Los asesinos a sueldo y las secretarias bilingües tienen algo en común: ambos perciben un salario mensual promedio de entre 10,000 y 12,000 pesos. El reducido costo de un asesinato en México es desconcertante. El salario de un sicario no sólo garantiza la completa confidencialidad en el asesinato y la desaparición del cuerpo, sino lealtad vitalicia y en ocasiones, servicios alternos de vigilancia y protección.
Ciertamente, la consecución de asesinatos de más alto impacto son sustancialmente más costosos: el perpetrador del asesinato de Robles Liceaga, jefe de policía del Distrito Federal, cobró 200 mil pesos por cometer el ilícito (Fernández Menéndez y Salazar Slack, 2008). Aún así, la “profesión” de sicario en México es mal pagada de acuerdo a los estándares internacionales.
Asesinos a sueldo en otras regiones del mundo encontrarían los salarios mexicanos irrisorios. Un estudio del Instituto Nacional de Criminología del Sur de Australia demostró que el salario promedio de un sicario en dicho país es de 12,700 dólares y llega hasta los 76,000 dólares por encargo (CNN 2004). Nótese que en Australia los pagos se hacen por asesinato, mientras que en México el asesino es contratado por todo el mes. Es decir, un sicario mexicano de alto nivel tendría que trabajar 8 meses para percibir lo que el australiano promedio recibe por un asesinato. Peor aún, el salario del mexicano es aún más bajo si consideramos los riesgos del oficio. Mientras que el asesino a sueldo mexicano se juega la vida matando a otros sicarios o a miembros armados de otros cárteles, el asesino australiano mata amas de casa. Sí, como lo oye. El mismo estudio demostró que el encargo por excelencia en el mercado de los asesinatos en Australia son las esposas. Las razones abundan: cobrar fideicomisos, seguros de vida, lograr el divorcio, huir del hogar para irse con otra; en pocas palabras, crímenes pasionales.
España también cuenta con una larga lista de asesinatos por encargo y las tarifas suelen ser extraordinariamente altas. Según estadísticas oficiales, al año se presentan cerca de 40 asesinatos perpetrados por sicarios (Fernández 2008) cada uno de los cuales es ejecutado a un costo de entre ¡20,000 y 50,000 euros! El número de asesinatos en España, aunque pareciera bajo de acuerdo a los estándares Mexicanos –donde más de 10,500 ejecuciones se han realizado desde el comienzo del sexenio de Calderón (CNDH 2009) – es considerablemente alto para Europa. Las razones se encuentran en el narcotráfico. España es el segundo consumidor de cocaína más importante del mundo, superado únicamente por los Estados Unidos. El consumo de cocaína en Madrid es sólo superado en Nueva York donde se consume una raya diaria por cada 10 personas (UNODC 2007).
Cabe destacar que los sicarios que operan en España no son europeos sino que provienen de regiones menos desarrolladas como Europa del Este y Latinoamérica. Los asesinos exportados son conocidos en el medio como “Tyson’s” porque, como boxeadores profesionales, llegan a España “pegan, es decir matan, y se van tras cumplir el trabajo (Fernandez 2008)”. Los cárteles colombianos se encuentran entre los principales empleadores de Tysons y los buscan (¡y encuentran!) en la clase turista de los vuelos Bogotá – Madrid. En las palabras de uno de ellos: «Me senté en el avión y otro Colombiano comenzó a hablar conmigo. Me preguntó si quería hacer un billete. Yo le dije que sí, así que me dijo que el trabajo era silenciar a alguien (Zaitch 2002)”.
El lector perspicaz me dirá que los salarios en países desarrollados tienen a ser mejores en todas las profesiones y que eso puede ser explicado por las diferencias en el costo de vida, en la paridad del poder adquisitivo, etc. Sin embargo, y aquí está lo verdaderamente intrigante, el sicario Mexicano sigue siendo sub-pagado aún si lo comparamos con los salarios de asesinos en países económicamente similares a México. En Argentina, donde el Producto Interno Bruto (PIB) per capita y los niveles de inequidad son similares a los mexicanos (PNUD 2007), los sicarios son pagados entre 3,508 y 5,263 dólares por evento (Messi 2003); un salario bastante mayor a lo explicado por diferencias en el tamaño de las economías de ambos países. En pocas palabras, el asesinato en México es una ganga.
Un primer candidato a explicar este fenómeno es el mercado laboral. Se ha culpado a las tasas se desempleo y sobre todo, a los bajos salarios, como los principales facilitadores del crimen. Economistas han demostrado que la inestabilidad laboral está substancialmente asociada con el crimen, especialmente el violento (Resa Nestares 2001). Los mismos sicarios culpan a la economía por sus acciones: “¿De qué sirve un salario mínimo? Unos pesos no alcanzan para nada […]. Si a mí me encargan un muerto y me dan un buen billete, yo me la juego. Yo por dinero mato a quien sea…(Abeijón 2006)” .
Si a los bajos salarios y al alto desempleo le agregamos una carencia de calificaciones laborales en los jóvenes, convertirse en sicario se vuelve bastante atractivo. Y es que pasa ser asesino a sueldo lo único que se necesita es ser valiente. Todo mundo lo sabe. La primera vez es la más difícil. Los sicarios recuerdan que la primera vez “ven al muerto hasta en la sopa,” pero después “eso de matar (…) [se vuelve] una cuestión normal. (Abeijón 2006)”. No es casualidad que la mayor parte de los sicarios del narco en México provengan de familias no muy adineradas y carezcan de educación formal. Entran al negocio por el dinero y saben bien a lo que van. La vida promedio de un sicario en México es de tres años (Martínez 2009). Una de las primeras cosas que compran con su cheque es su lugar en el panteón local. La mayoría, sin embargo, nunca será enterrado(a): muchos de los sicarios que mueren en servicio son asesinados de manera “limpia”: sin cuerpo o evidencia.
Volverse sicario es fácil…
Comentarios a [email protected]. Agradezco a Alfredo Corchado, corresponsal en México del Dallas Morning, por sus valiosos comentarios y por las largas pláticas que mantuvimos en la cafetería del Departamento de Gobierno de Harvard. El presente trabajo no hubiera sido posible sin el valiente trabajo de periodistas de alto nivel como Jorge Fernández Menéndez, Jesús Blancornelas y Ricardo Ravelo.
Viridiana Ríos
[…] del ex presidente Felipe Calderón. A inicios del pasado sexenio, un sicario ganaba, según Viridiana Ríos, estudiante en Harvard, de Tráfico de Drogas, Violencia y Corrupción en México , y colaboradora de la revista Este País, entre diez mil y doce mil pesos.Hoy, según el […]
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