EstePaís | cultura recibe en esta ocasión la obra de Lucille Wong. Nacida y formada en México, la sensibilidad y las raíces de Lucille la han llevado a ahondar en la cultura oriental, preparándose con maestros como Luis Nishizawa y Koyo Okamoto, estudiando el pensamiento y la historia de Japón y China, entre otras naciones, y cultivando su gusto de manera autodidacta. A la vez, Lucille se ha interesado de manera particular en el arte europeo, vocación que la llevó a estudiar fotografía, grabado y desnudo en Florencia, Italia, en la década de los ochenta.
Hace algunos años, Clementina Díaz de Ovando supo sintetizar esta dualidad con las siguientes palabras: Hay en el trabajo de Wong “una feliz confluencia del milenario arte oriental con el impresionismo moderno. Se trasluce en su obra esa exquisita sensibilidad pictórica del sutil Oriente, que ha sabido captar la naturaleza en toda su puntual complejidad y que, en algunas de las obras de Lucille, al abandonar su referente inmediato parece instaurar paisajes metafísicos, ya dentro de las corrientes del abstraccionismo lírico”.
La pluralidad de afanes de Wong abarca también la literatura. Licenciada en letras modernas y maestra en filología inglesa, nuestra invitada encuentra en los libros una de las fuentes principales de su trabajo plástico.
Las obras que presentamos ahora dan cuenta, nos parece, de esta diversidad. Sus flores, sugeridas y al mismo tiempo arrebatadas, son imagen clara de las observaciones de la doctora Díaz de Ovando: “exquisita sensibilidad pictórica del sutil Oriente” y “abstraccionismo lírico”. Pero la obra no se agota en la imagen. Lucille remata sus trabajos con un sello japonés en tinta roja, que sirve para identificar a la autora y al mismo tiempo como un componente gráfico adicional. O bien incorpora la escritura literaria para entrecruzar así dos tipos de discurso diferentes, o marida pintura y música empleando partituras como soporte de la imagen.
Gentilmente, nuestra artista sugiere en su propia obra que no hay razón para limitarse. Antes que serle fiel a un lenguaje, le interesa plasmar su sensibilidad, su forma de interiorizar el mundo para luego verterlo. Wong toma elementos de muy distinta naturaleza y los combina en una suerte de concierto, porque sabe que en esa sinfonía habita su arte. ~