Las obras que proponemos al lector en este número del suplemento son testimonio de una larga y sólida trayectoria. Guido Delvaux presentó su primera exposición individual a principios de los años setenta en Bélgica. Desde entonces, su trabajo se ha expuesto en Europa, Estados Unidos y, por supuesto, México, tanto en muestras propias como colectivas.
Estas obras dan buena cuenta de la versatilidad formal del artista. Son trabajos abstractos que van desde la creación de atmósferas sutiles, aunque no carentes de portento, hasta la emergencia de cuerpos longitudinales cuyas texturas orgánicas sugieren un perpetuo crecimiento. Van también desde una sensación de tridimensionalidad, con planos múltiples que se superponen para comunicar la idea de un espacio, a veces vasto, hasta un acontecer que tiene lugar en las superficies.
En un cuadro, por ejemplo, Guido emplea colores distantes en el círculo cromático para crear cuatro niveles o fondos. Atrás, en la profundidad, el negro. A continuación, en lo alto, una fase de blancos. Luego una elevación azul. Finalmente un rojo incandescente, hecho quizá de magma y de entraña. Este cuadro produce una sensación de distancia, de un paisaje abstracto de grandes dimensiones. Bajo el negro estático, parecen surgir, emerger geológicamente las otras tres capas. Quizás asistimos a un momento prehistórico de la Tierra, un tiempo de convulsa formación que recuerda, de algún modo, al Dr. Atl.
En otra pintura, en cambio, a una capa consistente de rojo, a un mosaico de escamas monocromáticas al estilo de Soulages, se superponen contundentes, anchas pinceladas azules y un enigmático detalle amarillo, sin que medie profundidad alguna. Es un choque entre el método y el caos, entre colores opuestos, entre distintos tratamientos del óleo.
Esta obra, a su vez, poco tiene que ver con esas criaturas orgánicas a las que nos referimos, con violetas y verdes texturizados, con cianes y amarillos acuosos, con el mundo vertical y ascendente del que sólo miramos un aspecto inquietante.
La versatilidad y el amplio espectro plástico de Guido Delvaux —resultado natural de una búsqueda continua, de una sana insatisfacción que abarca cuarenta años— están también en su obra figurativa, igualmente rica en matices y francas variantes, y en su oficio de escultor. Este País|cultura se complace en ser puente entre este mundo diverso y el público lector.
Buenas tardes; si se pudiera contactar conmigo se lo voy agradecer.