Una conferencia-concierto con Carlos Fuentes en Ginebra
Uno de los recitales más insólitos e interesantes que he tocado fue el que di en mayo de 1994 en Ginebra, en ocasión del ciclo “Diálogos con grandes escritores hispanoamericanos”, organizado por la Fundación Simón I. Patiño en colaboración con la Universidad de Ginebra. El escritor invitado fue Carlos Fuentes y se le ocurrió al propio Fuentes y a la Fundación completar el evento con una exposición de pintura y un concierto.
El acto tuvo lugar el 19 de mayo y empezó con el diálogo que sostuvo Carlos Fuentes con Luis Íñigo Madrigal, profesor de la Universidad de Ginebra, sobre la obra del escritor y la literatura hispanoamericana. Por supuesto, la erudición, ingenio y elocuencia de Fuentes cautivaron al público, que abarrotaba no solo la sala sino un gran espacio exterior frente al cual habían instalado una gigantesca pantalla de televisión. Un diluvio de preguntas de los asistentes y de deslumbrantes respuestas del escritor concluyeron esta primera parte. A continuación, se inauguró una exposición de cuadros de José Luis Cuevas y, para terminar, se celebró un concierto en el que toqué una suite de Bach y, con la pianista Doris Stevenson, obras de Manuel M. Ponce, Federico Ibarra y Astor Piazzolla, precedidas por una breve charla acerca de la música latinoamericana.
Dieciocho años después, habría de despedirme de Carlos Fuentes a través de la música
Carlos falleció el 15 de mayo de 2012. El día siguiente por la mañana, el padre Julián Pablo, dominico, de la Orden de los Predicadores, celebró una misa en la intimidad de la casa de los Fuentes. El padre Pablo —multifacético sacerdote que fue íntimo amigo de personajes como Luis Buñuel, Octavio Paz y Carlos Fuentes— me sugirió participar con la interpretación de alguna obra para violonchelo en el solemne homenaje que, encabezado por el presidente Felipe Calderón, se llevaría a cabo momentos después, a las 12 de día, en el Palacio de Bellas Artes. Dada mi amistad con los Fuentes, me incliné a aceptar pero, no queriendo ser oficioso, lo consulté con Silvia y con Consuelo Sáizar, presidenta de Conaculta. Ambas estuvieron de acuerdo con la propuesta.
De la casa de los Fuentes nos fuimos a Bellas Artes. La ceremonia principió con un discurso de Consuelo Sáizar. Inmediatamente después, sentado a un costado del féretro, toqué un movimiento lento de una suite de Bach para violonchelo solo. Las notas tristes de una zarabanda resonaron así en Bellas Artes, en mi emocionado tributo a la figura de Carlos Fuentes.