Los trabajos de Paul Birbil que reproducimos en este número dan cuenta de una obra artística marcada por la yuxtaposición. En un primer nivel, el de lo aparente, Birbil superpone en la misma superficie a una mujer y una botella, a una mujer y un perro, a una mujer y un caballo. En algunos casos estos elementos parecen cohabitar, coexistir como tales y mantener contacto. Pero en otros están disociados y la correspondencia se da, acaso, sólo en la gestualidad.
En un segundo nivel esa yuxtaposición es más delicada: más sutil y más riesgosa. Un chico vestido mantiene el equilibrio sobre una orca o un tiburón que vuela. Una mujer se guarece junto al costado de un perro descomunal, un rottweiler quizá. La relación entre las partes de estos binomios parece inofensiva. Pero ¿en qué momento —nos preguntamos— se volverá el predador contra el chico, contra la mujer desnuda? A la vista, son relaciones entre un aparente amo y un guardián. En potencia, lo son entre una víctima y un victimario. Hay un lazo de salvación, pero hay otro, no menos poderoso, de abuso y destrucción.
Aunque ha vivido en México por más de veinte años, Birbil es un autor eminentemente norteamericano. Su paleta y los contrastes a los que nos referimos remiten a figuras como Carver, en particular a algunos relatos de Cathedral, donde la vida familiar suburbana, anodina pero aparentemente segura, es máscara de conflictos y desgracias que perturban. En Paul Birbil como en Carver el efecto es grotesco: la necesidad humana y el desconcierto cohabitan, se entrelazan, devienen una y la misma cosa.
El catálogo que Birbil nos ofrece, por supuesto, va más allá de esto. Invitamos al lector a considerar, a más de esta interpretación, otras aproximaciones a una obra por demás sugerente. ~
En portada:
Mano en ciudad, óleo sobre tela, 70 x 90, 1999.