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Poema inédito y atisbos varios
Cultura | Poesía | Rafael Cadenas | 01.12.2009 | 0 Comentarios

Ella

Me mira mientras divago
entre vacilantes manuscritos
que no se apagan,
ruinas de frases,
malqueridos vocablos,
palabras rehuídas,
aforismos
xxxxxproemas
xxxxxxxxxxnotas,
vestigios, un parvo
silo de letras,
anhelantes residuos
de una andanza
en descampado
a los que visito
en busca de hospedaje.

Memorial del silencio

Entrevistas

En el año 2000, Ediciones La Oruga Luminosa reunió una serie de entrevistas al poeta y ensayista Rafael Cadenas. Publicadas entre 1966 y 1999, en revistas y diarios de Venezuela, ofrecen una bitácora minuciosa y vasta en torno de las preocupaciones, lecturas y pasajes de la vida del entrevistado. Lo que aquí se presenta es una antología, una colección de fragmentos agrupados por temas o ideas o visiones que se entrecruzan y complementan, e incluso se contraponen y se revisan sin paradoja alguna, en torno de asuntos y obsesiones que han permanecido, con sus inevitables y necesarias metamorfosis, en la escritura lírica y ensayística del autor venezolano. Se advierte que la mayoría de las entrevistas dan cuenta de la fecha, la fuente donde fueron publicadas y, por supuesto, el nombre del entrevistador; en algunas de ellas, sin embargo, la información de origen es incompleta, o de plano inexistente; ante tal vacío, en el material que aquí se muestra habrá fragmentos que no den noticia alguna de la ficha respectiva. Ernesto Lumbreras

EL ORBE MÍSTICO

No sé en qué corriente específica poner lo que escribo; nunca me he planteado eso. Ni siquiera sé por qué escribo. Sin embargo tengo un respeto místico por la palabra. La palabra para mí es una religión, y cuando dudo de mí —son tantas las veces que esto me ocurre— pienso que algo debe significar la reverencia con que siempre he mirado la literatura, la letra.

Con J. R. Guillent Pérez, El Nacional, 1966.

Lo que el místico busca es un contacto con lo que uno puede llamar el fundamento de todo, al cual se ha dado otro nombre que confunde mucho, aunque esto suene a herejía, que es el nombre de Dios.

Con Harry Almela, Bajo Palabra, 1993.

Bueno, él escribió [se refiere a San Juan de la Cruz] siete poemas, de los cuales tres son extraordinarios. Son como milagros. Pero como a todos los místicos, a él no le interesa tanto la poesía como lo otro. A él le interesa más su relación con el misterio. Los comentarios que él hace a sus poemas son muy dictatoriales. No permite ninguna interpretación que no sea la suya.

Con Harry Almela, Bajo Palabra, 1993.

Los místicos resultan chocantes para la mayoría porque exigen el olvido de nuestro yo, y especialmente al hombre de este hemisferio se le puede pedir cualquier cosa, hasta la vida, pero no su yo. Él sacrificaría todo, aun su alegría, menos eso que él cree que es todo. Ese punto donde se concentra no el deseo de ser sino el deseo de ser más.

Con J. R. Guillent Pérez, El Nacional, 1966.

EL SER Y NO SER DEL ARTISTA

Pero tampoco se puede hacer arte cuando el artista encaja demasiado normalmente en su medio. En este caso se podría más bien hablar de castración. No hay arte sin extrañeza, y mal puede hacerlo quien se adapta bien a una sociedad llena de horrores como la nuestra.

Con J. R. Guillent Pérez, El Nacional, 1966.

Un pintor puede vender sus cuadros, pero a un poeta le está mal que muestre indicios de ser un hombre con las mismas urgencias de todos. Sus enemigos quieren verlo arrastrándose por las calles. No debe comer, ni vestir, ni tener sexo, etc. Debe, además, portarse bien. Después, y sólo si se porta bien, se le dará su nombre a una escuelita, a una callecita, a una placita.

Revista Papeles, 1966.

Yo no puedo hablar de Dios como lo hace Henry Miller, con ese desenfado: “Un escritor no puede hacer nada. Nadie puede hacer nada. Estamos en las manos del diablo. Dios ha desaparecido”. Pero sí creo que se ha perdido toda reverencia, el sentido del misterio, y esto ha dado paso a una actitud muy peligrosa, de hybris, en el hombre, a una soberbia. Él sólo cree en su hacer, se entrega desenfrenadamente a lo que llama “desarrollo” y se olvida de vivir, lo cual lo lleva a la desesperación sin él darse cuenta, sin saber por qué sufre. Escribo cuando algo en mí quiere expresarse. Lo que me mueve puede ser un recuerdo, una sensación, una vivencia, un malestar, una idea, sobre todo cuando aparece reiteradamente y vence así mi resistencia, pues no soy de los que van con gran disposición al papel y escriben con facilidad.

Revista Imagen, 1985.

Pero admitiendo que alguien es poeta, ¿por qué establecer esta división entre momentos en que se es más poeta que en otros? Si consideramos a la poesía como vida, el poeta es siempre poeta como el ser humano es siempre ser humano. Cuando uno se enoja o se alegra o se entristece o pasea o come está viviendo y no creo que sea necesario introducir una jerarquía en nuestras actividades.

Con Gabriel Rodríguez, Revista Extramuros, 1972.

DESPUÉS DE TODO, LA POESÍA…

La poesía no tiene residencia fija. Suele invadir los demás géneros y casi no hay gran libro donde no esté presente. Hasta puede afirmarse que en última instancia no hay literatura, sino poesía.

Con Luis Alberto Crespo.

[…] poesía que teme cometer faltas de respeto es poesía mellada.

Con J. R. Guillent Pérez, El Nacional, 1966.

No hay punto adonde llegar, sino muchos… o ninguno. Es en esta convicción donde puede alojarse la poesía.

Revista Papeles, 1966.

La poesía pertenece a lo más íntimo, lo más sagrado, lo más tembloroso del hombre; no es asunto de frases bonitas (algunas veces es todo lo contrario), pero eso han creído muchas personas, y entre ellas, muchos poetas venezolanos.

Con J. R. Guillent Pérez, El Nacional, 1966.

Hoy en lo que escribo las palabras están más pensadas. ¿Es esto menos poético? Tal vez, pero se ha producido sin yo proponérmelo. No he podido hacer otra cosa. Siente el pensamiento, piensa el sentimiento, decía Unamuno. Ambos estás muy unidos.

Revista Imagen, 1985.

Así como no se lee poesía, tampoco se vende. Su espacio en el hombre, aquel donde éste crece, ha sido tomado significativamente por poderes hostiles a la poesía. Dice mucho que las fuerzas de la destrucción del individuo sean siempre tan incurablemente antipoéticas. Exudan vulgaridad, cualquiera que sea su máscara.

Con Luis Alberto Crespo.


LOS MUNDOS REVELADOSS EN E L MUNDO R EAL

La vivencia de la verdad como belleza es la culminación de toda búsqueda y quien llega a eso no necesita aprender más. Aceptarlo es aceptar todo lo real —lo benéfico y lo destructivo—, pero el hombre defiende hasta sus últimos reductos la fortaleza del sueño. No quiere despertar y le cuesta desprenderse de lo que es mentira para mirar las dos caras de la moneda. Pelea hasta el fin por la ilusión.

Con J. R. Guillent Pérez, El Nacional, 1966.

Mi “verdad” es un sentir la realidad como misterio, desde la piedra más “insignificante” a la estrella más sorprendente.

Circa 1999.

Es evidente que el mundo se aleja cada vez más de la poesía y parece dirigirse a la creación de sociedades de seres desindividualizados, si bien prósperos, a quienes una máquina inmensa les decide lo que deben vestir, comer, leer. En la caída del hombre figura la poesía junto con otras pérdidas no menos importantes; pero ni así podrá desaparecer, pues la necesita para informar sobre su naufragio, o mejor aún, para apuntar su rescate.

Con Luis Alberto Crespo.

La gente sin embargo no quiere ser sacudida, dejada en el aire, puesta fuera de sus vías acogedoras, muelles asegurantes, por la loca “centella del alma” —para decirlo robándole la expresión a Eckhart—, y lanzada a otra zona donde nada valen las convicciones que nos sirven para la vida diaria.

Con J. R. Guillent Pérez, El Nacional, 1966.

DONDE NO SE DICE MUCHO LA PALAB RA AMOR

Los taoístas hablan no ya de respeto sino de reverencia en el trato entre los seres, sobre todo en la pareja. ¿Verdad que estamos lejos de eso? Más bien se ven muchas animosidades, proyecciones, riñas. ¡Cuántas discusiones sobre insignificancias ponen en peligro la relación, que es lo esencial, que debe estar por encima de lo demás! ¿Se puede explicar el amor? Yo me he prometido no hablar de él porque se le infligen muchas falsedades, muchos lugares comunes, muchas tonterías psicologísticas casi siempre expresadas con gran seguridad.

Con Carlos Santaella.

Por eso se vive en la ilusión, tomamos por realidad lo que somos capaces de verbalizar. Así escribimos sobre el amor y creemos en lo que decimos y nos sentimos en su reino, y la verdad es otra, la verdad simple y llana es que vivimos encerrados en nuestro yo. […] fíjate lo que pasa con los jóvenes. Cómo usan las palabras. Viven en la ilusión de las palabras amor, paz, liberación. Pero no han penetrado en el sentido real de ellas, y siguen en el fondo expresando a la sociedad de la cual creen haberse diferenciado.

Con Gabriel Rodríguez, Revista Extramuros, 1972.

Si nuestra sociedad fuera budista, se le daría las gracias al mendigo que le ofrece a alguien la posibilidad de ser mejor, al dar, sin ningún incentivo celeste, por el sólo ayudar…

Revista Papeles, 1966.

Feliz es una palabra demasiado grande. Me parece más apropiado decir que uno aspira a no ser infeliz porque tiene cierto talante —adquisición, préstamo, no sé— que excluye muchos sentimientos que son una traba del vivir, que constituyen una carga psíquica. En el fondo, ser desdichado no es culpa de nadie; lo que pasa es que la gente como que necesita culpables a quienes acusar para sentirse bien, manera muy cómoda de no verse.

El taller de al lado

Traducciones

En el año 2005, el sello Bid & Co Editor reunió las traducciones de Rafael Cadenas, desperdigadas en plaquettes y revistas de Venezuela, en un solo volumen, bajo el título El taller de al lado. En éste encontramos versiones de Cavafis, D.H. Lawrence, V. Segalen, R. Creeley, poetas polacos contemporáneos, maestros del zen, el diario de Nijinsky y Whitman. En 1994, precisamente, había circulado aquí en México la traducción de Monte Ávila —eran años mejores para la editorial— de Walt Whitman. Conversaciones; se trataba de un ameno y corrosivo librito de frases y recuerdos que anotó un joven admirador del autor de Hojas de hierba, Horace Traubel, al final de sus días. La lectura de estas dos piezas en la bibliografía de Cadenas nos permite conocer un aspecto más de su escritura, indisociable de su ensayística y su lírica. Por cuestiones de espacio, sólo he seleccionado tres autores cercanos a la tradición de su traductor. Ernesto Lumbreras


DE WALT WHITMAN

La literatura vale en la medida de la pasión —la sangre y el músculo con que está dotada, que yacen ocultos activos en ella.

Mis amigos, algunos de ellos, los más conservadores (deseándome bien en realidad) estaban diciéndoles siempre a otros, a mí, en la prensa, oralmente, que si yo me domara un poquito podría, etc., etc.

Detesto pensar en mí como meditabundo, abatido, melancólico.

Si me llaman no poeta entonces tal vez soy no poeta. No me importa cómo me llamen, si con éste u otro nombre, es lo mismo siempre que yo produzca el resultado, siempre que logre decir mi palabra y ser oído, tal vez conmover a hombres y mujeres.

No hacer citas ni referencias a otros escritores.

No ponerle ningún sobrepeso a tu escritura. Dejarla andar tan livianamente como vuela un pájaro en el aire o nada un pez en el mar.

Procurar no moderarte mucho…

DE D.H. LAWRENCE

Que así sea

¡Oh, si una llama está en ti, que así sea! Cuando llamee levantándose y oscilando con toda su pureza, libre por un momento de toda vanidad y de toda intención, eres por ese momento uno de los dioses, Jesús o Fafnir o Príapo o Siva.

El arcoiris

Hasta el arcoiris tiene cuerpo hecho con gotas de llovizna y es una arquitectura de centelleantes átomos bien construida, bien construida, sin embargo no puedes ponerle la mano, no, ni siquiera tu mente.

DE TYMOTEUSZ  KARPOWICZ

Sueño

Qué horrible el sueño

del que saltó el poeta

como un ciervo de un bosque en llamas.

La mariposa de su metáfora

lo había cubierto con sus alas;

y el picaporte de la puerta que él había descrito

se movió. ~

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