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DE CORTINA DE ACERO A CORREDOR ECOLÓGICO
20 años después de la caída del muro de Berlín
Blog | Karl-Heinz Gaudry | 09.02.2010 | 0 Comentarios

greebelt

Cuando en arquitectura pensamos sobre “La Línea“, asociamos una serie de puntos contiguos que juntan o separan, unen o dividen y que ultimadamente logran establecer la relación entre el interior y el exterior. Detrás de “La Línea” está uno dentro o detrás de ella está uno fuera. No hay modo más sencillo para unir o dividir, para establecer el “In-Out”, el dentro fuera, que con el trazo de una simple línea. Después de que en 1961 se ensamblara el Muro de Berlín como línea fronteriza de concreto prefabricado, ahora de importancia geopolítica, “La Línea” logró que el Oeste quedara fuera y simultáneamente totalmente adentro. Berlín quedó zonificado y rodeado por el dentro y fuera de la República Federal Alemana (RFA). En el lapso de sus 28 años, el Muro de Berlín fue, además de una barrera física fronteriza, un símbolo que “finalmente” dramatizó la división global. Dentro de Europa: -la cortina de hierro y su modelo a escala “El Muro” o “Die Mauer”- dividiría al mundo por ideologías y sistemas político-económicos.

Entre 1961 y 1989, durante los 28 años del muro, la elasticidad fronteriza de Europa permaneció inestablemente quieta. La cortina de acero dibujó después de la 2ª guerra mundial una nueva división entre el Este y Oeste, entre bloques apodados capitalista y comunista respectivamente. Nosotros, talvez, viendo desde afuera imaginarios del Este europeo o comunismo; y los otros también, echando miradas imaginarias al Oeste capitalista.

Con una mirada detrás de la cortina de hierro nos encontrábamos ante las fronteras de la República Democrática Alemana (RDA), la Socialista de Checoslovaquia, la Federal Socialista de Yugoslavia y la Popular de Polonia, Hungría, Rumania y Albania. Después de 20 años de la caída del muro les decimos con otros nombres, han trazado nuevas líneas y tendido nuevas redes desde su territorio, dejando en la memoria colectiva una confusión de geografía política hasta hoy tangible.

Montenegro (Crna Gora en su idioma original) es un ejemplo claro y sencillo. En la geografía colectiva, Montenegro es comúnmente ubicado entre Italia, España o incluso Francia. Los mejores intentos lo ubican en el Mar Mediterráneo y los más audaces, y acertados históricamente, en Serbia-Montenegro.

La pequeña Nación al Mar Adriático, vecina con Serbia, Bosnia y Herzegovina y Albania, inició en la primavera del 2006 su vida independiente por referéndum ante el Estado de Serbia y Montenegro. Hasta ahora es el único Estado que se define constitucionalmente, en su artículo primero, como un Estado ecológico.

Independientemente de las ambigüedades que el término “ecológico” pueda generar, Montenegro ha valuado su patrimonio natural como principal capital activo para el desarrollo de la Nación. Se ha empeñado en demostrar a la comunidad internacional su entendimiento hacia el desarrollo sustentable y apoyado ampliamente las iniciativas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Montenegro: ubicado no por nada en el corredor biológico europeo o European Green Belt, comparte con Albania las aguas del lago Skadar o Shkodra y representa geográficamente el punto “final” de aquella Línea histórica de hierro y que ahora es ícono de unión.

Durante su existencia, el telón de hierro anidó un cordón de refugios naturales a lo largo del eje de las zonas de seguridad fronteriza. Hoy en día y bajo el lema: “Las fronteras separan, la naturaleza une“; el corredor biológico o cinturón verde europeo (European Green Belt) es un ejemplo excepcional de cooperación para la conservación entre lo que alguna vez personificó desesperanza y encarcelamiento. El propóstito del “Green Belt” es preservar la espina dorsal de la red ecológica como monumento vivo y símbolo global de cooperación transfronteriza para la conservación de la naturaleza y el desarrollo sostenible en Europa. Se extiende por 23 países desde Noruega-Finlandia-Rusia, Estonia-Latvia-Lituania, por Alemania (RDA-RFA), la República Checa, Austria-Slovakia-Hungría-Croacia-Slovenia-Italia, hasta Rumania-Serbia-Montenegro-Albania-Grecia-Macedonia y Bulgaria-Grecia- Turquía a lo largo de aproximadamente 8,500 km; distancia que equivale aproximadamente a la longitud de una imaginaria línea recta trazada de Berlin a Kyoto.

En noviembre de 1989, mismo mes en el que el Muro de Berlín perdió su adjetivo de fronterizo, la “Unión para la Protección del Medio Ambiente y la Naturaleza” y “Amigos de la Tierra – Alemania” (Bund für Umwelt- und Naturschutz Deutschland & Friends of the Earth Germany (BUND)) y BUND Bavaria, organizaron una junta de conservacionistas del Este y Oeste para preservar la ex-frontera alemana como habitat natural extraordinario. El grupo de expertos desarrolló la idea del corredor verde o “Das Grüne Band” y propuso la protección del corredor ecológico a lo largo de los puntos de encaje entre las recién unidas Alemanias.

El proyecto fue, desde sus inicios, el primero de conservación a nivel nacional y el único movimiento en la reciente historia alemana en pro de la naturaleza. Fue hasta el vigésimo aniversario de la Agencia Alemana para la Conservación de la Naturaleza (Bundestamt für Natruschutz (BfN)) cuando en el 2003 se (re)discutieron las perspectivas y oportunidades para la creación y reconocimiento del corredor bilógico.

Durante ésta ocasión, la Cruz Verde Internacional (Green Cross International), representada por Michail Gorbatchov y posiblemente con el espíritu Glasnost, promovió y endosó la idea del Green Belt con el objetivo de “unir Europa, construir una casa europea común, que nos permita cruzar fronteras, atraer gente y culturas, ampliar el diálogo sobre los asuntos ambientales y la construcción de las Naciones Europeas” (BfN 2003). La reunión del 2003 resultó en la inauguración oficial del corredor verde europeo (European Green Belt) en el simbólico “Parque Nacional de Fertö-Hanság” en Hungría en el 2004.

Imagen 2

El parque de Fertö-Hanság, ubicado en la parte sur del lago transfronterizo de Fertö (Hungría) o Neusiedl (Austria), comparte aguas con el parque nacional austríaco “Neusiedler See

En ambos lados el programa “Man and Biosphere” (Programa Hombre y Biosfera) de la UNESCO designó en 1977 en Austria (UNESCO 2007) y 1979 en Hungría (UNESCO 2001) las reservas de biosfera “Lago Neusiedler“ y “Lago Fertö“ respectivamente. Con espíritu del MaB, “siendo el lugar de encuentro de diferentes culturas durante ocho siglos,… y el resultado de una simbiosis evolutiva entre la actividad humana y el medio ambiente físico” (World Heritage Center – UNESCO 2009). Los lagos Fertö y Neusiedler fueron inscritos a la lista del patrimonio mundial de la UNESCO en 2001 como paisaje cultural.

La unión de los dos parques nacionales les otorga el carácter de área protegida (AP) transfronteriza.

El AP transfronteriza es conocida comúnmente por sus planicies aluviales, aves acuáticas y representa, además de las dimensiones para la conservación, otras de carácter cultural e histórico, que simbolizan el inicio de este gran reboot o reinicio global y de la reunificación alemana. El AP puntualiza aquel territorio donde en 1989 las fronteras se abrirían el 9/11… cuando Hungría y el empuje de líderes como Imre Pozsgay, facilitaran la fisura pacífica de las fronteras entre el Oeste y Este.

El embutido de migrantes desde Hungría hacia el Oeste, desde el condado de Györ- Moson-Sopron (Hungría) fue, en palabras de Helmut Kohl, “la primera piedra en haber sido removida del muro de Berlín” (Lungescu 2009). La primera piedra de un irónicamente 9/11 representará, a partir de entonces, además de un gesto de libertad, un reinicio global al (re)ordenamiendo de bloques y modos de desarrollo.

En 1991, con el fin de la guerra fría, tres años después de la caída del muro y después de una carrera fría e intensiva durante 28 años entre el capitalismo y socialismo, la acumulada explotación de recursos naturales rebotó en la necesidad urgente de recapitular el modo de desarrollo en las Naciones.

A un año del fin de la guerra frísima, la cumbre de la Tierra en Río de Janeiro en 1992 subrayó la dependencia de los recursos naturales. Dejando notar que el crecimiento económico necesita internalizar el valor de los bienes y servicios ambientales para compensar las externalidades que por consecuencia de su extracción y consumo, impactan a la sociedad mundial.

Según el reporte Brundtland (1987), el desarrollo sostenible debía ser, en sus primeras definiciones, aquel que satisfaga las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las de las generaciones futuras.

Durante la existencia de la cortina de hierro (durante la carrera por demostrar los resultados de cada uno de los modelos de desarrollo de cada bloque), la franja fronteriza, llamada zona de seguridad fronteriza, sirvió para estabilizar un sistema natural europeo de continuidad e integridad ecológica. Lo que dividió artificialmente el orden mundial, ahora unía y se extendía como red de infraestructura verde vertebral hacia el resto europeo.

El Green Belt además de unir áreas protegidas, parques naturales, parques nacionales y reservas de biósfera, integra áreas de cooperación transfronteriza que recorren el eje de lo que fue la cortina de hierro. Los objetivos de la iniciativa abarcan desde lo local hasta lo global, implicando una estructura organizacional que obedece a estos objetivos. La ruta del Green Belt está dividida y coordinada en tres secciones regionales: 1) Fennoscandia y el mar Báltico, 2) Europa Central y 3) el Sureste de Europa.

La iniciativa es supervisada por un coordinador regional de la UICN, quien está encargado de enlazar y relacionar a los grupos de interés con el secretariado en Bruselas, contribuyendo al desarrollo e implementación de los proyectos y actuando como nodo de información dentro de la comunidad del Green Belt y de los medios. Desde su inauguración o desiganción, el Corredor Verde une por medio de “La Línea” al Mar de Barents (Océano Ártico) con el Mar Negro.

Además del patrimonio global que provee esta iniciativa, el corredor biológico europeo tiene la capacidad de aleccionar y ser ejemplo activo a nivel mundial en el campo de la cooperación bio multinacional. A 20 años de la caída del muro y mientras muchos otros muros siguen creciendo en otras partes, separando y generando segregación entre civilizaciones, pueblos y naciones, el Green Belt celebra 20 años de haber sido concebido, 5 de haberse institucionalizado y casi 50 de proveer libertad a los bienes y servicios ambientales en beneficio de toda la humanidad.

Referencias:

BfN, B. f. N. (2003). “Perspectives of the Green Belt”, Chances for an Ecological Network from the Barents Sea to the Adriatic Sea? 10th Anniversary of the German Federal Agency for Nature (BfN), Bonn, Bundesamt für Naturschutz.

IUCN Regional Office for Europe (2005). From vision to reality. European Green Belt Newsletter. 1: 8.

Knolle, F. B., Robert ; Kiener, Hans ; Lang, Alois; Valenta, Michal (2009). “Grenzen trennen – Natur verbindet: Grenzüberschreitende Nationalparks am Grünen Band.” Natur und Landschaft, Zeitschrift für Naturschutz und Landschaftspfelge 84. Jahrgang(9/10): 414-419.

Lungescu, O. (2009). How Hungary let East Germans go. BBC European Affairs, Sopron. B. News, BBC.

UNESCO, U. N. E. S. a. C. O. (2001). Biosphere Reserve Information, Hungary, Lake Fertö, The MaB Programme.

UNESCO, U. N. E. S. a. C. O. (2007). Biosphere Reserve Information, Austria, Neusiedler See, The MaB Programme.

World Heritage Center – UNESCO, U. N. E. S. a. C. O. (2009). Fertö / Neusiedlersee Cultural Landscape, United Nations.

Referencias sugeridas:

Fall, J. (2005). Drawing the line: nature, hybridity and politics in transboundary spaces. Wiltshire, Ashgate Publishing Limited.

The IUCN Green Belt Coordination Office. (2006). “European Greenbelt Welcome.” from http://europeangreenbelt.org/.

Karl-Heinz Gaudry

Albert-Ludwigs Universtät Freiburg, Instituto para el Manejo del Paisaje, Tennenbacher Str. 4, D-79106, Freiburg, Alemania; tel. +49 761 203-3636; correo electrónico: [email protected]

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