Sin ánimo de exclusión, las obras de teatro y danza que se citan no siguen un orden cronológico o tendencia. La lista más bien está motivada por el amor al hecho escénico, a esos creadores que insuflan de vida nuestros escenarios y nos contaminan del coraje artístico capaz de transformarnos en mejores seres humanos.
Es, pues, una bitácora personal, donde las historias, las épocas, los hacedores que sobreviven o aquellos que se fueron, dejaron con sus montajes un boceto en construcción permanente de lo que imaginamos que somos.
1 De la calle. La potencia de este montaje de Julio Castillo (†) marcó un hito en el teatro mexicano. Escrito por Jesús González Dávila, el drama, que es una mirada lúcida a los desclasados, los lumpen, formó a toda una generación de público y actores, entre ellos, a un estupendo Roberto Sosa.
2 La noche de Hernán Cortés. Para conmemorar los quinientos años de la Conquista, Luis de Tavira, en complicidad con la pluma de Vicente Leñero, urde un espectáculo grandilocuente, total, donde los recuerdos de Cortés son el punto de partida.
3 Los justos. Casi al final de su vida, Ludwik Margules montó este texto de Camus. Su propuesta aséptica, donde los actores casi respiran junto a los espectadores para involucrarlos al extremo y sin concesiones, cimbró el Foro Teatro Contemporáneo.
4 La Malinche. Polémica al extremo, deliciosa o aborrecible según se vea, el director Johann Kresnik se pitorrea de los mitos tradicionales que dieron identidad a la patria. Su violencia erótica, la provocación política aderezada lo mismo con desnudos que con textos hilarantes son de antología.
5 Trilogía mexicana de Juliana Faesler. La directora de La Máquina de Teatro metió a Nezahualcóyotl, Moctezuma y La Malinche en un laboratorio escénico para contar en montajes unitarios algunos rasgos de identidad desde la visión de estos héroes mesoamericanos.
6 De monstruos y prodigios. Claudio Valdés Kuri y su compañía, Teatro de Ciertos Habitantes, dieron, literalmente, la vuelta al mundo con este montaje. La conferencia teatralizada, que habla de los castrati, constituyó uno de los carteles internacionales del teatro mexicano a principios del siglo XXI.
7 Desazón. Julieta Egurrola, Angelina Peláez y Luisa Huertas, interpretan a mujeres de diversas regiones del país, cuyos monólogos denuncian el estado de cosas existente en sus entornos. La dirección de José Caballero al drama de Víctor Hugo Rascón Banda cobra tintes sublimes en la contención y estupenda significación del texto.
8 Sursum Corda. El tema de los milagros en una ciudad que avizora la Guerra Cristera fue acaso una de las creaciones más logradas de Héctor Mendoza (†), quien vuelve a la esencia del teatro: el actor. La imaginería e idiosincrasia de una familia pueblerina quedan plasmados aquí.
9 Amarillo. La conjunción de las preocupaciones estéticas de Jorge Vargas y su Teatro Línea de Sombra se reúnen en esta apuesta de interdisciplina escénica para contar la historia de un migrante. Todo un poema del desconsuelo.
10 Los asesinos. Texto dramático rico por donde se vea, la obra escrita y dirigida por David Olguín acude a la violencia por la violencia misma de los sicarios y el narcotráfico. Canto desesperado del México envuelto en una guerra sangrienta, el gesto escenográfico de Gabriel Pascal conmueve.
11 Ballet Folclórico de México de Amalia Hernández. Embajador por excelencia de los bailes y danzas tradicionales del país, cada coreografía de la agrupación es una reivindicación de la multiculturalidad. Con sesenta años de trayectoria, la pieza Los mayas ha sido una de las más aplaudidas.
12 Rincones de luz. Delfos, la compañía de danza contemporánea creada por Claudia Lavista y Víctor Manuel Ruiz, urdió con este bocado una obra vital sobre la búsqueda interior. “Si dos se besan el mundo cambia…” es el fragmento de “Piedra de sol” de Octavio Paz del que partieron.
13 Anabiosis. La compañía Tania Pérez-Salas, que casi siempre ha sido relegada por el gremio dancístico, toma al erotismo como base y La llama doble de Octavio Paz cataliza este enjambre coreográfico donde la bailarina decanta sus obsesiones.
14 Rituales. Para celebrar su treinta aniversario, El Cuerpo Mutable / Teatro de Movimiento, acudió al uso de la multimedia donde seis bailarines se entregan a un juego habitado lo mismo por héroes cotidianos que por guerreros. Lydia Romero, su fundadora, tiene una de las voces de la danza más contundentes.
15 3 = 6 Frecuencias abiertas. Si hablamos de la referencia más inmediata de la experimentación en los recientes coreógrafos mexicanos, Raúl Parrao en la dirección artística del Centro de Producción de Danza Contemporánea ya dio las pimeras muestras: El escote, Tres puntos suspensivos y Retrato son dignas de celebrarse.
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JUAN MANUEL GARCÍA BELMONTE (León, Guanajuato, 1974) es teatrista, periodista y promotor cultural. Fue becario del Fonca. Escribe en varias revistas culturales del país. Publicó Te veo en el restaurante (Ediciones La Rana, 2011) y su trabajo está incluido en el volumen Dramaturgos de Tierra Adentro III.