Hombre de varias pasiones, Alonso Lujambio creyó en los beneficios que la buena arquitectura trae a una sociedad. Desde diversas trincheras, y marcadamente desde la SEP, veló por la preservación y el enriquecimiento del patrimonio inmueble de México.
La arquitectura es el punto de partida
de quien quiere llevar a la humanidad hacia un porvenir mejor.
Le Corbusier
Conocí a Alonso a finales de 1992, cuando me invitó a cenar en un pequeño departamento en Lindavista. La velada transcurrió muy rápido, un clic inmediato. Terminamos escuchando historias de un árbol genealógico hecho con retratos de su familia. Nos platicó las semblanzas de todos y las artimañas a las que había tenido que recurrir para hacerse de las fotos.
La cercanía de ambos con el itam hizo que adoptáramos la rutina de comer juntos casi una vez por semana, generalmente en mi casa. De nuestras charlas surgió su primera propuesta: me invitó como oyente a la Maestría en Políticas Públicas de ese instituto. Acepté gustoso y cursé dos terceras partes del trato. Yo, con la mejor parte, disfruté de todas sus enseñanzas, y él gustoso presumía al primer arquitecto inscrito en sus cursos. El trabajo final que presenté en una de sus materias consistió en el análisis de los recintos legislativos, lo que derivó en la recopilación de todos los libros, planos y documentos sobre parlamentos que caían en nuestras manos y, 18 años después, en el libro Arquitectura parlamentaria en México: Dos siglos de recintos legislativos. Con base en una profunda investigación y en el recorrido del territorio nacional, se hace un recuento de los 34 recintos legislativos de la República mexicana. Estos espacios son analizados, situados y descritos desde el punto de vista histórico, urbano y arquitectónico.
Gustoso pagaba mi beca haciendo de tipógrafo, corrector y diseñador gráfico de las primeras publicaciones de Alonso, cuando no tenían presupuesto, lo que implicaba un segundo turno de trabajo en el que aprendí la complicada construcción de la arquitectura institucional de nuestro querido México.
Cuando lo eligieron consejero del IFE, decidió que era el momento de hacer su primera obra arquitectónica. El sueño de todo arquitecto: poder hacer un encargo partiendo de la selección del terreno, que nos tomó año y medio. Junto con Axel Arañó (cómplice de nuestras travesuras arquitectónicas), logramos hacer el proyecto e iniciamos la construcción. Sacamos el encargo gracias a Teresa (esposa de Alonso), que demostró en la obra el temple y el carácter del mejor de los residentes. En un terreno de 9 metros de frente por 30 de fondo, logramos un proyecto que se caracterizó por su diseño y por maximizar sus condiciones normativas: un pequeño edificio de tres departamentos que fue objeto de las mejores críticas y publicaciones, de las cuales Alonso estaba más que orgulloso —dos departamentos de dos pisos, coronados por un tercero que remataba el último nivel, tratando de equilibrar los atributos de cada uno de ellos.
Posteriormente fuimos convocados por el Senado de la República; se nos comunicó que existía un fideicomiso para la construcción de una nueva sede. Los buenos oficios de Alonso lograron que se firmara un convenio entre el Senado y la Facultad de Arquitectura de la UNAM para definir la ubicación del nuevo edificio y las características que tendría. Propuso que fuera la UNAM la que dirimiera los dilemas institucionales; no se cuestionaba dónde podía construirse la nueva sede, sino dónde debía construirse. Asimismo, qué características requería y cómo se podría convocar un concurso nacional para su diseño.
Como secretario de Educación Pública, Alonso impulsó de manera decisiva la arquitectura mediante la construcción de proyectos torales para la institución y la restauración del Palacio de Bellas Artes, la Biblioteca de México en la Ciudadela, la Cineteca Nacional, los Estudios Churubusco y el Museo Tamayo, entre los más importantes.
Durante su gestión como secretario se destinaron 10 mil millones de pesos a la rehabilitación de 33 mil 204 escuelas de educación básica, se crearon 661 escuelas de educación media superior, se crearon 61 campus de educación superior y se consolidaron otros tantos campus existentes. Se ejercieron más de 1.5 billones de pesos a través del Fondo de Aportaciones Múltiples para infraestructura educativa del país en todos los niveles.
A lo largo de ocho meses, se restauró el conjunto de edificios que sirven de sede a la sep y que pertenecen a esta. La intervención se basó en el proyecto de restauración desarrollado por el arquitecto Jorge L. Medellín en 1989, año en el que se reestructuró el conjunto. La restauración contempló la totalidad de las fachadas exteriores así como las fachadas interiores en los cuatro patios principales. La operación, de la mano de la Autoridad del Centro Histórico y su fideicomiso, abarcó mejoras urbanas y paisajísticas en la Plaza de Santo Domingo, así como la restauración del Portal de los Evangelistas, que limita con la plaza. Se restauró el piso del recinto original de la plaza, corrigiendo los hundimientos diferenciales que había sufrido. Esta intervención transformó una zona importante del Centro Histórico.
En el conjunto de edificios sede de la sep se instaló la escultura mural Ecuación en acero de Manuel Felguérez, que vino a complementar el acervo artístico mural del edificio con una obra de la Generación de la ruptura. Resolviendo estructuralmente el montaje de una pieza de más de siete toneladas, la obra se colocó en el patio sur del edificio de la Antigua Aduana.
Ante la ausencia de una imagen de Francisco I. Madero en el Centro Histórico de la Ciudad de México, Lujambio propuso la creación de una escultura. Se consideraron diversas propuestas y ubicaciones. Al final, se seleccionó una escultura ecuestre de Madero hecha por Javier Marín; sería erigida entre la Alameda y el Palacio de Bellas Artes.
Lujambio diseñó el programa Escuelas Modelo para aquellos planteles que, por su tamaño e importancia histórica, requieren de una atención que los programas regulares de la sep no pueden brindarles. Como parte de este programa, instruyó la restauración de la Escuela Secundaria Técnica 6 “Sor Juana Inés de la Cruz”, ubicada en Enrico Martínez 25, frente a la fachada poniente de la Real Fábrica de Tabacos (hoy Biblioteca de México), y cuyo edificio forma parte del catálogo del inah por sus características. Colegio de monjas hasta antes de la secularización de los bienes eclesiásticos, el inmueble contiene, en el único muro de colindancia, un mural de azulejo veneciano con la imagen de Sor Juana Inés de la Cruz, de principios del siglo xx posiblemente. Es ejemplo del movimiento neocolonial que consolida José Vasconcelos, cuando se crean las escuelas de artes y oficios donde las mujeres, segregadas de la actividad productiva, se capacitaban en la formación de pequeñas industrias que podían manejar desde el hogar. Las fachadas históricas del inmueble se encontraban seriamente dañadas. Dos edificios provisionales de laboratorios ocupaban desde hace décadas la mitad del patio recreativo. Los baños eran insuficientes para atender a la población escolar. Su distribución interna no cumplía con la normatividad y el inmueble, en general, estaba en pésimo estado de conservación.
La escuela primaria “Benito Juárez”, obra clave del periodo neocolonial y encargo de Vasconcelos, no había tenido intervención alguna desde su creación. La pieza fue diseñada y construida por el arquitecto Carlos Obregón Santacilia en 1924 en terrenos que formaban parte del Cementerio de la Piedad. Debido al deterioro del plantel, en 2010 la asociación de padres de familia solicitó trabajos mayores de restauración, enfatizando la necesidad de techar la alberca, por ellos construida y operada. Adicionalmente, el conjunto de los edificios que conforman la escuela había sido afectado por diversas intervenciones: nuevos edificios habían sido erigidos sin respeto alguno al proyecto original. Junto con arquitectos, especialistas y constructores, Alonso propuso liberar la escuela de las construcciones que se integraron arbitrariamente al conjunto, para posteriormente sustituirlas de manera armoniosa con un nuevo edificio. Además, se hicieron trabajos importantes de mantenimiento, reestructuración, renivelación del terreno, repavimentación y adaptación de elementos para la inclusión de personas con discapacidad.
Alonso se comprometió también con la restauración de las secundarias Miguel Hidalgo y Santiago Galas, ubicadas en un solo inmueble en la calle de Moneda 13; catalogado por el inah, este edificio del siglo XVII es uno de los más emblemáticos del centro histórico de Tlalpan. Su fundación data de 1590, cuando se construyó allí el Hospicio de la Provincia de San Gregorio de los misioneros de San Diego. Entre 1828 y 1830, cuando Tlalpan era la capital del Estado de México, fue sede de la Casa de Moneda. Durante la intervención francesa Maximiliano y Carlota lo usaron como casa de descanso, y en 1957 fue adaptado como escuela. Por sus frisos barrocos, de un gusto exótico, y sus decorados, este inmueble es único en América Latina.
Con motivo de la Conferencia de Cambio Climático de la ONU (COP16) realizada en Cancún en 2010, la empresa china Broad donó un pabellón de mil 300 m2, bajo en emisiones de CO2, para ser edificado en los terrenos de la Universidad Tecnológica. Una vez terminada la cumbre, el pabellón se integró al patrimonio de la universidad. Dicho pabellón fue construido en un tiempo total de nueve días y consta de una estructura prefabricada de 12 metros de ancho por 45 de largo, dividida en dos niveles. Junto con la sre, coordinamos la recepción de los contenedores, la preparación de los servicios (agua, drenaje y luz) y la cimentación necesarios para erguir y lograr el funcionamiento del pabellón; asistimos también en el ensamblaje de la pieza.
Lujambio entendió a cabalidad que para fomentar la lectura era necesario revisar las condiciones físicas de nuestras bibliotecas. Junto con restauradores, especialistas, arquitectos y constructores, propuso darle mantenimiento y unificar la imagen de 12 bibliotecas públicas en el Distrito Federal. Se restauraron cuatro de ellas, ubicadas en edificios históricos catalogados, y a las ocho restantes se les dio mantenimiento mayor, unificando la imagen y sustituyendo el mobiliario y equipamiento.
El 1 de julio de 2010 fue publicado el decreto por el cual se incorporó a la SEP el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, encargado de la organización de las actividades conmemorativas del bicentenario. Lujambio entraba como un relevo tardío y, consciente del costo político que ello implicaba, determinó que se diera seguimiento a la construcción de la Estela de Luz, con el objetivo de apoyar las acciones requeridas para la conclusión de la obra y facilitando el enlace entre las diversas autoridades involucradas y las empresas encargadas de su ejecución. Además, fue necesario concluir faltantes de proyecto y supervisar la calidad de la ejecución de la obra, que se concluyó el 31 de diciembre de 2011.
Alonso quiso documentar la belleza de nuestra arquitectura escolar. De ahí surge el libro Arquitectura escolar: sep 90 años. Sus páginas proponen un análisis, con enfoque diverso y multidisciplinario, de los espacios de aprendizaje de la educación básica en México. Con sentido de pertenencia e identidad, muestra la gran diversidad cultural de nuestro país y de la labor dirigida por la sep a lo largo de nueve décadas. Plantea los retos arquitectónicos de hoy, tanto para la construcción de nuevos planteles como para la adecuación y admiración de los existentes.
Como hombre de Estado, entendió que la arquitectura se modifica a través de sus normas, por lo que hizo importantes cambios y actualizaciones a la normatividad mexicana de la infraestructura física educativa.
En todo lo que hizo y promovió de arquitectura en los mil 76 días que fue secretario de Educación, se acompañó de arquitectos responsables y comprometidos, dueños de un discurso propio. Buscó siempre combinar el talento de los jóvenes con la experiencia de hombres y mujeres de trayectoria. Dedicaba las noches y los fines de semana a supervisar las obras y la entrega de compromisos; era implacable en el cumplimiento de los tiempos y la calidad comprometidos. El 25 de septiembre de 2012 la arquitectura mexicana perdió a uno de sus más grandes promotores y yo a mi amigo entrañable. Ambos te vamos a extrañar.
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JOSÉ MIGUEL GONZÁLEZ SALAZAR es arquitecto por la UNAM. Fue profesor de asignatura y coordinador de proyectos del Taller Max Cetto en la misma universidad y profesor de proyectos en la UIA. Conferencista y consultor para diversas empresas e instituciones públicas y privadas, ha ocupado puestos en el Gobierno Federal en las áreas de planeación, diseño y construcción. Participó en la edición de los libros Arquitectura parlamentaria en México: Dos siglos de recintos legislativos y Arquitectura escolar: SEP 90 años. Ha publicado artículos en revistas como Arquine y Cuadernos de arquitectura. Desde 2009 trabaja en la SEP como asesor del secretario en temas de arquitectura.
“Sin hombres de pensamiento los cambios no son posibles, pero sin hombres de voluntad y carácter inquebrantables, no se hacen”. Palabras de Justo Sierra sobre Juárez que hago propias al referirme a Don Alonso Lujambio, quien mantuvo en su existir la virtud del hombre de pensamiento e ideales y también la voluntad y carácter inquebrantable para hacer realidad las grandes obras por México. En ellas se destaca la restauración y modernización del Centro Escolar Benito Juárez, estándarte de la buena educación pública de Mexico y orgullo de nuestra nación.
La historia de esta restauración no puede entenderse sin recordar asimismo las aportaciones de otros hombres de bien que la hicieron posible y viable, donde recuerdo entre los miles de involucrados, además de los alumnos y profesores de los planteles que conforman el centro educativo, sin orden cronológico o de importancia, a Don Carlos Obregón Formoso, José Miguel González Salazar, Ernesto Velasco León, Juan Luis Diaz Nieto, Luis Ignacio Sánchez, Gabriel Mérigo, Rebeca Elizalde, Araceli Rodríguez de Fernández, Beatriz Castillo González, Martha Ramírez, Sergio García, Maribel Carrera, Cossette Vivanda, Elia Ayala y Ana Hubbe.
Andres Fernando Moreno y Gutierrez, padre de familia, exalumno, vecino de la colonia y miembro del Consejo Escolar de Participación Social promotor de la iniciativa de restauración.
FELICIDADES CHEMA … gran artículo …..
Un abrazo