Se sabe de sobra que la educación es la gran palanca de la superación individual y del progreso social. Esta quinta entrega de los resultados de la ENVUD,* encuesta de valores realizada por Banamex y la Fundación Este País, muestra el grado de conciencia que hay en nuestra sociedad de este hecho, y muestra los modos en que el nivel educativo inhibe o fomenta en las personas actitudes que suelen ser asociadas con esa superación y ese progreso.
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Existen muchas definiciones de equidad. La mayoría supone algún criterio de distribución ideal de la riqueza. Puesto de otra forma, abundan los criterios que buscan la mejor forma de repartir los pescados. Otra posible definición de equidad, antes de preocuparse por una distribución “justa”, incluye la fuente de la generación de la riqueza. Esto es, que todos tengan las mismas oportunidades de aprender a pescar. Una de las ventajas de este enfoque es que abandona la noción de que la riqueza es un juego de suma cero, donde para que alguien mejore otro tiene que empeorar. Si todos sabemos pescar podemos generar más riqueza individual y colectivamente.
En todas las naciones hay diferencias entre clases sociales, pero lo que importa es la probabilidad de moverse. En México, la clase social de los padres es una predicción casi perfecta de la que tendrán sus hijos. Uno de los mecanismos más directos por el que los padres heredan a sus hijos su estatus social es el nivel educativo. En cada generación las personas con más años de educación provienen de padres que también eran los más educados de su generación. De esta forma, aunque vaya avanzando la escolaridad promedio, se mantiene la distancia entre los más y los menos educados.
Para romper ese ciclo es necesario quitar los obstáculos que hacen que unos puedan estudiar más que otros. La Encuesta Nacional de Valores sobre lo que nos Une y Divide a los Mexicanos (ENVUD)1 muestra que los mexicanos opinan que la calidad de la educación en el país es deficiente, pero al mismo tiempo, 88% comparte la idea de que la educación es uno de los principales mecanismos para mejorar su posición social. A pesar de sus deficiencias, la educación no sólo mejora el nivel de ingreso de las personas, también las hace sentirse más libres y satisfechas con su vida en general. La educación les da autonomía y responsabilidad para definir sus vidas. Además, los rendimientos de la inversión en educación no son exclusivos del individuo que la recibe: también tienen un impacto positivo sobre la sociedad en la que aquél se desenvuelve. Más educación se traduce en mejores ciudadanos, más informados y más participativos.
En este ensayo planteamos que la teoría sobre inversión en capital humano y la evidencia empírica son consistentes con la percepción de los mexicanos. Para ello contrastamos algunos resultados de la ENVUD con información sobre el rendimiento de estudiar años adicionales y con datos sobre las aspiraciones de los padres sobre la educación de sus hijos.
Mayores ingresos
Las percepciones sobre posición social están fuertemente relacionadas con el ingreso. De acuerdo con cifras de la Encuesta Nacional de Educación, Capacitación y Empleo 2001, el nivel educativo aumenta considerablemente el nivel de ingresos de los individuos. Como se observa en la Gráfica 1, el ingreso promedio aumenta con la escolaridad. Quienes terminan la preparatoria obtienen en promedio un ingreso 34% más alto que quienes sólo terminaron la secundaria. Quienes terminan la universidad o un posgrado tienen en promedio ingresos 132% mayores que los de personas que sólo estudiaron la secundaria. Como vemos en la gráfica, incluso quienes cuentan con niveles educativos incompletos obtienen mayores ingresos. Por ejemplo, cursar algunos años de preparatoria representa ingresos promedio más altos que sólo terminar la secundaria. Los incrementos que presenta la gráfica son aumentos de por vida en los ingresos de las personas. Esto no quiere decir que todos los que estudian más ganen más. Se trata de cifras promedio que no excluyen la posibilidad de que existan, como es el caso, personas con pocos estudios que tienen ingresos mucho mayores que personas que estudiaron más que ellos. En ese sentido, más educación no es una garantía infalible de movilidad social, pero sí constituye una herramienta que aplana el terreno al incrementar significativamente las oportunidades de quienes la reciben.
La ENVUD permite tener información indirecta sobre el ingreso de los individuos a partir de los datos sobre su poder adquisitivo.2 Los datos señalan que los jefes de familia más preparados consideran con mayor frecuencia que los menos preparados que su salario les permite cubrir los gastos del hogar e incluso ahorrar. Entre quienes estudiaron la primaria o un nivel inferior, 4% considera que el monto de sus ingresos es suficiente y favorece el ahorro, en cambio, este porcentaje es de 10% entre quienes estudiaron la preparatoria y de 20% entre quienes cuentan con estudios universitarios o de posgrado. Las personas con más años de educación usan más frecuentemente mecanismos de ahorro sofisticados, es decir, aquellos que normalmente generan mayores rendimientos. Únicamente 12% de las personas con educación primaria o menos opina que la mejor manera de ahorrar su dinero es depositarlo en un banco. La cifra es de más del doble entre quienes tienen estudios superiores. De igual forma, sólo 22% de quienes tienen primaria o menos cree que lo más conveniente es invertir el dinero en un negocio o propiedad. La proporción es de 38% entre quienes tienen educación superior.
Mayor acceso al financiamiento y a la inversión
Las personas con más educación, como mencionamos, tienen en promedio mayores ingresos. Esto les facilita el acceso al financiamiento y la posibilidad de invertir en la educación de sus hijos y en otras actividades rentables, por ejemplo hacer crecer un negocio. Las personas con menos años de educación, en su mayoría con ingresos bajos, enfrentan más obstáculos para acceder a créditos bancarios, lo que los limita en mayor medida a invertir. Los resultados de la ENVUD arrojan que cuando los mexicanos tienen necesidad de pedir un préstamo para cubrir un gasto fuera de lo ordinario, 10% de quienes tienen primaria o menos acudiría a un banco, mientras que 25% de los que cuentan con una licenciatura o un posgrado, lo haría. También muestran que las personas con un menor nivel educativo invierten su dinero en menor proporción. Entre quienes estudiaron hasta primaria o menos, 14% invertiría si tuviera una cantidad de dinero extra; en cambio, 21% de quienes estudiaron una licenciatura o más invertiría su dinero.
Uno de los posibles efectos del bajo acceso al financiamiento al que se enfrentan las personas con un menor nivel de ingresos y de educación es la dificultad de tomar riesgos, por ejemplo invirtiendo en la educación de sus hijos. Una mayor proporción de los que estudian hasta primaria o menos se describe a sí misma como personas que prefieren irse a la segura y a las que no les gusta tomar riesgos (57%). Este porcentaje es menor entre quienes tienen estudios superiores. La diferencia es de 13 puntos porcentuales. Lo anterior sugiere un ciclo negativo en el que la falta de ingresos y educación limita el acceso al financiamiento e inhibe la posibilidad de invertir en la educación de los hijos, dejándolos con pocas posibilidades de superar la clase social de sus padres.
Mayores aspiraciones
Las percepciones son importantes porque afectan la conducta. Un ejemplo es la inversión en capital humano. La percepción de que estudiar genera rendimientos puede afectar la disposición de los estudiantes y sus familias para invertir en educarse más. En ese sentido, las percepciones sobre las posibilidades de ascender en la escala social pueden tener un impacto sobre el potencial de la economía. La ENVUD indica que en México los ciudadanos saben que la educación paga, por lo tanto existe una percepción positiva que estimula la demanda de educación en el país.
La educación moldea las expectativas que tienen los padres para sus hijos. Los resultados de la encuesta arrojan que las personas con un nivel de educación alto tienen mayores aspiraciones para sus hijos que las personas de baja educación. 65% de quienes tienen licenciatura o un posgrado cree que sus hijos tendrán una posición social más alta que la que tienen ellos; en cambio, 53% de quienes estudiaron hasta la primaria o menos cree que sus hijos van a ascender de clase social.
Estos datos sugieren que las aspiraciones que los padres tienen para sus hijos no dependen de qué tan talentosos son los niños. Las expectativas de los padres para sus hijos parecen estar más relacionadas con su propia educación y el entorno familiar y social donde se desenvuelven los niños que con las habilidades de sus hijos. Idealmente, esperaríamos que los padres de hijos igualmente talentosos tuvieran aspiraciones similares para sus hijos sin importar el nivel de estudios de los padres. Sin embargo, éste no parece ser el caso. Los datos muestran que los padres más educados aspiran a una mayor educación para sus hijos.
Esta relación se observa en la Gráfica 2, que ordena a alumnos de secundaria igualmente talentosos (aquellos que se encuentran en el 5% más alto en los resultados de la prueba Exani I) por la escolaridad de sus madres. La gráfica muestra que las aspiraciones escolares para los hijos están determinadas por la escolaridad de los padres.
Al comparar las columnas de los extremos podemos observar la brecha entre las aspiraciones de entornos familiares y sociales diversos. En el extremo derecho están los estudiantes con madres que estudiaron un posgrado y en el extremo izquierdo los estudiantes con madres sin estudios. La diferencia entre el porcentaje de los estudiantes con padres que esperan que terminen la licenciatura es de casi 30 puntos porcentuales; más de 95% contra menos de 70 por ciento.
De acuerdo con los resultados anteriores, podríamos esperar que los padres sin estudios inviertan poco en la educación de sus hijos porque sus aspiraciones son bajas. A diferencia de ellos, los padres con estudios superiores estarían más dispuestos a invertir en la educación de sus hijos, acorde a sus aspiraciones. En este sentido, las expectativas definen la conducta y pueden ser un obstáculo a la movilidad social. Los niños más educados de su generación tienen padres con mayor educación, los niños menos educados provienen de familias con menos educación.
Desde el enfoque discutido anteriormente, la movilidad social se refiere a la facilidad con la que una persona puede subir o bajar de nivel socioeconómico. Esta definición toma en cuenta la igualdad de oportunidades para que los individuos se desarrollen y alcancen una mejor posición social que la generación anterior.
Un estudio reciente3 estima que en México tomaría 10 generaciones cerrar la brecha educativa entre un niño cuyos padres terminaron la secundaria y uno con padres con licenciatura completa. En Estados Unidos la movilidad educativa es del doble que en México: únicamente tomaría cinco generaciones cerrar la brecha. Visto así, México es un país menos equitativo que Estados Unidos. Al nacer, los individuos no tienen las mismas oportunidades para desarrollar al máximo su potencial. Más bien, dependen del nivel educativo de sus padres.
Según datos de la ENVUD, 51% de la población considera que se encuentra en la misma posición social que sus padres, 35% que está en una clase social más alta y 15% en una más baja. En otras palabras, 66% de los mexicanos percibe que está igual o peor que la generación previa. Esta situación se recrudece entre las clases sociales más desfavorecidas. Únicamente 27% de las personas de clase baja cree que está mejor que sus padres; en contraste, esta proporción es de 50% entre quienes se ubican en la clase alta y de 47% entre los individuos de clase media alta.
Los datos indican que la escasa movilidad social en las clases bajas se ha internalizado en las expectativas de los individuos. 50% de las personas de clase social baja espera que sus hijos tengan una posición más alta que la suya. En cambio, 63% de los ciudadanos de clase alta y media alta espera que sus hijos avancen en la escala social. Sólo 1% de la población total se autodefine como de clase alta, mientras que 26% se coloca en la clase baja. El grueso de la población (40%) cree pertenecer a la clase media baja. Dada la concentración de la población en las clases baja y media baja, resulta contraintuitivo que la mayoría de los mexicanos (54%) esté satisfecha con su posición social.4 Sin embargo, al analizar el grado de satisfacción entre las clases sociales, se observan diferencias claras. Entre quienes se ubican en la clase baja, 44% está satisfecho con su clase social, mientras que la proporción es de 73 y 76% entre los individuos de clase alta y media alta, respectivamente.5
La inversión en capital humano es uno de los catalizadores más relevantes de la movilidad social. Ésta es una idea compartida por la mayoría de los mexicanos: 88% opina que la preparación o estudios es uno de los aspectos necesarios para que una persona pueda mejorar su posición social. La percepción es generalizada y no depende ni de la edad ni del género. En el mismo sentido, los datos de la ENVUD muestran que a medida que aumenta el nivel educativo, se incrementa el porcentaje de personas que se ubican a sí mismas en las clases sociales alta y media alta y se reduce el de quienes se ubican en clases sociales bajas.
Mayor satisfacción personal
La inversión en capital humano no sólo implica mayores ingresos. También tiene un impacto sobre el desarrollo integral de los individuos. La Gráfica 4 muestra la relación entre el grado de escolaridad y el porcentaje de personas que se encuentran muy satisfechas con su vida en general y con la situación económica de su hogar.6 La educación, además de mayores ingresos, tiende a generar mayor satisfacción “en la vida en general” de los individuos. No es posible afirmar que la brecha entre la satisfacción con la vida y la economía del hogar se deben exclusivamente a la educación. Muchos factores pueden contribuir a la formación de esa brecha. Por ejemplo, 42% de los entrevistados señala que el éxito en la vida consiste en tener una familia.
La brecha aumenta con la escolaridad, lo que puede ser un indicio de que la educación genera otro tipo de satisfacciones, no materiales, como el desarrollo intelectual, la autoestima y la capacidad de tomar decisiones. En este sentido, al comparar los grupos con mayor y menor educación, encontramos diferencias respecto a la definición de “éxito en la vida”. El porcentaje de entrevistados que considera que tener propiedades es uno de los principales indicadores de éxito personal es de 42% entre quienes estudiaron primaria o menos y de 32% entre las personas con estudios superiores, es decir, la diferencia es de 10 puntos porcentuales. En cambio, una mayor proporción de individuos con universidad o posgrado define el éxito en términos de acceso a la educación y libertad en comparación con quienes estudiaron hasta primaria o menos. Entre quienes cuentan con estudios superiores, 68% opina que la educación es una señal de éxito; en cambio, 60% de quienes estudiaron primaria o menos piensa lo mismo.
Las personas con estudios universitarios no sólo valoran más la libertad de hacer lo que uno desea sino que también son quienes más dicen tenerla. La proporción de individuos que opinan que tienen amplia libertad de elegir y control sobre su vida aumenta de la mano con la escolaridad; dicha proporción es de 36% entre las personas con educación primaria o menos y de 49% entre quienes cuentan con educación superior.
La valoración de la libertad entre las personas con más educación se ve reflejada en su opinión respecto a las cualidades que se deben enseñar a los niños. Entre quienes tienen licenciatura o más, 54% considera que es especialmente importante enseñar la independencia a un niño, mientras que esta proporción es de 45% entre los que cuentan con primaria o menos. Al contrario, los padres con un menor nivel educativo valoran en mayor medida la obediencia. 49% de los que estudiaron hasta la primaria o menos cree que la obediencia es especialmente relevante; en cambio, 38% de quienes estudiaron licenciatura o un posgrado considera lo mismo.
Las personas con mayor educación no sólo creen que los niños deben ser más libres, también creen que es importante enseñarles a ser más responsables. 80% de quienes tienen estudios superiores valoran la responsabilidad como parte de la educación de los niños; la proporción entre quienes estudiaron hasta la primaria o menos es 12 puntos porcentuales más baja. Además, las personas con mayor educación creen en un tipo de educación más estimulante; consideran importante impulsar la imaginación y creatividad de los niños.
Mejor salud
Otra muestra de los beneficios de la educación es el cuidado de la salud. El fomento de hábitos favorables a la salud es parte de las enseñanzas que se pueden adquirir en la escuela, sobre todo durante la educación básica. Los programas educativos de primaria y secundaria incluyen clases sobre el cuidado de la salud y de educación física, y ofrecen información sobre salud reproductiva, nutrición y prevención de enfermedades, accidentes y adicciones.7 De acuerdo con los datos de la ENVUD, entre las personas con educación primaria o menos, 42% describiría con un 9 ó 10 su salud en una escala del 1 al 10; en cambio, 54% de quienes cuentan con secundaria dirían lo mismo, lo que quiere decir que con sólo un salto de primaria a secundaria, la proporción de personas con buena salud aumenta 12 puntos porcentuales.
Mejores ciudadanos
Los beneficios de la educación no se limitan a los individuos que la reciben, también aparecen en el desarrollo de la sociedad. Más educación no sólo se traduce en mayor satisfacción individual sino en mejores ciudadanos, más informados, más participativos, más críticos y más respetuosos de las diferencias individuales.
El porcentaje de personas en México que colabora para mejorar su entorno realizando trabajo voluntario es muy bajo. Sin embargo, éste aumenta con la escolaridad. El 22% de los ciudadanos con estudios de licenciatura o posgrado ha realizado recientemente trabajo voluntario para algún grupo u organización; en cambio, 12% de quienes cuentan con primaria o menos lo ha hecho. Participar en este tipo de actividades indica que una persona tiene interés en contribuir activamente al mejoramiento de su entorno porque está dispuesta a dedicar tiempo libre a hacerlo.
Por otro lado, las personas con más educación tienen mayor conocimiento de sus derechos civiles y políticos. Como muestra la Gráfica 5, la proporción de individuos que conocen sus derechos aumenta pronunciadamente a medida que aumentan los años de estudio. La diferencia en dicha proporción es de 31 puntos porcentuales entre los extremos. Sin embargo, el cambio más importante se registra entre los individuos con estudios de nivel medio superior (preparatoria/bachillerato/carrera técnica) y los que cuentan con universidad o posgrado. Este dato indica que el conocimiento de los ciudadanos sobre sus derechos se adquiere o refuerza especialmente durante los estudios de nivel superior.
Uno de los insumos de la democracia es una ciudadanía bien informada. Estar al tanto de lo que ocurre día a día en el país favorece el desarrollo de ciudadanos críticos e involucrados con los problemas que afectan a la sociedad en conjunto. Una mayor educación tiene que ver con un mayor seguimiento de los medios de comunicación. Como se muestra en la Gráfica 6, entre quienes tienen licenciatura, 68% sigue frecuentemente las noticias, por televisión, radio, periódicos, internet o conversaciones con la gente. Esta proporción es de 44% para los que cuentan con primaria o menos. Es importante que la población se conforme por ciudadanos más informados porque generalmente sus decisiones tendrán una base más sólida y mejor fundada.
Los resultados de la ENVUD indican que los ciudadanos con mayor nivel educativo muestran más interés por la política, lo que sugiere que están más involucrados en las decisiones que afectan el curso del país. Entre los mexicanos con estudios de licenciatura o posgrado, 47% está interesado en la política;8 en cambio, únicamente 30% de las personas que estudiaron primaria o menos se interesa en estos temas.
De la misma forma, el nivel de escolaridad influye positivamente en la participación electoral de los ciudadanos. La Gráfica 7 expone el porcentaje de entrevistados que participa frecuentemente en las elecciones de acuerdo a su nivel de estudios.9 Entre quienes estudiaron la primaria o menos, 50% acude frecuentemente a votar; en el otro extremo, 66% de quienes cuentan con universidad o posgrado lo hacen. De nuevo, la diferencia más amplia se registra al comparar a quienes han estudiado alguna carrera técnica con las personas con estudios de nivel superior.
Además de la participación electoral, el nivel de escolaridad guarda relación con el grado de apoyo a la democracia. Al analizar la postura frente a la democracia de acuerdo al nivel de escolaridad, se distinguen dos grupos: quienes cuentan con estudios universitarios o de posgrado y el resto (educación básica y media superior). Entre quienes cuentan con estudios de nivel superior, el porcentaje de personas que opina que la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno es de 70%; en cambio, esta proporción es de aproximadamente 60% en el resto de los grupos definidos por el nivel de educación. También, 84% de quienes cuentan con estudios superiores considera que la democracia es una buena forma de gobierno para México; en cambio, 78% de las personas con otros niveles educativos considera lo mismo. En consecuencia, es probable que para formar ciudadanos que apoyen la democracia no basta con que la educación básica o de nivel medio superior alcance cobertura total. Para que el apoyo a este tipo de gobierno sea más sólido se requiere de preparación universitaria.
Ciudadanos más críticos
Mientras más educación tienen, los mexicanos son más críticos del desempeño de sus gobernantes. Esto podría derivarse de que tienen más herramientas, más información y mayor interés en la política, para evaluar los logros y deficiencias de los gobernantes. Las personas con mayor educación desaprueban en mayor medida la forma como el Presidente Felipe Calderón y el gobernador de su entidad o el Jefe de Gobierno están haciendo su trabajo. Entre quienes cuentan con primaria o menos, 58% aprueba la labor del Presidente y 59% la del poder ejecutivo de su entidad. Estas proporciones son de 52 y 51%, respectivamente, entre quienes tienen estudios superiores.
Las personas con mayor educación también desconfían más de los partidos políticos. 52% de quienes estudiaron hasta la licenciatura o más dice que su nivel de confianza en los partidos políticos es nulo. En contraste, este porcentaje es de 42% entre los que cuentan con primaria o menos. Este resultado coincide con que un alto porcentaje de personas con educación superior no se identifica con algún partido político. La diferencia en el porcentaje de apartidistas entre los grupos de menor y mayor educación es de 13 puntos porcentuales: 41% entre quienes estudiaron hasta la primaria o menos y 54% entre los que tienen una licenciatura o un posgrado.
Ciudadanos más respetuosos
Los datos de la ENVUD también muestran que el nivel educativo está relacionado con la postura frente a la homosexualidad. Entre las personas con primaria o menos, 46% opina que nunca se justifica la homosexualidad; en contraste, este porcentaje es de 29% entre quienes cuentan con estudios superiores. Esta diferencia de 17 puntos porcentuales puede explicarse si se considera el acceso a la información. La mayoría de los prejuicios sociales proviene de falta de información objetiva. En la medida en que los ciudadanos cuenten con más conocimientos y educación, puede esperarse que su postura ante la homosexualidad, o cualquier otro aspecto que involucre el respeto de características u opiniones diferentes a las propias, también cambie.
Incluso, las personas con mayor educación consideran con más frecuencia, en comparación con las personas con menores niveles de educación, que sería bueno que en un futuro cercano hubiera mayor diversidad en las ideas y formas de ser de la gente. Entre quienes cursaron una licenciatura o un posgrado 84% comparte esta opinión, frente a 76% de los que sólo estudiaron primaria o menos.
La educación no sólo favorece el respeto por la diversidad de los individuos, también el del entorno que habitan. Los ciudadanos más informados suelen ser más conscientes de las problemáticas contemporáneas. Más información se traduce en mayor sensibilidad ciudadana de la importancia del cuidado del medio ambiente. Las personas con mayor nivel educativo son las más informadas y también las que dan más relevancia al medio ambiente. Entre quienes tienen estudios de primaria o menos, 57% responde que el cuidado del medio ambiente es muy importante. En cambio, 68% de las personas que cuentan con estudios de licenciatura o más dice lo mismo.
La baja calidad de la educación no es un obstáculo
La percepción del nivel de desarrollo de la educación en el país es apenas aprobatoria. Los mexicanos lo califican con 6.6 en promedio en una escala del 1 al 10. Sin embargo, el desarrollo del sistema y sus instituciones es mejor calificada que el de otras áreas prioritarias para el desarrollo del país, como la seguridad pública (5.1), la aplicación de la ley y la economía (5.3 para ambas) y la democracia (5.8 puntos en promedio).
La ENVUD muestra que los mexicanos califican con 6.8 la calidad de la educación pública de nivel básico del país, en una escala del 1 al 10. Los principales problemas que enfrentan las primarias y secundarias públicas en opinión de los encuestados son la falta de preparación de los maestros (43%), la infraestructura y el equipamiento (23%), y el sindicato de maestros (10%).
La percepción sobre la calidad a nivel superior es ligeramente mayor. Los mexicanos califican a las universidades públicas con 7.6 en una escala del 1 al 10. Es común afirmar que las universidades privadas son de mejor calidad que las públicas, sin embargo sólo 37% de la población está de acuerdo con esta afirmación. La opinión de que la calidad de la educación resulta deficiente es generalizada y no está en función del tipo de universidad (pública o privada).
La Gráfica 8 muestra que en los estados la percepción sobre la calidad de la educación pública en primaria y secundaria está correlacionada positivamente con la percepción de que existen oportunidades para salir adelante.
A pesar de que la calidad de la oferta educativa es deficiente, casi la totalidad de los mexicanos opina que la preparación y los estudios son aspectos fundamentales para que una persona pueda mejorar su posición social. La percepción sobre la necesidad de la preparación como mecanismo de movilidad social es lo que nos une para poder eliminar lo que nos divide: la falta de igualdad de oportunidades.
MARCELINA VALDÉS y STEPHANIE ZONSZEIN son investigadoras del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
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* La ENVUD es un estudio realizado bajo los auspicios de Banamex, la Fundación Este País y un grupo de donantes interesados en hacer un retrato de los valores y las creencias de los mexicanos al inicio de la nueva década. Alberto Gómez, Federico Reyes Heroles y Alejandro Moreno agradecen al grupo de académicos, encuestadores e interesados en la temática de valores que, generosamente, aceptaron formar un Consejo Consultivo para este proyecto y cuyo tiempo, observaciones y sugerencias enriquecieron el estudio de manera importante: Andrés Albo, Ulises Beltrán, Edmundo Berumen, Eduardo Bohórquez, Federico Estévez, Nydia Iglesias, Rosa María Ruvalcaba e Iván Zavala. En la realización de la ENVUD participaron diversas empresas: Ipsos-Bimsa Field Research de México, S.A. de C.V. (que se encargó de levantar la encuesta en Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Colima, Distrito Federal, Durango, Guerrero y Oaxaca); Mercaei, S.A. de C.V. (Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas y Veracruz); Nodo-wmc y Asociados, S.A. de C.V. (Campeche, Chiapas, Estado de México, Hidalgo, Jalisco, San Luis Potosí, Tlaxcala y Zacatecas) y Pearson, S.A. de C.V. (Aguascalientes, Chihuahua, Guanajuato, Michoacán, Morelia, Puebla, Quintana Roo y Yucatán). La empresa Berumen y Asociados se encargó del diseño de la muestra, la supervisión, la validación de la captura y el respaldo a las encuestadoras durante el levantamiento en campo.
1 Se trató de una encuesta cara a cara en vivienda a 15 mil 910 mexicanos mayores de 18 años. El número de encuestas en los estados varía de acuerdo a su población (entre 391 y 800 entrevistas por estado). La encuesta se realizó entre el 13 de noviembre y el 15 de diciembre de 2010.
2 Generalmente, en una encuesta las personas no revelan su ingreso o no lo hacen con precisión.
3 Pablo Peña, “Randomness and the Measurement of Intergenerational Mobility: An Application to Educational Attainment”, 2011. Este artículo utiliza encuestas longitudinales que siguen a tres generaciones en México y Estados Unidos. A partir de ello se puede observar la tasa a la que se transmite el nivel educativo en las familias a lo largo de distintas generaciones.
4 Porcentaje de entrevistados que, en un rango del 1 al 10, calificó con 8, 9 ó 10 el nivel de satisfacción con su clase social.
5 La distribución de la población de acuerdo al nivel educativo es el siguiente: 38% estudió primaria o menos, 24% secundaria, 16% preparatoria, 6% carrera técnica y 16% universidad o posgrado.
6 Consideramos que los entrevistados están “muy satisfechos” cuando calificaron su nivel de satisfacción (con la vida en general o con la situación económica de su hogar) con 9 ó 10 en una escala del 1 al 10, donde 1 es “nada” y 10 “mucho”.
7 Plan de estudios 2009: Educación básica (Secretaría de Educación Pública).
8 Consideramos que una persona se interesa en la política si en una escala del 1 al 10, donde 1 significa “nada” y 10 “mucho”, contestó con 7-10 para describir su interés.
9 Para este análisis se consideró que una persona participa frecuentemente si en una escala del 1 al 10, donde 1 significa “nada” y 10 “mucho”, contestó que su nivel de participación en las elecciones se puede representar con un número entre el 7 y el 10.