La sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que libera a Florence Cassez ha detonado la furia de la sociedad civil mexicana. La indignación la sentimos todos. Me pregunto, sin embargo si está dirigida a la persona correcta y si algo positivo puede derivarse de ella.
Culpando al (verdadero) culpable
No encuentro la palabra que adecuadamente describe lo que deben estar sintiendo las víctimas de Cassez o sus familiares. Sin embargo, dirigirlo a la SCJN implica desconocer que hizo lo que toda corte constitucional tiene que hacer cuando se le enfrenta con tales irregularidades procesales. Ello no es un tecnicismo jurídico. Tampoco es una excusa. Es el resultado de un ideal importante—además de mundialmente aceptado.
Un proceso es un acto delicado que para merecer el adjetivo “debido”, necesita cumplir ciertos cánones. De lo contrario, el fallo que resulta es ilegítimo, indigno. Y dicho ideal nos protege a todos.
A quien se le confía poder (y nótese que uso la palabra “confía”) debe usarlo correctamente. Las autoridades que incurrieron en actos y omisiones que hicieron defectuoso el proceso de privación de libertad y posterior enjuiciamiento de Cassez abusaron de esa confianza. Lo menos que puede hacerse es evitar que dicho abuso eche raíz, y más cuando implica la pérdida de uno de los derechos más caros. Entendido ello, lo que deberíamos estar discutiendo no es por qué se tuteló a Cassez, sino qué cabezas deben ser cortadas, pues existe responsabilidad.
No hay mal que por bien no venga
No faltará quien cite el fallo para denostar las leyes en México. Quien incurra en diatriba o se deje llevar por simplismo—inclusive jingoísmo dada la (deplorable) respuesta de la sociedad francesa 1. Sin embargo, si algo asoma la, lamentablemente mayoritaria, decisión del alto tribunal mexicano es que le apostó a un ideal. Resistió la tentación de tomar la solución fácil, particularmente dado el repudio de la sociedad civil, que ya se veía venir. Ello, distinguido lector, se llama “progreso”.
Ya era hora que ocurriera un caso como este. No es ninguna noticia que el sistema judicial penal y penitenciario mexicano es dantesco, sin embargo, nadie hace nada. Todos en México somos cómplices de ello, sea por acción u omisión y, todos en México vivimos con dicho riesgo—además de vergüenza.
Es de esperarse que esta crisis genere la voluntad—capital político inclusive—para hacer algo al respecto. Por que ello es lo bueno de las crisis, invitan a revalorar si el pendiente debe continuar pendiente y confieren elementos para hacer algo al respecto. Si ello ocurre, Cassez puede convertirse en uno de los grandes precedentes de la historia de México.
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Francisco González de Cossío se dedica al arbitraje y al derecho mercantil, es abogado fundador de González de Cossío Abogados. Es autor de nueve libros de derecho y profesor de la Universidad Iberoamericana y Escuela Libre de Derecho.
1 La recepción de Cassez como heroína en Francia añadió insulto a la ofensa. Descuida además que es una probable criminal, y de los delitos más serios. Por ende, tratarla como celebrity habla mal de quien lo hace.
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