La Ilustración, o más precisamente la Aufklärung, no es un mero hecho histórico. Es un impulso que ha acompañado al ser humano desde la antigüedad y que aspira a la verdad. Para la filosofía, Aufklärung significa entender el miedo y cuestionar la realidad como vía para alcanzar la libertad.
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Cuando en 1784, en la Berlinische Monatsschrift,2 Immanuel Kant describió la Aufklärung como “la salida del hombre de su Unmündigkeit3 (subdesarrollada individualidad), causada por su propia culpa”, declaró responsable de su situación al hombre mismo y a la vez lo convocó a la llamada “Sapere aude! Ten el valor de servirte de tu propia inteligencia”. Con esta proclama, la autoliberación del individuo de cualquier tutela se convirtió en la divisa de la Aufklärung. En la Europa progresista del siglo XVIII, el interés se centró ante todo en la liberación del comercio de la tutela del Estado y la liberación de los individuos de los dogmas de fe. Siguiendo la concepción historicista de la Aufklärung, ese siglo también se conoció como el “Siglo de las Luces”, ya que, en efecto, la Aufklärung está relacionada con la luz; la Aufklärung quiere sustituir la oscuridad de la ignorancia por la luz del conocimiento. Pero la designación de un siglo como “Siglo de la Aufklärung” corresponde a la protohistoria de los cronistas acostumbrados a relatar lo que pasó sin entender su significado. La división e interpretación de la historia por épocas conserva el pobre modelo de la crónica. Sólo por medio del entendimiento y la explicación, de la búsqueda de la razón histórica, el pasado largamente concebido como crónica se transforma en Historia, para con ésta poder admitir que el fundamento de la Aufklärung sí consiste en el uso de la propia inteligencia. La duda y la crítica de la Aufklärung son mucho más antiguas y significan mucho más que un hecho histórico ubicado en una época específica. Las preguntas de Sócrates, por ejemplo, así como su manera de someter todo a duda, requieren Aufklärung, igual que la pregunta de un niño por el funcionamiento del mundo y lo que lo conserva unido. ¿Puede la Aufklärung haber acompañado toda la historia de la humanidad? ¿Fue quizás algo que después de todo la puso en movimiento? A la búsqueda de la verdad y el deseo de liberarse del miedo, propios de la condición humana; al esfuerzo por explicar lo inexplicable y perseguir la justicia establecida en los derechos humanos universales, responde la concepción de la Aufklärung como progreso de la humanidad, tal y como lo pensó Kant. ¿Produciría la Aufklärung el avance de todos los individuos hacia un mundo justo y equitativo donde cada quien encontrara la felicidad a su manera, como se ha soñado alguna vez? ¿Debería ser ésta la meta de la Historia?
El que esto no sea así, nos lo dice la propia Aufklärung. Mientras la mitología griega puede entenderse como una cierta proto-Aufklärung producida en contra del mundo mágico, la Aufklärung empobrecida por un conjunto de símbolos es presentada por la sociología de Auguste Comte como una nueva religión cuya gran intención es restaurar el pasado.4 O cuando la Aufklärung se limita a la divisa del racionalismo crítico anglosajón: “Lo que no es conmensurable, no existe”,5 y se transforma en el vehículo del puro progreso tecnológico, esto es, en sirviente del crecimiento económico capitalista cuyas fuerzas de producción se convierten, con la divisa de la lucha de todos contra todos, en fuerzas de destrucción. En este estado ya no coloca al homo faber ante las preguntas: ¿por qué y para quién hago lo que hago?; ¿qué consecuencias acarrean estos hechos? Incluso cuando el intento de liberación de los individuos de cualquier tutela y explotación se reduce a los dogmas del llamado materialismo dialéctico, los cuáles, de acuerdo con los administradores de esta doctrina, no se deben cuestionar, el ensayo de liberación humana pasa a ser una nueva contra-Aufklärung con la cual la opresión y explotación del hombre por el hombre, esta vez revestidas de acciones humanitarias, vuelven a imponerse sin resistencia notoria.
Cada Aufklärung produce una contra-Aufklärung que a veces aparece disfrazada como Aufklärung.6 Pero el sometimiento de una sociedad a una nueva doctrina política no se puede esclarecer exclusivamente invocando el miedo a la libertad,7 pues a ese sometimiento también contribuyen las fuerzas de la imposición y conservación del poder político y económico. De esta forma, sobre los débiles y temerosos ensayos de liberarse de la tutela de la iglesia católica, esta institución instrumentó su imperio de dominación en la Inquisición y el exterminio de los infieles a sangre y fuego; y al movimiento de la reforma protestante respondió con una inmensa contrarreforma que, al menos por unos siglos, ha garantizado que la Aufklärung no eche raíces en las zonas más católicas de Europa –en España y Polonia, sobre todo– y tampoco en América Latina. Instrumentos semejantes emplearon los fundamentalistas protestantes en otras zonas de Europa para después emigrar y arraigar en los Estados Unidos de Norteamérica. Poco después, las revoluciones burguesas, cuyo liberalismo preveía ser el medio para alcanzar una sociedad donde cada individuo se desarrollara libremente,8 fueron anuladas con la contra-Aufklärung, con la restitución del ancien régime como administrador del sistema económico capitalista que tomó algunos elementos técnicos de la Aufklärung como instrumentos de dominación, pero no condujo a los seres humanos a su liberación individual.9 Tanto en Europa como en América, la contra-Aufklärung del siglo xx recurrió a las formas de organización corporativa procedentes de una interpretación cristiano-medieval del mundo y de un desatinado bricolage de mitos de origen. Muchas almas necesitaría el nacionalismo para imponerse como la nueva religión de Europa y América, no tanto en el siglo de su surgimiento (el siglo XIX), sino en las décadas subsecuentes, con la carrera armamentista, las guerras mundiales, las dictaduras militares, los totalitarismos, etcétera.
En cuanto vemos la Aufklärung como un impulso, como un deseo humano de esclarecer cuáles son las condiciones para alcanzar una vida más satisfactoria y tranquila, sin la violencia que impone la lucha por una supervivencia incierta; o la usamos para preguntar y responder qué se esconde detrás de las cosas y para liberarse del miedo a una naturaleza oscura o a circunstancias de vida inextricables, entonces confirmamos que la Aufklärung significa mucho más que una época histórica o la solución de un problema técnico. Por eso, al inicio de su libro Dialektik der Aufklärung, Horkheimer y Adorno escribieron: “Desde siempre la Aufklärung, en el sentido más amplio de un pensamiento en continuo progreso, ha perseguido el objetivo de quitar el miedo a los seres humanos y convertirlos en amos. […] El programa de la Aufklärung fue el desencantamiento del mundo”.10
El temor a un mundo en el cual cae el ser humano al nacer para entrar en serios conflictos es algo que lo ha acompañado desde tiempos inmemoriales.11 El miedo conduce a los seres humanos a protestar contra el amenazador y angustiante status quo, y la negación de este status quo es el motor más fuerte de la historia. Contra los imponderables del mundo exterior e interior12 se ha inventado la magia ejecutada por los chamanes. Las explicaciones mágicas del funcionamiento del mundo han sido tranquilizadoras y han proporcionado una cierta seguridad frente lo inexplicable de esa naturaleza siempre amenazante. Restos de esta proto-Aufklärung los encontramos hoy en día en la actitud de la gente frente a la ciencia, sobre todo frente a la medicina, cuando los chamanes en blanco o verde curan con placebos o con la simple imposición de sus manos sobre los cuerpos. Y cuando los chamanes con su incomprensible magia perdieron credibilidad, fueron sustituidos por héroes y dioses cuyo interés siguió siendo el mismo: dar protección a la gente frente a esa naturaleza plagada de monstruos que los héroes y santos sí podrían combatir y vencer.13 Como siempre, en el fondo yacía la oferta de superar las enfermedades y la azarosa muerte que conduce a todos los seres humanos a su desaparición en la nada. Esto explica porqué los fundadores de las religiones —el fundador de la religión cristiana por ejemplo— aparecen como curanderos aliados de fuerzas superiores, o de un dios todopoderoso, preferiblemente un creador del mundo, responsable, protector y mantenedor de las cosas. Y cuando además estos fundadores prometen una vida eterna en un más allá después de la muerte, la gente queda mucho más tranquila que acudiendo a cualquier otro medio de evasión de la realidad.14 Por eso las religiones, al igual que los pequeños grupos reunidos en torno de curanderos, las miles de sectas que brotan cada día como hongos o los grandes movimientos monoteístas, forman parte de la historia de la Aufklärung, aunque a menudo parezcan parte de la contra-Aufklärung que acompaña a su historia. Entonces, la Historia como historia de la Aufklärung es un proceso dialéctico pues también contiene su movimiento contrario. En este sentido, Klaus Heinrich ha escrito:
Aufklärung es, en el sentido objetivo, un […] proceso irreversible; el intento de salirse de él, ficticio; el intento de recaer detrás de él también forma parte de la historia de este proceso, está cortado sólo cuando quienes lo practicaron fueron extinguidos por catástrofes confeccionadas por seres humanos. Para la Aufklärung como concepto de un proceso, el axioma crucial fue que la especie humana recorre un camino, da un paso que la lleva afuera de las cuevas para entrar en casas situadas en la luz. Es un paso que la lleva afuera del embotamiento de una percepción que comparte con otra animalia, a un conocimiento con el cual puede auxiliar a otra animalia.15
Cuando consideramos toda la historia humana como historia de la Aufklärung, incluida la contra-Aufklärung como su réplica acompañante, ambas provocadas por el mismo miedo, miramos el pasado como el camino de la especie humana desde su oscuro principio hasta la época contemporánea, como el camino dialéctico entre Aufklärung y contra-Aufklärung. Por eso resulta incierto que la Aufklärung nos lleve necesariamente a la autodestrucción, tal y como Horkheimer y Adorno lo sospecharon. Porque la búsqueda de liberarse de la oscuridad y la ignorancia propias de cualquier fe, inclusive de la fe en una Aufklärung reducida, o la renuncia a indagar las cosas y a dominar el miedo y la violencia, nos conduciría, por el impulso humano vital, a una nueva forma de Aufklärung. Un contrato social que logre equilibrar los intereses de las distintas partes de la sociedad y garantice la vida tranquila y satisfecha de la gente, libre de la violencia de la lucha de todos contra todos por la supervivencia del más fuerte, que no pare de indagar, preguntar y resolver los conflictos inherentes al ser humano, fue igualmente una meta de la Aufklärung; por ello la Aufklärung se inscribe en el proceso de la civilización.16
En la historia de la civilización, el dominio y el control de la violencia, tanto de la violencia surgida de la naturaleza como de la naturaleza humana, han sido elementos determinantes para la conformación de la sociedad. La domesticación de la violencia, como es el caso de permitirla con restricciones por formar parte de rituales, o de sublimarla en cultura y civilización, fue el fundamento de la reunión de los seres humanos en sociedad, teniendo en las fiestas sacrificiales la expresión sensible de un sistema de obsequios y contraobsequios, de economía. Transformados en actos de intercambio, los sacrificios constituyen la base de la reproducción social17 establecida sobre una frágil relación con la violencia. Las relaciones entre los sexos, las relaciones al interior de las comunidades y entre las comunidades, la sociedad misma y sus relaciones con otras sociedades, todas ellas están determinadas por sus vínculos con la violencia. Su limitación y dominio constituyó un estímulo esencial para el establecimiento de la sociedad, no obstante la violencia se desprende nuevamente cuando la sociedad falla en mantener el equilibrio entre intereses contrapuestos. De este modo, la Aufklärung ayuda a la sociedad a liberarse de la violencia y la violencia domesticada representa una manifestación de la sociedad civilizada.18
Para que la Aufklärung se opusiera a los dogmas de fe requirió desarrollarse primero en los mismos marcos de la fe. Los filósofos del siglo XVIII desnaturalizaron a Dios y deificaron a la naturaleza, dice Carl Becker.19 Esto ha tenido consecuencias hasta hoy en día pues, desde entonces, las ciencias naturales han limitado o negado la Aufklärung al impedir el surgimiento de cuestionamientos fundamentales de sus axiomas, han aceptado verdades endebles en su beneficio o han despreciado o dominado a las humanidades. Aufklärung y ciencia se volvieron sinónimos. Por ello, no es de extrañar que los chinos entiendan la Aufklärung europea como qimeng, esto es, como antecesora de la época científica y el socialismo científico. Aunque los resultados de la ciencia son siempre hipótesis dispuestas a ser sustituidas por nuevas hipótesis, actualmente la ciencia misma carece de esa crítica radical capaz de cuestionar también sus sólidas bases. Uno más uno es dos, ¿pero, en todos los casos es siempre así? O, ¿valen las leyes de la naturaleza de nuestro universo en otros universos a los cuales todavía no accedemos?
En efecto, unas pseudociencias ocuparon el lugar de las religiones —hay hechos del mundo que no se ponen en tela de juicio— y, con esta actitud, han ejercido una fatal influencia en las ciencias sociales desde hace más de medio siglo. Me refiero a la adopción de la frase darwinista de survival of the fittest (“la supervivencia del más apto”) por la doctrina neoliberal (Friedrich Hayek, Milton Friedman, et ál.) y su transferencia a la economía, falseando la frase original por “la supervivencia del más fuerte”.20 Hasta hoy, no existe una doctrina económica influyente cuyas bases no se sustenten, de una u otra manera, en el postulado de la libre competencia económica como fundamento del progreso, el crecimiento y el bienestar sociales. Con el abandono de la Aufklärung, el liberalismo económico radical renunció a las metas humanas de la sociedad para convertirse en apologista de la lucha brutal que impone la competencia social. La batalla por la supervivencia en su forma más desnuda ha alcanzado los últimos rincones del mundo y, en este proceso de destrucción, la sociedad no ha podido generar una reflexión sobre las perspectivas y metas de la vida con fundamentos en la historia, la economía y la sociedad; solamente ha abonado el terreno para la emergencia de nuevos movimientos salvacionistas.
Vivimos globalmente en la época de una contra-Aufklärung que no sólo involucra a una doctrina económica dirigida por una supuesta mano invisible y sus correspondientes formas políticas de gobierno que prometen llevarnos al mejor de los mundos posibles; también involucra a los medios de información y comunicación desarrollados en las últimas décadas por gigantescos monopolios de la contra-Aufklärung, los cuales determinan todas las relaciones sociales. Vivimos en la época de una democracia dirigida por los mass media, cuyas formas y métodos de propaganda comercial conducen los sentimientos y las emociones y determinan los deseos reales de la gente. Los programas de la televisión forman las competencias y guían las elecciones. Las frases permanentemente repetidas sobre la falta de opciones y la ausencia de proyectos sociales, y la no menos expresada justificación de la presión de las circunstancias —circunstancias siempre creadas por los propios seres humanos— como imperativo para seguir los dictados del establishment, promueven la aceptación dogmática de la política que rechaza o prohíbe cualquier cuestionamiento radical, mientras, en realidad, ella misma sirve a intereses económicos particulares.
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Pero la actual contra-Aufklärung no se agota en el retorno de los dogmas de la fe y la cancelación de las libertades disfrazada de una simulada libertad total. La aparición de innumerables comunidades religiosas donde la gente busca la protección de una fuerza superior también se muestra en el espíritu antiintelectual de la política y de la vida cotidiana.21 Los mass media aparecen hoy en día en todo el mundo como exterminadores de una Aufklärung interesada realmente en la comunicación. Y la Aufklärung no se reduce a la comunicación intelectual de la Aufklärung, porque siglos atrás siempre tuvo a la vista, como meta, la construcción de una sociedad justa y democrática, vigía del cumplimiento de los derechos humanos22 y las libertades de cualquier individuo. Éste fue siempre su fin. Vivir no quiere decir únicamente sobrevivir físicamente sino también vivir mentalmente satisfecho. De eso estamos muy lejos.
Por todas partes encontramos formas de violencia que se han extendido al grado de darse por sobreentendidas en la vida cotidiana. La violencia se expresa tanto en el trato mutuo entre los individuos como en las formas de autorepresentación individual. Cuando los lazos de unión se disuelven a causa de la lucha por la supervivencia, la ausencia de solidaridad se compensa con subordinación y conformismo. Simplemente la uniformación global a través de la ropa y el comportamiento, inclusive a través de las lenguas de una supuesta comunicación, permite advertir que la presión por la adaptación social es enorme, y la gama de accesorios con los cuales se puede establecer una identidad es más bien reducida. Paso a paso se expande una cultura estimulada por elementos militares que prolifera en la vida cotidiana y penetra hasta el interior de los hogares de gente carente de algún tipo de ansiedad por la guerra. El juguete electrónico popular convierte al hogar en un centro de comando; el diseño de los aparatos, en especial de los automóviles réplica de vehículos militares, y el lenguaje y el espíritu de los juegos de estrategia, impiden diferenciar con claridad la guerra de la paz. Lo privado se vuelve militar, así como la guerra se convierte en un asunto privado. Las formas de organización militares, con los emblemas correspondientes que proporcionan identidad, así como el conformismo, se expanden de manera epidémica en contra de aquella vieja esperanza de que con la eliminación de todos los obstáculos que hasta ahora han afectado a la economía también los individuos se libren de cualquier clase de obligación y restricción.23
El que los participantes en los eventos posmodernos de consumo y entretenimiento inspirados en Disney sufran una regresión psíquica que los infantiliza, lo comprueban las formas que adquieren los espectáculos de masas, así como el carácter general de las personas siempre dispuestas al juego y al entretenimiento propios de la mentalidad de niños de 10 ó 12 años. En términos ontogenéticos, esta regresión corresponde, en la psique del individuo, a una regresión al periodo de latencia del desarrollo, o sea, a una fase en la que normalmente las tensiones sexuales están suprimidas; a un momento del desarrollo psíquico individual en el cual el individuo ha dejado atrás el periodo de finalización del complejo de Edipo, pero las nuevas relaciones sexuales aún no se han estructurado.24 A esta fase corresponde la atracción por lo romántico, así como la formación de bandas y el interés por los cultos, las religiones y las drogas. La violencia, la evasión y los movimientos de escape son parte de la vida cotidiana de la cultura juvenil posmoderna. En lugar de seguir la recomendación del psicoanálisis de trasladar los deseos y afectos inconscientes a la conciencia, aunque sea en parte, lo que se intenta es liquidar la tensión productiva encarnada en ellos. Esto se muestra en el efecto deserotizante de los productos de la posmodernidad, lo mismo en el gusto kitsch, esa otra cara de la medalla de la violencia que ha asaltado, entre otras cosas, no sólo al cine de Hollywood, sino, por extensión, al cine mundial. La contra-Aufklärung expulsa cualquier erotismo en favor de la sexualidad bélica expresada con términos bélicos, lo que en lenguaje psicoanalítico significa que impone una sexualidad reprimida por la sexualidad misma.
Con la reducción de la Aufklärung a la racionalidad de la acumulación capitalista o socialista fue posible, a través de una crítica igualmente simplificada, quitarle a la Aufklärung su fundamento en el humanismo universal, para dejar enormes montañas de basura y el caos de las sociedades en descomposición, como los llamados Estados fallidos,25 donde los organismos sobrevivientes del capitalismo salvaje se han podido prolongar en formaciones mafiosas que con terror y violencia arrebatan la riqueza de las naciones. El miedo y el juego con el miedo favorecen el surgimiento de esos movimientos fundamentalistas de salvación que, como en la época medieval, protestan contra la miseria y prometen salidas a la crisis universal. Esto conecta el frente de salvación del Islam con el nuevo fundamentalismo del Vaticano, con las numerosas sectas y movimientos de salvación guiadas por gurúes, y con las derechas y las izquierdas unidas en la fascinación por promover el culto al líder, el autoritarismo y la formación de falanges y guerrillas. En este contexto, el neoliberalismo actúa como una variante adicional asociada a las nuevas doctrinas de salvación, todas ellas vinculadas por el consenso común de la contra-Aufklärung. El retorno a los mitos eternos y la tendencia a la mistificación del mundo parecen ser características de las doctrinas de salvación posmodernas, pues en lugar de esclarecer los conflictos y fines sociales y reflexionar en torno a sus perspectivas, esperan que potencias oscuras y místicas arriben del más allá para salvar al mundo: las desconocidas fuerzas del mercado regulándose a sí mismas.26
Aufklärung quiere decir hoy en día cuestionar radicalmente todo lo que parezca seguro, poner en duda todos los supuestos hechos —porque los hechos siempre están hechos por seres humanos—, examinar, dudar y criticar aquello donde no cabe duda alguna, lo que parece evidente, lógico, natural. Entonces, criticar a la misma Aufklärung es emprender una tarea no siempre fácil, porque algunas veces la contra-Aufklärung aparece como crítica a la Aufklärung en un falso sentido de Aufklärung: es una contra-Aufklärung disfrazada como Aufklärung, o tal vez como autocrítica simulada de ella. Por ello, la Aufklärung tiene que ocuparse de preguntar sobre todo una cosa: ¿por qué tanta atención a la Aufklärung para negarla?, ¿por qué rechazarla, intentar destruirla o ver en ella a la culpable de los males?, ¿por qué la gente desea fugarse?, ¿por qué no quiere saber cómo andan las cosas, por ejemplo, qué se esconde detrás de una irrefutable verdad?, ¿por qué la gente se evade o corre a cobijarse debajo de una imaginada fuerza mayor, sea una magia, una religión o un dios todopoderoso?, ¿por qué la gente rechaza madurar y desea refugiarse en el retorno a la etapa infantil que la convierte en inocente, le quita cualquier responsabilidad sobre sus hechos? Éstas son algunas preguntas que una sólida Aufklärung debe plantear y discutir actualmente. Ésta es la Aufklärung de hoy: la Aufklärung que explica las razones de la contra-Aufklärung.
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1 Este artículo fue publicado en la revista El Viejo Topo, núm. 282-283, Barcelona, julio de 2011, bajo el título “Qué quiere decir Aufklärung hoy en día”. En lo sucesivo empleo la palabra alemana Aufklärung (originalmente una traducción del francés éclairé), que a lo largo de la discusión sobre el significado y las consecuencias de la liberación de la tutela autoritaria, tanto del poder profano como del religioso, acumuló la más amplia acepción del concepto de liberación humana. Frente al concepto de esta liberación, las palabras “ilustración” o “iluminación” empleadas en español son limitadas y tal vez equivocadas.
2 Immanuel Kant, Schriften zur Anthropologie, Geschichtsphilosophie, Politik und Pädagogik, Obras en VI tomos, Wilhelm Weischedel (ed.), tomo VI, Insel Verlag, Frankfurt Main, 1964, p. 53.
3 Kant usa en su texto la palabra Unmündigkeit, que en español se acostumbra traducir como “inmadurez”. Esta traducción es falsa porque insinúa un proceso de tipo vegetal según el cual todos los seres humanos pueden madurar por naturaleza, sin intervención propia. Pero, como hombre de la Aufklärung, Kant se refiere a la liberación del individuo de cualquier tutela y a su autonomía como meta de la Aufklärung. Por eso he propuesto traducir Unmündigkeit por “individuo subdesarrollado”, entendido como “individuo no autónomo”. Esto tiene muchas consecuencias: sólo un individuo autónomo puede solidarizarse con otros individuos; sólo un individuo autónomo puede articular sus propios intereses políticos. En alemán las palabras Mündel, unmündig, etcétera, se refieren siempre a personas dependientes, en general menores de edad, mientras mündig es una persona que tiene personalidad jurídica, que puede participar en elecciones y aceptar responsabilidades en la sociedad civil.
4 Auguste Comte, Filosofía de la Religión, Porrúa, México, 1979; Wolf Lepenies, Auguste Comte, die Macht der Zeichen, Ed. Hanser, München, 2010.
5 Véase Max Horkheimer, “Der neueste Angriff auf die Metaphysik” en Zeitschrift für Sozialforschung, tomo VI, año 1937, p. 4; y Theodor W. Adorno, Der Positivismusstreit in der deutschen Soziologie, 6, Ed. Luchterhand, Darmstadt/Neuwied, 1978. Esta crítica por parte de dos miembros de la Escuela de Frankfurt culminó en la llamada “querella sobre el positivismo”, en la cual Max Horkheimer y Theodor W. Adorno criticaron, desde su Teoría Crítica, el Racionalismo Crítico de Karl Popper. Aunque todos estaban de acuerdo en que cualquier teoría sale siempre de un juicio de valor, los defensores de la Teoría Crítica insistieron en un concepto de totalidad, mientras los defensores del Racionalismo Crítico sostuvieron que cualquier ensayo de solución de los problemas sociales debe referirse necesariamente a los aspectos singulares. Interesante en esta controversia es cómo los representantes de la Teoría Crítica conciben toda verdad como verdad histórica mientras que para los representantes del Racionalismo Crítico la historia no es más que una crónica.
6 Es el caso de la ideología de la “sociedad del conocimiento”, actualmente en boga.
7 Véase Erich Fromm, El miedo a la libertad, Paidós, Madrid, 2008.
8 Véase Adam Smith, La teoría de los sentimientos morales, Alianza, Madrid, 1997; y Adam Smith, Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Alianza, Madrid, 2002.
9 Michel Foucault, Vigilar y castigar, Siglo XXI, México, 1999.
10 Max Horkheimer/Theodor W. Adorno, Dialektik der Aufklärung, Fischer TB, Frankfurt Main, 1971, p. 7.
11 Véase Horst Kurnitzky, “Tauschverhältnisse, die Kunst mit Geld und guten Worten ans Ziel der Wünsche zu gelangen” en Oliver Decker, Christoph Türcke, Tobias Grave (Eds.), “Geld, Kritische Theorie und psychoanalytische Praxis”, Psyche und Gesellschaft, Psychosozial-Verlag, Gießen 2011; Horst Kurnitzky, Edipo, un héroe del mundo occidental, siglo XXI, México, 1992.
12 Para nuestros lejanos antepasados la muerte no fue algo natural sino algo producido por hechicerías o fuerzas desconocidas.
13 Véase Horst Kurnitzky, “Tauschverhältnisse…”, óp. cit.
14 La inseguridad de la vida, sobre todo en el llamado tercer mundo, se observa hoy en día en la incesante y mensual fundación de miles de nuevas iglesias de corte cristiano o animista. En general son grupos pequeños cohesionados alrededor de un curandero que promete liberarlos de sus miedos.
15 Klaus Heinrich, Aufklärung in den Religionen, gesellschaftlich vermitteltes naturverhältnis, Dahlemer Vorlesungen Bd. 8, Stroemfeld, FFM/Basel 2007, p. 42.
16 Véase Horst Kurnitzky, Una civilización incivilizada, El imperio de la violencia en el mundo globalizado, Océano, México, 2005.
17 Véase Horst Kurnitzky, La estructura libidinal del dinero. Una contribución a la teoría de la femineidad, Siglo XXI, México, 1978/1992.
18 Kurnitzky, Una civilización incivilizada…, óp. cit.
19 Carl L. Becker, The Heavenly City of the Eighteenth-Century Philosophers, Yale University Press, 1932; second edition as Yale Nota Bene book, 2003.
20 Véase Horst Kurnitzky, “Una nueva religión: El neoliberalismo” en: Horst Kurnitzky, Vertiginosa inmovilidad, los cambios globales de la vida social, Blanco y Negro, México, 1998.
21 Véase Susan Jacoby, The Age of American Unreason, Pantheon Books, New York, 2008.
22 Fue Domitius Ulpianius, uno de los más importantes juristas romanos, quien formuló por primera vez en la historia occidental los derechos humanos: “Par in parem non habet imperium”, lo que quiere decir que los iguales no tienen poder sobre los iguales. Éste es un principio del derecho natural cuya intención descansa en que todos los seres humanos sean por naturaleza iguales. Sin esta condición los derechos humanos no alcanzarían una base legal.
23 Kurnitzky, Una civilización incivilizada…, óp. cit.
24 Véase Horst Kurnitzky, “Digresión sobre el fetiche y el fetichismo”, en Horst Kurnitzky, La estructura libidinal del dinero, óp. cit.
25 Según Fund for Peace (Fondo por la Paz), un centro de estudios estadounidense, los Estados fallidos no son capaces de aplicar sus leyes de manera uniforme, tienen altas tasas de criminalidad y corrupción política, un vasto mercado informal, una burocracia y un aparato judicial ineficientes, interferencias militares en la criminalidad, poderes civiles no estatales con presupuestos y poder político muy superiores a los del Gobierno. Entre estos Estados dicho centro ha listado a algunas naciones africanas, sobre todo de África central, otras en Asia, sobre todo en los países árabes, y en América Latina.
26 Kurnitzky, Una civilización incivilizada…, óp. cit.
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HORST KURNITZKY (Berlín, 1938) es Doctor en Ciencias de las Religiones por la Universidad Libre de Berlín. Ha trabajado como arquitecto y enseñado en universidades de Alemania, Europa del Este y el continente americano, entre ellas la UNAM y la UAM. Es autor de numerosos libros, ensayos y artículos sobre arte, cultura, política y sociedad, entre otros temas.