Encharcamientos
Ayer, bajo la regadera,
pensé en ti.
En nuestra discusión como un pantano.
La espuma del jabón viajaba
como una nube sobre el piso.
Cargada de células muertas.
Era un impaciente borrego
hozando sobre la coladera
tras las púbicas pasturas.
Se encharcaba el baño
y la sosa cáustica
lejos, seca e inútil dentro de una bolsa,
bajo el fregadero.
Formas de volver a las galaxias
Por sobre el tendedero, mientras descuelgo la ropa limpia,
se caen del cielo violeta de la tarde
los dos refulgentes soles de Tatooine.
Me recuerdan aquella tarde
—afuera de esta misma casa y sobre ese mismo cráter—
en que me imaginaba todo aquello que, al final,
sí me ocurrió.
Pero hoy
que solo el imperio de lo cotidiano contraataca,
La Fuerza ya solo me acompaña
para abrillantar la empuñadura de mi espada láser;
para soportar las largas colas de pensionados, cada [quincena,
en el Templo Jedi.
Y mis trucos mentales ya solo valen
para convencerme de que hay más en estos lazos,
que detrás de las tres lunas que ya comienzan a salir.
Temporada 91-92
Recuerdo esa tarde en la que no llegas.
En la que te espero sentado sobre el balón
viendo los tres leones impresos
en cada hexágono del Adidas Etrusco.
Los tacos exprimidos junto a mis pies,
los tachones con lodo y pasto,
las medias húmedas.
La noche se tragó las porterías,
los manchones de penal, los córners,
hasta que aparecieron por fin, entre el portón [de la escuela
y el suelo, tus luces. Caminé hacia ellas
cruzando la cancha por la línea del medio campo.
Igual que al día siguiente,
cuando entré de cambio hacia el final del segundo [tiempo
y metí el único gol que he metido.
El único nuestro en aquel 9-1.
Acordes en la sombra
Pasaron las voces de las sirenas con la prisa
que les impide esperar a los semáforos.
Está el crujido lumbar de una silla
desentumiéndose en el comedor. Oculto
en la cocina, el refrigerador ulula
como un búho impávido.
El perro inequívoco ladrando a unos pasos
desprolijos que se delatan.
Las turbinas de un avión:
las atronadoras pantuflas que arrastrara
un dios modorro y sediento
que se levanta al baño en la madrugada.
El silbido periódico de un papalote verde y salado
en una de mis fosas nasales.
Todos bajo el orden
del metrónomo que son los grillos. ~
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ÉDGAR YÉPEZ (Estado de México, 1982) se licenció en Diseño Industrial por la Universidad Autónoma Metropolitana. Ha traducido poemas de Russell Edson en la revista Letras Libres, y ha publicado ensayos en las revistas digitales Hermano Cerdo y Radiador.