Ningún tipo de pertenencia colectiva, ninguna entidad social tiene prioridad sobre los individuos, afirma Ermanno Vitale en sus trabajos sobre multiculturalismo, corriente de pensamiento a la que critica por irracional: mientras los liberales anteponen los derechos de los integrantes de la comunidad a los deberes que pudieran tener hacia esta, los multiculturalistas juzgarían prioritarios los deberes exigidos por el grupo al que se pertenece. ¿Sobre qué base? A partir de ideas que, en su origen, compartirían los problemas del nacionalismo, del patriotismo, y de la religión, es decir, la irracionalidad.
En días pasados, expuse ante un grupo de mujeres indígenas, el marco teórico de los derechos humanos como fundamento de la democracia, así que comencé relatándoles la forma en que estos han ido evolucionando poco a poco, a partir de una serie de victorias de los terratenientes y señores feudales sobre el Rey Juan sin tierra, primero, y sobre sus sucesores después. Claro que los ideales de la revolución francesa tuvieron algo que ver, pero no debe olvidarse que derivó en el terror y finalmente, en el imperio napoleónico. Más que con sangre revolucionaria, los derechos se encuentran relacionados con las sucesivas victorias de los ciudadanos ingleses y americanos sobre la corona británica a la que impusieron un parlamento —así como con el trabajo desarrollado durante siglos por los jueces de la Commonwealth.
Primero entonces los derechos civiles: ningún Rey o gobernante sin tierra puede quitarme propiedades para pagarse una guerra con Francia u otro país, ni tampoco mi vida ni mis derechos sino a través de un procedimiento judicial. Debo tener acceso a la justicia, poder creer lo que yo quiera, trabajar en lo que decida. Una vez consolidados estos derechos, hicieron su entrada los derechos políticos; y la participación en el gobierno a través de un representante libremente electo se hizo realidad. Por último, los derechos sociales: si no contamos con un piso mínimo de derechos como el trabajo, la educación y la vivienda digna, los derechos políticos, entre ellos el del sufragio, no valen gran cosa pues se instrumentalizan en función de intereses de corto plazo.
Muy bien maestro, muchas gracias, su clase ha sido muy clara y muy concisa y este programa es interesante porque las instituciones del Estado nos capacitan, pero ¿qué están haciendo para escucharnos? Porque no lo hacen, no indagan sobre la manera en que nos organizamos. Otra asistente comentó que mi exposición mejoraría al integrar ejemplos de democracias de los pueblos indígenas, pues estos tienen ideas distintas sobre lo que la ciudadanía es, o sobre el significado de los derechos. Otra participante cuestionó: ¿por qué quieren imponernos un sistema político? Otra más, después de agradecerme, inquirió ¿y los derechos culturales dónde los deja maestro? Me dispuse a responder.
¿Qué son tales derechos? El término cultura tiene tantos significados que resulta inútil a la hora de vincularlo a garantías, pues no es sino un artificio construido a posteriori, una invención de factores comunes que se exaltan o privilegian a costa de los que han sido desplazados. Tampoco tiene sentido hablar de derechos comunitarios pues la identidad, la cultura, la existencia de todo colectivo es ideológica y por lo mismo, no puede detentarlos. Adjudicar derechos a grupos étnicos o religiosos sería peligroso por su incompatibilidad con los derechos fundamentales de las personas.
¿Dije esto? ¿Pensé decirlo? No, porque no son del todo ideas mías, sino de Ermanno Vitale, uno de los más reconocidos teóricos de los derechos fundamentales de la escuela de Turín: la comunidad, la etnia, la nación, son para él mitos utilizados por las élites para generar empatía por algún proyecto político, y el caso más estudiado y de resultados más tristes es el del nacionalismo. Como defensor de los derechos individuales, Vitale reconoce la importancia de la lucha de los indígenas por mejorar la desigualdad de siglos, pero desde su perspectiva, la cuestión está en determinar los instrumentos para lograrlo, no en limitar la validez de la democracia creando “islas de diferencia” en las que tengan vigencia costumbres y tradiciones nocivas a los individuos. Considerar como secundarios derechos fundamentales y privilegiar el orgullo de pertenencia a una tradición, ocasionaría la perpetuación de la desigualdad en los derechos fundamentales, por ejemplo, en el caso de las mujeres.
Entonces ¿cómo ayudar a las comunidades indígenas para mejorar sus condiciones de vida? Y en la pregunta está justamente el meollo del asunto, pues no se trata de brindar auxilio a los grupos sino a sus integrantes: los derechos son individuales, no colectivos, y los programas sociales deben encausarse a las personas.
¿Qué fue lo que yo respondí a las preguntas de las talleristas? Dije que algunas instituciones realizan la escucha a las culturas originarias en eventos como en el que nos encontrábamos, pero que sin duda habría que hacer mucho más. Mencioné que lejos de imponer un sistema político —al que por otra parte todos estamos obligados como solución histórica a los conflictos que las civilizaciones han padecido por milenios— la Constitución brinda a los pueblos originarios la posibilidad de regir sus asuntos internos a través de autoridades tradicionales (con la condición de que se respeten los derechos individuales y sobre todo, los de las mujeres). Dije también que podría ser útil remitirnos a ejemplos de democracia participativa en colectivos indígenas, pero que no deberíamos perder de vista que los derechos y la ciudadanía tienen un origen histórico determinado ¿Fue suficiente para aclarar sus dudas? No lo sé.
Yo mismo no las he solucionado para mí y la propuesta de Vitale no me resulta suficiente ¿Tiene completa razón respecto al multiculturalismo? ¿La insistencia en derechos individuales no ocasionará, tarde o temprano, la desaparición de colectivos, de comunidades olvidadas en favor de sus integrantes? ¿Puede separarse tajantemente destino colectivo y destino individual? Puede que no. Sin embargo, leer a Vitale me ha sido muy útil para avanzar en la reflexión de estas cuestiones. Podría serlo igualmente para ustedes pues, mañana viernes 8 de junio, a las doce del día, Ermanno Vitale dictará en el Instituto Federal Electoral la conferencia “Liberalismo y derechos culturales”. Será una buena oportunidad para platicar con él sobre estas cuestiones.