Los que siempre tuvieron la razón
estaban solos y confiaban
únicamente en sí mismos,
jugaban duro, soltaban
lúdicamente sus golpes,
sus miedos, sus extorsiones:
sólo eso los divertía.
Incidían en la historia, promovían
la histeria y el pánico rebosaba
en calles donde el sosiego
era sólo un simulacro.
Los que siempre tuvieron la razón
marcaban sus cartas,
entraban a empellones
a las salas y desmantelaban
las maquinarias del azar
para sumir al mundo
en océanos de raciocinio.
Jugaban duro y estaban muertos
de risa
ante la muerte, estaban
siempre drogados, adormecidos
por su vanidad y revitalizados
por loas que a veces los endiosaban,
y morían —sólo de vez en cuando—
por sobredosis de razones,
y como siempre tuvieron la razón
andaban mal dosificados,
le sobraban al país, andaban
presentificados (atrapados
en un instante perpetuo), bajo
un reflector absurdo
que los encastillaba en el reino
de sus delirios de grandeza.
Los que siempre tuvieron la razón
alimentaban su ego con pato
a la naranja, con caviar
y afectaciones principescas.
Inflaban su esparcimiento
con sesudas vacaciones,
sexo amable y manejable,
bebidas óptimas y membresías
en clubes de futilidades.
Tragaban muertos,
cocinaban y condimentaban
la carroña, olvidaban así
los genocidios que afanosamente
perpetraron.
Fueron exonerados
de toda acusación
y alquilaron la felicidad
hasta agotarla.
Los que siempre tuvieron la razón
tendrán un mausoleo de cinco estrellas,
pero antes volarán en sus jets
privados y atestados
de crudos pasatiempos:
palmearán las nalgas de una prostituta
vieja y desdentada, fumarán habanos,
beberán licores, botellas de coñac
de carne y hueso,
brindarán en honor de la historia
que burlaron, deshonraron y chingaron,
como a su progenitora,
y en la noche de graduación
de sus obesas existencias,
después de sus discursos
de desagradecimiento,
cederán la palabra a la nación
que los mantuvo subsidiados.
Javier González Cárdenas (Tijuana, 1973). Escritor y periodista.
Ha publicado Esto es lo que pienso de ti (novela, 1996)
y Ficciones de carne y hueso (cuentos, 2008).
Tiene, entre otros reconocimientos, el primero y tercer lugares,
en los géneros de cuento y poesía respectivamente,
en el Primer Concurso Literario del Noroeste en 1995,
y el Premio Nacional de Fantástico y de Ciencia Ficción,
otorgado por el Gobierno del Estado de Puebla.
Visita su blog: www.tijuanaexlibris.blogspot.com