La voz del teatro, del viejo arte de contar historias, alentó el pensamiento y el espíritu de espectadores, actores, directores y académicos en el cuarto ciclo de conferencias Havel: la frontera de las ilusiones, proyecto que buscó, según el director de Teatro de la unam, Enrique Singer, “encontrar la identidad, el perfil que perdió el teatro de la universidad”. A continuación presentamos lo que Singer y Tania Lomnitz (coordinadora) comentan acerca de este evento y de la vocación de la unam por la difusión de la cultura. OG
ENRIQUE SINGER: El primer ciclo fue sobre William Shakespeare, se montaron dos obras: Otelo, y, de Paula Vogel, Desdémona. Después se presentaron, alrededor del tema de las fronteras, Zoot Suit de Luis Valdez, y Nueve días de guerra en Facebook de Luis Mario Moncada. En el tercero, La controversia de Valladolid, de Jean Claude Carrière, en la que se habla del racismo. Y el último, sobre Havel, interroga y reflexiona lo que sucede al caerse, al destruirse una utopía, la idea de un mundo mejor. No me parece gratuito que haya sido el teatro el escenario donde se fraguó el cambio aterciopelado, pacífico, de la República Checa, porque el teatro es el lugar donde se refugian las ideas. Es una parábola, metáforas sabias sobre la realidad humana, un cuento donde se dicen las cosas más profundas con base en pequeñas historias superficiales. Es el espacio donde se conserva la tradición oral del conocimiento, el recinto donde una generación le cuenta a otra una historia, y otra, y otra, o se reinventan. El contador de historias es el actor; los textos, el gran aliento humano. El teatro no es para las masas, es para una élite, no económica ni intelectual, sino para una élite de gente que se reúne gustosa a tener un placer en vivo, a esa fuerza del teatro es a la que apelamos.
Esta oficina de la unam nació a mediados del siglo pasado, su objetivo es difundir la cultura a partir del trabajo hecho con estudiantes y maestros. A la vuelta de los años, lo quiera o no —eso va más allá de mi intención—, se convirtió en una productora de teatro. Ha perdido su identidad universitaria para convertirse en una productora de teatro profesional, con tanto éxito que otras instituciones —como el inba, el Conaculta, El Teatro Nacional, entre otros— se permearon de este espíritu y ahora producen lo que emanó de aquí, todas trabajan como aquí desde hace décadas, incluso con personas que pasaron por acá, como en el caso de Luis de Tavira, actual director de la Compañía Nacional de Teatro, él estudió y fue director de este lugar.
La paradoja es que cuando las demás instituciones se universalizaron la Universidad perdió su perfil. Dentro de nuestra nueva búsqueda está utilizar el teatro como medio de reflexión académica, la unión con la academia nos hace distintos a los demás. Así convivimos ahora. La Universidad propicia la cultura y su difusión, tiene una misión ante la sociedad: mejorarla. La cancha en donde se juega es la reflexión y la investigación inteligente, crítica, profunda sobre la realidad. Si vamos a hacer teatro y el teatro habla de ideas, aquí están los especialistas para enriquecer cualquier propuesta teatral. La experiencia está resultando muy rica, con gran generosidad los académicos participan —entre otras cosas— porque el público que viene a estas charlas es distinto al acostumbrado, es de teatro.
En el último encuentro nos interesaba reflexionar momentos cruciales en la historia del mundo como la Primavera de Praga de 1968 —movimiento que se llegó a llamar El rostro humano del socialismo— la Revolución de terciopelo, la caída del muro de Berlín y los cambios que esto produjo sobre todo en la República Checa para pensar lo que está ocurriendo en México. Elegimos dos autores: Václav Havel y Tom Stoppard, y dos de sus obras, La inauguración y Rock n’ roll.
Ellos se conocieron, los dos son checos, pero Stoppard ha vivido casi toda su vida en Inglaterra, en realidad es como un autor inglés de origen checo. Esta obra en particular, Rock n’ roll, es un homenaje a Havel. La inauguración, a su vez de Havel, es una crítica al interior del socialismo. Está escrita antes de la caída del muro y ya plantea el traslado de la sociedad checoslovaca hacia el capitalismo, aunque todavía sigue en el poder el partido comunista. Se adelanta a lo que va a suceder, critica el consumo, la entrada de una sociedad vacía, vacua, sin valores, cuyo único valor es el poder, el prestigio, el poder económico y eso es lo que ocurrió, lo que estamos viviendo. En esta obra, Havel estaba preocupado por la democracia, no por el capitalismo. Muestra la gran farsa de la clase media checa que pretende occidentalizarse y cae en unos ridículos espantosos. El teatro de la posguerra tiene ciertas características, es social, está preocupado por reflejar a la sociedad, más que al individuo. A partir de Beckett hay un cambio en el mundo teatral y creo que también literario, Havel lo sabe, lo retoma.
De Havel solo se ha montado una obra en México, La inauguración, que nosotros pusimos en escena, creo que los autores que estaban atrás de la cortina no salían fácilmente. En 1968 Václav Havel era un exitoso dramaturgo, después llegó a ser presidente de la República Checa, pero él no esperaba lo que sucedió, no estaba planeado, la revolución no era parte del guion, su plan era reflexionar sobre la vida y manifestarse artísticamente. Ahora el mundo es mejor y eso se lo debemos a gente como Havel, tanto él como Mandela, grandes líderes de finales del siglo xx, nos han dejado un gran legado.
En México los temas que se trabajan en teatro son más psicológicos, no sociales. Hicimos un experimento hace casi dos años, seleccionamos a ocho directores jóvenes y les pedimos que hicieran una pequeña obra de teatro de media hora. El proyecto se llamaba 2012, el apocalipsis en México, es decir, era un tema social que trataba de algo que estamos viviendo en el país. Al final, casi todas, el ochenta por ciento fueron reflexiones sobre la relación entre hombre y mujer, de pareja, psicológicas. Así fue, no tengo problemas con eso, sale lo que tiene que salir. El artista tiene la obligación de hacer lo que crea que tiene que hacer y ese fue el resultado.
El objetivo del encuentro Havel: las ilusiones perdidas que nosotros propusimos no era llegar a una solución entre todos sino suscitar preguntas. Los especialistas plantearon su manera de ver las cosas pero las conclusiones eran personales. A mí me quedaron algunas reflexiones sobre el papel de la izquierda en México: cómo se ha alejado de la democracia —su propio logro—, después de tantos años y muertes, la lucha por la toma del poder está provocando su estancamiento, ideas retrógradas y reaccionarias, en México la izquierda ha renunciado a la lucha democrática.
Le hemos regalado la democracia a la derecha, todo eso dio como resultado el triunfo del pan, es decir, el triunfo de Fox. Ahora estamos atascados, divididos, sin un proyecto de nación concreto, necesario, urgente en el país y tenemos la obligación de hacerlo ya. Es un momento muy complicado donde falta liderazgo en todos los órdenes, político, económico.
Tenemos otro proyecto con el que pretendemos devolverle la identidad al teatro de la UNAM, se llama Red de teatro universitario. Casi todas las facultades tienen un grupo teatral, les ayudamos a producirlo, los apoyamos con talleres y estamos organizando una gira interna de estas compañías; además, pretendemos hacer internacional el festival de teatro, hemos contado con la presencia de Alemania, Francia, España, Argentina y el próximo invitado es Brasil.
TANIA LOMNITZ: El ciclo de conferencias que corrió paralelo a la puesta en escena de las obras de Havel y Stoppard convocó a un grupo importante de la intelectualidad de México: Roger Bartra, Jaime López, Ilán Semo, Daniela Spencer, José Ramón Enríquez, Oscar Sarquiz y Rogelio Villareal. Dichas ponencias serán publicadas en la revista Fractal.
La pregunta abrió y cerró el ciclo sobre Havel. Una llevó a otra, a otra y a otra. El foro Sor Juana Inés de la Cruz y el Juan Ruiz de Alarcón, de la unam, fueron los escenarios donde se contaron las historias a nuevas generaciones.
La muerte de Havel, último acto
Murió en Hradecek, Bohemia, durante el invierno del pasado 18 de diciembre. El escritor encarnó circunstancias límite: hombre de teatro, preso en varias ocasiones por su activismo contra el régimen comunista en la República Checa y electo presidente en 1989 tras la caída del muro.
Era la voz de su comunidad, por su resistencia se convirtió en una figura emblemática. El día de la toma de posesión, en la plaza, se juntaron cuando menos tres generaciones de checos y eslovacos, los de la preguerra, guerra y posguerra —habla Fernando de Ita, crítico de teatro y dramaturgo, quien estuvo presente en el acto donde se invistió a Havel como primer presidente checo—. Sentían que eran parte de la historia, vencía la razón, en ese sentido era exultante, pero aun en el momento de la victoria, Havel mantuvo su sonrisa escéptica, no se veía triunfalista, no era el héroe, era como si algo sospechara; siempre con ese pequeño gesto de dolor, el dolor de su generación, de sus amigos, de su familia, de la traición. Durante el régimen todos eran susceptibles de traicionar o ser traicionados. Su sonrisa no terminó de ser, quizá porque fue un hombre íntegro y un hombre íntegro sabe que la integridad es peligrosa. ~
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OLGA GARCÍA-TABARES es escritora y periodista.