De entre todas las manifestaciones del arte popular iberoamericano una de las más interesantes es la creación artesanal ya que en ella se expresa el espíritu de su gente. La creación artística popular abarca objetos ornamentales, otros de uso cotidiano y piezas ceremoniales, algunas indispensables en muchas festividades. Los objetos de arte popular son el resultado de antiguas tradiciones tanto americanas como procedentes de España, Portugal, África Occidental y Asia, las cuales se han mezclado de maneras distintas en cada uno de los países de la región para producir una amplia variedad de estilos que en su diversidad se hermanan. Estos oficios, que conservan los maestros del medio rural, las zonas populares de las ciudades y de las comunidades indígenas, han pasado de generación en generación durante siglos y todavía son el sustento de muchas familias.
El público mexicano puede admirar, por primera vez, un gran número de piezas del arte popular de toda Iberoamérica, reunidas en la exposición Grandes maestros del arte popular de Iberoamérica, de la Colección Fomento Cultural Banamex, la cual permanecerá abierta de diciembre de 2011 a agosto de 2012 en el viejo Palacio de Iturbide, ubicado en Madero 17 en el Centro Histórico de la Ciudad de México. La muestra, fruto de una investigación y curaduría de Cándida Fernández, realizada de 2007 a 2011, quien conjuntamente con las coordinaciones de Arte Popular e Iberoamérica han logrado exhibir el trabajo de 500 de los mejores maestros artesanos de veintidós países. El proyecto ha podido llevarse a cabo gracias a los auspicios del Banco Nacional de México, Fomento Cultural Banamex, AC y la Fundación Roberto Hernández Ramírez, con la colaboración del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Secretaría de Relaciones Exteriores y Aeroméxico, quienes participarán en la itinerancia internacional de la muestra.
El guión de la exposición incluye nueve ramas artesanales: cerámica, trabajo en madera, metalistería y orfebrería, piel, papel, textiles, fibras vegetales y un grupo de varios, que a su vez se divide en diferentes especialidades. Las piezas expuestas son de una gran perfección técnica, lo que en muchos casos supone la conservación o el rescate de técnicas antiguas.
La cerámica es una de las producciones más abundantes en la región desde la época precolombina. A partir del siglo XVI, los españoles y los portugueses introdujeron nuevos procedimientos y pautas decorativas. La exposición comprende tres ramas derivadas de esas tradiciones. La cerámica de raíces indígenas utiliza técnicas autóctonas antiguas, como el modelado a mano, los engobes, el bruñido y el ahumado, entre otras. Las vasijas producidas de ese modo corresponden a tipologías ancestrales que siguen vigentes en nuestros días.
La cerámica utilitaria de tradición hispánica emplea vidriados transparentes y opacos (mayólica). En el primer caso abundan los utensilios de cocina y en el segundo los objetos para el servicio de mesa y algunas piezas ornamentales.
Existe, asimismo, una cerámica escultórica, generalmente policromada en frío, que recoge motivos de la vida cotidiana, fiestas, corridas de toros o tipos populares, pero también temas religiosos derivados de la tradición católica, imágenes de vírgenes y santos, y sobre todo Nacimientos. En este grupo se hallan piezas escultóricas como los árboles de la vida.
Los diferentes tipos de trabajo en madera —carpintería, ebanistería, laudería y talla— fueron introducidos por misioneros del siglo xvi. Desde entonces, los maestros artesanos han aprovechado el enorme inventario de materias primas a su alcance, que van desde las finas maderas tropicales hasta las suaves de las coníferas. Entre los objetos expuestos hay muebles tallados y con trabajo de taracea y marquetería.
También con maderas preciosas se confeccionan en Iberoamérica instrumentos musicales. Hay marimbas mexicanas y guatemaltecas, arpas de Paraguay y Perú, guitarras y requintos de diversas naciones, charangos, jaranas, cuatros y seises de la zona andina, así como instrumentos de percusión caribeños.
Entre las piezas escultóricas en madera hay tallas sin ninguna policromía, algunas con policromías sencillas y otras estofadas. El estofado fue introducido en América desde Europa en el siglo xvi para embellecer las tallas religiosas católicas. Aún se practica en México, Ecuador, Perú y Brasil. Procedentes de esos países encontramos en la muestra imágenes de la Virgen María de diversas advocaciones, de Cristo, de algunos santos, así como Nacimientos.
Gracias a la abundancia de metales preciosos que existe en la región, se ha mantenido una larga tradición orfebre y joyera. Ciertamente la tradición europea determinó en buena medida el desarrollo del oficio, pero con el tiempo cada nación ha creado su propio repertorio. La exposición cuenta con obras de plata, como una pava argentina, un par de negritos chicheros y una figura escultórica de la Virgen de Chapi —ambas manifestaciones peruanas—, así como un par de bules realizados por dos talleres mexicanos, además de otros objetos guarnecidos con ese metal, como cocos chocolateros mexicanos y mates argentinos. La filigrana de oro y plata es una técnica muy común en muchos países de la zona para la elaboración de joyería; esta se combina además con perlas, coral y ámbar, entre otros materiales, como puede apreciarse en el recorrido.
Los textiles forman una de las ramas más interesantes de la exposición por la variedad de materiales, técnicas y ornamentaciones que presentan y por la perfección en su realización. Hay piezas de origen indígena, como los huipiles de algodón labrado, provenientes de diferentes regiones de México y Guatemala; los ponchos, los morrales, las fajas y los paños de lana tejidos con dos vistas, de Perú, Ecuador y Bolivia, y las molas panameñas. Ejemplos de la tradición española y portuguesa son las mantelerías de Lagartera, Toledo; República Dominicana y México, y los encajes brasileños, paraguayos y puertorriqueños. Vale la pena destacar algunas piezas tejidas con técnicas antiguas, como los tapices peruanos y los sarapes mexicanos; estos últimos realizados gracias a los programas de apoyo de Fomento Cultural Banamex.
Debido al vasto territorio que ocupan los países iberoamericanos, la variedad de fibras vegetales con las que se trabaja en la zona es enorme. Destacan las canastas tejidas en espiral de Panamá y el norte de México, las cestas realizadas por etnias de la Amazonia peruana y la brasileña, los sombreros panameños de Ecuador, los de los huasos chilenos, los vueltiaos de Colombia y los de jipijapa tejidos en la península de Yucatán en México. También hay objetos de madera decorados con popotillo —los mexicanos— y con tamo —los de Colombia.
En la colección hay un grupo misceláneo en el que encontramos objetos realizados con una gran diversidad de técnicas: desde las figurillas hechas con crines de caballo de Chile, hasta las miniaturas de hueso mexicanas, las tallas de ámbar y el grabado en calabazos secos del Perú. Aquí se reúnen piezas singulares, pero no por ello de presencia menos importante; a este ámbito se circunscriben, por ejemplo, el trabajo en cera de México, tanto escultórico como ornamental, y los tocados de plumas brasileños, bolivianos y ecuatorianos, y el trabajo de plumaria mexicano sobre base plana a la manera del siglo xvi.
Sin duda, una visita a esta exposición permite un acercamiento panorámico al trabajo de los grandes maestros del arte popular de Iberoamérica quienes, con todo y su diversidad, ponen en evidencia las raíces y las tradiciones que nos son comunes. Y por sobre todo revelan el talento y la incesante búsqueda de la belleza de estos grandes creadores.
Visite el sitio web de la exposición: . Exposición abierta de lunes a domingo, de 10 a 19 horas. Entrada libre. ~
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ANA PAULINA GÁMEZ es licenciada en Restauración de Bienes Muebles por la Escuela Nacional de Restauración y pasante de la maestría en Historia del Arte por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Ha dedicado sus esfuerzos a la investigación sobre las artes aplicadas y el arte popular de nuestro país.