Es una buena noticia la entrada en funcionamiento del Mecanismo Europeo de Estabilidad, encargado de brindar ayuda financiera a miembros de la eurozona en apuros. La pregunta que ahora debe hacerse es si podrá auxiliar retroactivamente a países que, como España, no son responsables de los problemas que enfrentan.
La crisis española tiene su origen por contagio en la problemática inmobiliaria norteamericana. Antes contaba con un superávit presupuestario y un historial fiscal impecable. Entonces, ¿por qué tantos problemas? Como explica Paul Krugman, los inversores tienen miedo de que un país no sea capaz de pagar sus deudas. Esto hace que no estén dispuestos a prestar dinero a no ser que se les ofrezca un interés muy alto. Y el hecho de que el país deba refinanciar su deuda a ese costo empeora sus perspectivas fiscales, lo que hace el pago improbable: la desconfianza se convierte en una profecía auto cumplida.
Cuando Rodolfo Vázquez reflexiona sobre la persistente ideología que considera a los mercados como capaces de autorregulación, lo hace en los siguientes términos: “El problema reside en seguir considerando a la institución del mercado como algo bueno per se, algo que por su propio dinamismo, en la medida en que se minimicen los factores de distorsión, producirá las bondades requeridas por cualquier sociedad medianamente decente. Éste es el optimismo delirante del economista clásico que se encuentra a medio camino entre la ingenuidad y la franca insensatez”.
Por eso es una buena noticia que Europa avance hacia un mayor control financiero, así como hacia una integración bancaria sólida. Esto, claro está, no debe dar paso a la colectivización de los pasivos. Paul Krugman ha difundido un manifiesto suscrito por economistas europeos que pone énfasis en la bondad de los acuerdos alcanzados, en la necesidad de romper el vínculo entre bancos privados y gobiernos nacionales, y en la importancia de contar con una regulación financiera poderosa. A fin de desacoplar el bienestar de los países europeos de la financiación y de los errores del sector privado, un requisito previo es la creación de instituciones de regulación ejecutadas por una autoridad única europea: “La autoridad de supervisión bancaria debiera tener la capacidad de autorizar la recapitalización de los bancos y de decidir, de manera imparcial, sobre la restructuración o liquidación de instituciones financieras insolventes, al tiempo de hacer responsables a los acreedores de los malos manejos realizados. Por tanto, toda liquidación debiera hacerse, en la medida de lo posible, sin utilizar el dinero de los contribuyentes”. La puesta en funcionamiento del Mecanismo Europeo de Estabilidad abona en esa dirección.
Sin la velocidad que se requiere en épocas de crisis, y luego de poner en riesgo tanto la estabilidad de la moneda única, como el proyecto europeo en su conjunto y las oportunidades vitales de miles de ciudadanos, se han tomado decisiones correctas. Sin embargo, España sigue sufriendo recortes en sus programas sociales porque sus gobernantes consideran que una forma de responder a la crisis, es exponer a sus ciudadanos a la pobreza.