Entre las decepciones de Avatar está la muy pobre argumentación del coronel Quaritch para justificar un ataque al árbol-aldea del pueblo na’vi: «La mejor defensa es el ataque. Combatiremos al terror con terror». No sólo decepciona por gratuita, sino también por choteada. Ya le habíamos escuchado el argumento al último Bush —y ya sonaba torpe y chocante con él—. Como sea, aun la cortedad de miras o la poca imaginación de James Cameron tienen algo digno de atención.
Al parecer, uno de los efectos que trajo la caída de las Torres Gemelas es que algún sector de la gente de Estados Unidos se comenzó a preguntar por qué los odia el mundo. ¿Y los odia el mundo? Sí pero no. O no. O sólo algunos. Algún grupo mucho, seguro. Nada más que debe ser muy difícil acomodar ese tipo de respuestas en un país sin escala de grises, donde amplios sectores se piensan paladines de la libertad y/o de la democracia. Me imagino que debe ser bastante complicado entender por qué el mundo rechaza los dones con que uno cree que está bendiciendo a los demás —y lamento que la generalización necesaria para mi argumento deje mal parados a muchos estadounidenses más sensibles—. También me imagino que debe ser más fácil buscar un culpable que pensar dónde está el problema y si hay un chivo expiatorio muy mediático y, para colmo, extraordinariamente antipático y bestia, como George W. Bush, todo se acomoda solito.
No es que los estadounidenses hayan sido incapaces de imaginarse haciendo el mal. Mucho de su cine tiene criminales brutales, para empezar. Han llegado a crear personajes tan oscuros y carismáticos como el coronel Kurtz de Coppola y tan aterradores como John Doe, de Seven. Lo que nunca habíamos visto es al ejército gringo atacando desvalidos desde la perspectiva de los desvalidos. El ataque, por fines narrativos, requiere de un tipo malo pero malo, el coronel Quaritch, al que el héroe se tiene que enfrentar. Eso es parte del cine modélico gringo (tiene que haber un enfrentamiento cara a cara entre el héroe y el villano) y, en tanto a tal, hay que dejarlo pasar, para enfocarnos en el nuevo malvado.
La similitud del discurso de Quaritch con los de Bush viene de que Bush regaló un nuevo cliché: su intolerancia y prepotencia se han convertido en representaciones por antonomasia de la intolerancia y la prepotencia de cierto tipo o estereotipo de gringo. Cuando un personaje dice una línea que asemeja las justificaciones de las guerras de Bush en Afganistán e Iraq, se entiende que está perdido o sobrepasado por su arrogancia. En el tercer capítulo de la Guerra de las Galaxias, Anakin Skywalker indica sin dudas su camino al mal, es decir, su transformación total en Darth Vader, cuando le dice a Obi-Wan Kenobi: «Si no estás conmigo eres mi enemigo» —eco más que transparente del «Quien no está con nosotros está en nuestra contra» que Bush declaró justo después del ataque al WTC de Nueva York y antes de la última guerra de Afganistán—. Tras decirlo un Anakin/Vader ensoberbecido es derrotado por Obi-Wan. Obvio.
Con estos dos ejemplos creo que se puede trazar un código: el personaje (gringo) que habla como Bush es malo. El código es de fácil digestión y por eso pasó de los medios noticiosos al cine sin pérdida. Pero más que digerible es de consumo fácil: cualquiera entenderá la referencia. (¿Será que ya no se necesite a Hitler como metáfora del mal?)
Pero lo más interesante de esta nueva codificación es su reverso. Al coronel Miles Quaritch se le opone al cabo Jake Sully. Aun parapléjico Sully es ese típico héroe/soldado estadounidense con una voluntad de hierro, muy rudo y tan determinado como para conseguir derrotar al enemigo ya sea como llanero solitario o como líder. Pues bien, al parecer, el soldado estandarte de la pureza épica, que puede ser transformado por el otro, sólo necesita volverse viejo e instalarse en el statu quo para convertirse en villano bajo las mismas reglas que lo hicieron héroe. De joven Quaritch fue un explorador de los marines, justo como Sully antes de perder el uso de las piernas. Y aunque éste es su primer vínculo, Quaritch también es muy rudo, tiene una voluntad de hierro y es un líder determinado. Son reflejo uno del otro. En el verdadero héroe «americano», salido de las praderas de Kansas, siempre ha estado la simiente del gran villano «americano».
Abel Muñoz Hénonin
Es una reseña digna de la revista proceso o del periódico la jornada.
Definitivamente Quaritch es un eco resonante de Bush, el árbol de las torres y Avatar en general de la idiosincracía gringa. La pregunta ahora es: ¿Si ya agotaron tantos temas en esta historia, qué nos van a contar en la secuela?
HUuuu hay tantas cosas mal en lo que decis, claramente discutibles, mira la peli, disfrutala, dejate de joder escribiendo en internet pelotudeces y usa la cabesita para cuarar alguna enfermedad. Poyon