un buen arquitecto a un buen dibujante.
Devotos de la pericia en el manejo de las lentes fotográficas y admiradores del dominio de los lápices y herramientas plásticas que esto supone; admiradores de la capacidad para trasladar la composición de un volumen —sin que por ello pierda su carácter— a las dos dimensiones del papel, en EstePaís |cultura incluimos en nuestras páginas —de cuando en cuando y a la par de la obra gráfica de artistas primordialmente visuales— materiales arquitectónicos de particular calidad.
Tal es ahora el caso de la obra de José Amozurrutia, joven talento que se abre camino en el quehacer arquitectónico y artístico de nuestro país. Es ésta una mínima, somera muestra de los copiosos materiales que de modo fascinante constituyen los diversos cuadernos de viaje de José, donde reúne esbozos y notas, páginas para la mera imaginación gráfica, diarios que registran un laborioso proceso de estudio y aprendizaje. Hemos elegido una pormenorizada relación visual del recorrido que hiciera Amozurrutia por las ruinas de Angkor Wat en Cambodia.Es un ejercicio de notoria versatilidad, que registra con mirada objetiva la escena; o bien se inclina por un aspecto aislado y lleva al papel, a base de aplomo y trazos libres, un rasgo interesante —la voluminosidad de las piedras y la insistencia de las rectas, por ejemplo—; o captura la fusión del entorno natural con las estructuras —misma que parece sintetizar el espíritu de un pueblo y que nos remonta a los tiempos vitales de las ruinas.
En otros casos, José hace propuestas por completo autónomas de lo arquitectónico, obras gráficas que juegan de manera notable con la división entre áreas de luz y de sombra, y que sugieren, en una superposición de planos, figuras veladas o primitivos y rupestres trazos. El autor opta también por una versión retrabajada del motivo arquitectónico y nos ofrece algunos grabados de mancha gruesa en los que, si cabe, manifiesta una preocupación social que en el campo laboral lo ha llevado a proponer proyectos de interés comunitario, como una Casa de Artes y Oficios para Sordos y el sistema de recuperación de agua que le valió recientemente uno de los premios del Programa Creación Joven del Gobierno del Distrito Federal.
He aquí uno de los afortunados ejemplos de arquitecto y dibujante magníficos. Asómese el curioso lector a la doble veta creativa de José Amozurrutia y atisbe también el modesto homenaje que el suplemento rinde al venezolano Rafael Cadenas, Premio FIL 2009, en este mes de diciembre en que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara le entrega el galardón.
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