El 29 de septiembre pasado, en el marco de la Feria del Libro de Antropología e Historia, se presentó la obra más reciente de Luis de la Barreda Solórzano, ¿Qué es esta monstruosidad? (Ediciones Cal y Arena, México, 2012). Reproducimos a continuación los textos que Malena Mijares y Verónica Navarro leyeron en esa ocasión.
¿Qué es esta monstruosidad?, la interrogante sin respuesta que aparece en la espléndida e igualmente enigmática portada, es una pregunta lacerante por el dolor que encierra y una cuestión que compele al lector desde el principio. Puesto a tratar de desentrañar lo inquietante del planteamiento y a intentar distinguir el rostro adolorido de una mujer que tiende a desaparecer en la imagen contrapuesta de un remolino, merced a un efecto visual acertadísimo que en la fugacidad de un parpadeo acerca y aleja ese rostro que es una y es todas las mujeres que respiran en el trabajo de Luis; puesto a aceptar el reto de la pregunta, conforme entra en sus páginas, el lector se ve envuelto literalmente por la eficacia de un libro impecable, que consigue asestar un golpe seco a la comodidad de nuestra ignorancia que, si no lo es del todo, al menos es, para quienes no nos enfrentamos cotidianamente a la vileza del mundo de la violación, una cierta distancia, una lejanía confortable que después de esta lectura nos deja conmocionados ante las verdades que De la Barreda presenta y que tanto nos confrontan.
Hay que decir que se trata, sin embargo, de una confrontación cuidada; pasada por el proverbial comedimiento de Luis; ponderada y calibrada por la elegancia de su persona, por la fuerza indiscutible de su autoridad moral, por la solvencia de su escritura y la erudición y cultura de sus argumentaciones. Se trata de una obra de divulgación, que busca llegar al gran público para crear conciencia, para abrirnos los ojos a una realidad insoslayable y vergonzosa, cuyas dimensiones acaso no imaginamos. Este libro —que podría ser árido para quienes no estamos avezados en la materia jurídica— está dirigido justamente a los lectores neófitos en el análisis de las figuras delictivas y en las especificidades de los códigos penales y la forma en que tipifican el aberrante delito de la violación, bien calificado por el autor como un crimen abyecto. Y consigue atraparnos.
En el ejercicio acucioso de una voluntad de estilo, en la construcción de una obra pedagógica en el mejor sentido, De la Barreda nos lleva de la mano a la comprensión del problema y nos explica los complicados vericuetos legales que lo rodean. Pero lo hace de un modo tal que al acercarnos a la gravedad del delito nos muestra a un tiempo la vergüenza que lo sobrepasa y la certeza del compromiso que hace falta para combatirlo.
En este punto encuentro un eco de lo que fue para el autor el descubrimiento tardío de las ruindades del mundo, habiendo crecido en un hogar amoroso y protegido en el que sus padres procuraron postergar, a él y a sus hermanos, tal como conmovedoramente nos relata, el encontronazo con la cruda, tantas veces devastadora realidad.
Uno de los recursos destacables de la obra, en términos tanto literarios como de elaboración de los argumentos, es la composición coral mediante la voz de otros autores: filósofos, juristas, poetas y literatos que con sus palabras acompañan a Luis y dotan a ¿Qué es esta monstruosidad? de distintos niveles de lectura, de puntos de vista enriquecedores. Ahí están Quevedo, Machado, Shakespeare, Montaigne, Pascal, Savater, Ethel Krauze, Ángeles Mastretta. Allí están también los especialistas: Olga Islas y Elpidio Ramírez, Díez Ripollés y Bourke, Alberoni, y tantas voces más que o bien encabezan los capítulos y con sus epígrafes los apadrinan de algún modo, o bien se entreveran en una continuidad perfectamente integrada al hilo del texto que nos ocupa.
En este concierto nuestro autor elige con esmero y sensibilidad citas esclarecedoras. Tal es el caso del famoso romance español de la pérdida de España a manos de los moros, que tan bien revela las visiones de solidaridad gremial masculina y femenina imperante en aquella época, y acaso aún en nuestros días, y que a la fecha resume poéticamente una disyuntiva histórica. Si la memoria no me traiciona se trata de dirimir “de la pérdida de España / quién fue funesto principio”, y la cita dice:
Florinda perdió su flor,
el rey padeció el castigo;
ella dice que hubo fuerza,
él que gusto consentido.
Si dicen quién de los dos
la mayor culpa ha tenido,
digan los hombres La Cava
y las mujeres Rodrigo.
El recorrido del libro es minucioso: entra con frecuencia en pormenores jurídicos, siempre con el tono justo para que estos sean comprendidos por los que no somos expertos; analiza las delicadas aristas de la violación en función tanto del violador como de las víctimas, y se refiere con particular humanidad a los estragos físicos y sicológicos de las huellas. Nos conduce a través de los principales mitos del asunto, desde la concepción de la mujer como botín de guerra y la aceptación colectiva del saldo de mujeres violadas como una de las consecuencias inevitables de las batallas hasta los prejuicios al respecto que vergonzosamente campean en pleno siglo XXI.
¿Qué es esta monstruosidad? hace, en fin, un estudio profundo, tanto en lo individual como en lo colectivo, del que no es posible dar cuenta en este breve espacio. Baste subrayar la fuerza que la argumentación cobra en la ejemplificación de casos reales que al corporeizarse resultan estremecedores: como el de Claudia, la mujer que en legítima defensa mató a su agresor, o el de la madre de la niña violada que al cabo de un tiempo encuentra al criminal y no puede sino prenderle fuego, para acallar su dolor; o los casos de pederastia, que ponen los pelos de punta, o la dramática historia de la maestra Mary Kay y su discípulo Vili, menor de edad cuando establecieron una relación amorosa condenada por todos. Estos y otros ejemplos son muestra de otra forma coral en el libro: la que alterna el marco teórico con los personajes de carne y hueso. Un acierto más, en mi opinión, notabilísimo.
Ante la imposibilidad de abordar cada capítulo por separado destaco solamente uno de los alegatos: el del libre albedrío, que me resulta particularmente categórico y, en términos humanos, conmovedor; el que al amparo de una cita contundente de Fernando Savater nos revela que no importa la tendencia generalizada hoy en día de buscar circunstancias atenuantes, que tiende a minimizar por motivos de contexto y vivencias personales la responsabilidad del individuo: no debemos perder de vista que existe la posibilidad de elegir y que la violación es un crimen abyecto que el violador perpetra como una elección, como una opción que lacera la libertad de la víctima y hiere de muerte el valor universal de la decisión sobre el propio cuerpo.
Con base en la convicción de que la violación es un crimen abominable, Luis de la Barreda construye un edificio sólido, una reflexión incontrovertible a favor de la libertad, a favor del respeto al otro; construye un libro en donde queda claro que el ejercicio del erotismo es electivo y supone una unión deseada y una espiritualidad que nos refrenda como seres humanos.
Más allá de lo interesante y enriquecedor del análisis jurídico, valioso de por sí, De la Barreda nos entrega una obra seria, profesional y de consulta obligada que reivindica aquello que nos hace hombres y mujeres cabales. Nos entrega una disertación de aliento filosófico, sólidamente cimentada en la mejor tradición humanista, que evidencia los claroscuros de nuestra naturaleza.
El remate con las poderosas palabras de Goethe no podía ser más certero: “Nos hace más fuertes sentirnos amados que sentirnos fuertes”.
El cometido de presentar un libro es invitar a su lectura. Los exhorto a ello. ¿Qué es esta monstruosidad?, en los tiempos que corren, es indispensable.
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MALENA MIJARES trabajó durante más de 20 años en diversas dependencias de la UNAM. Entre otros desempeños, fue directora general de Radio Universidad y directora de Literatura en Difusión Cultural, así como editora de la revista Los Universitarios. En 2005 llegó a esta casa para fundar el suplemento EstePaís|cultura y desde octubre de 2010 dirige nuestra revista.