El presidente uruguayo, José Mujica, ha presentado a su parlamento una iniciativa para legalizar la producción y el consumo de la mariguana bajo un importante control gubernamental. Esta iniciativa nace como una respuesta directa al clima de violencia, que se ha incrementado de manera notable en el país sudamericano. En Estados Unidos, tras la legalización para uso recreativo de la mariguana en los estados de Colorado y Washington, se pronostica que en los siguientes meses otros 13 estados podrían comenzar a transitar el camino a la legalización.
Los de Uruguay y Estados Unidos no son casos aislados. Desde hace tiempo líderes globales de ambos lados del espectro político han expresado su apoyo a la legalización de la mariguana. Lo novedoso e importante ahora es que estas posturas no emanan únicamente de personajes que miran en retrospectiva, como los presidentes de México Ernesto Zedillo y Vicente Fox, u otras personalidades internacionales como Kofi Annan y Felipe González, sino comienzan a asumirla diversos líderes en funciones, como Mujica y los actuales presidentes de Guatemala y el Salvador, Otto Pérez Molina y Mauricio Funes, respectivamente, entre otros.
Dada esta creciente tendencia y lo que pareciera la inminente (algunos dirán impostergable) legalización de la mariguana, a continuación planteamos una serie de observaciones y cuestionamientos que busca matizar un tema que hasta el momento ha sido tratado de una manera sumamente maniquea. Tomar en cuenta estas consideraciones, y otras que seguramente emanarán de un debate serio, podría ser la diferencia entre crear políticas púbicas robustas y funcionales o hacer meros pronunciamientos para generar la ilusión de pensamiento progresista. Quisiera mencionar que estas consideraciones fueron pensadas para el contexto mexicano; sin embargo, pudieran funcionar para otros escenarios.
1. La legalización no es ni deberá ser presentada como una cura milagrosa contra el crimen organizado
Al escuchar hablar a ciertos actores políticos y activistas, uno juraría que si la mariguana se legalizara, de manera casi inmediata esta tormenta de violencia cesaría. A mi parecer, el único efecto que tendría la legalización de la mariguana en las estructuras del crimen organizado sería una breve merma en sus copiosos ingresos. Esto llevaría a los cárteles a un replanteamiento de su estrategia de negocios y privilegiaría la diversificación de ingresos para complementar su ya variadísimo “portafolios” de productos (trata de personas, secuestros, tráfico de drogas “duras”, prostitución, piratería, extorsión, etcétera).
Es crucial el fortalecimiento de las instituciones de procuración de justicia si se busca mitigar la violencia y el crimen. Pensemos, por favor, cuántos países hay en el mundo en los cuales la mariguana es ilegal y no tienen la crisis de seguridad que tiene México. Ninguna persona seria podría afirmar que existe una correlación entre legalización de mariguana y seguridad pública.
2. El mercado negro de productos legales
El hecho de legalizar un producto no nulifica automáticamente su producción y distribución ilegal. Solo habría que ir a un tianguis para ver la cantidad de productos legales que se venden fuera de la ley y cuyos recursos van directamente a gente maleante. Suponiendo que la mariguana se legalice, sería importante ir pensando desde ahora qué tanto se van a gravar su consumo y su producción. Un cargo impositivo desmesurado podría incentivar la producción y el contrabando ilegales e intensificar la venta en el mercado negro. Considerando que el mercado interno de la mariguana en México se calcula en 400 toneladas anuales y el mercado de exportación a Estados Unidos es de 6 mil 500 toneladas o 2 mil 500 millones de dólares anuales (Fuente: Mesa Redonda de la UNAM, CFI Consultores, SC), es innegable que aun con la legalización de la mariguana, esta seguirá siendo una negocio rentable para el crimen organizado.
3. Medición de consumo y externalidades negativas
Démosle el beneficio de la duda a las personas que dicen que la mariguana es más saludable (o menos dañina) que el alcohol y el tabaco y que su impacto en la salud pública del país será inferior a la de estas otras dos “drogas” legales. Aun queda pendiente el tema de la medición. Hasta donde sé, no hay aún un método de medición, ni un umbral establecido, para determinar los niveles de intoxicación que haría que una persona que ha consumido mariguana se considere un riesgo social.
El tabaco no presenta este problema. Fumar tabaco no altera la conducta de un individuo. La externalidad negativa, el humo de segunda mano, se limita prohibiendo que se fume en espacios públicos cerrados. El alcohol, cuyo consumo excesivo sí altera el comportamiento de sus usuarios, se puede medir a través de su concentración en la sangre (superior a los .40 gramos). ¿Y la mariguana? ¿Existen formas de medición para saber si alguien tiene las capacidades necesarias para conducir o para operar maquinaria? ¿Existe una propuesta de regulación en este sentido? Antes de legalizar un producto que pudiera generar externalidades negativas habría que tener muy claro hasta dónde se va a permitir su uso sin consecuencias legales.
4. Productos derivados
Legalizar la producción y consumo de la mariguana, únicamente para fines de consumo recreacional, pudiera ser una falta grave de visión o una decisión muy atinada. Valdría la pena hacer un estudio a profundidad de los productos derivados que esta legalización pudiera generar, así como el impacto posible en distintos sectores económicos, esto para medir el alcance de la legalización y, en su caso, las certificaciones fitosanitarias necesarias para la comercialización de esta y de sus derivados. Según tengo entendido, existe una gama amplia de bienes que se pudieran comercializar si la producción de la cannabis fuera legal. Bueno, al menos eso dice Woody Harrelson.
5. Impunidad
Si esta legalización se llegara a dar, sería un gravísimo error que la sociedad lo entendiera como un “borrón y cuenta nueva”. Esto sería un insulto a todas las personas que han perdido su vida y que han perdido a personas cercanas en este lucha contra el crimen organizado.
En lo personal, nunca he sido de las personas que optan por el “menor de los males”. Creo que si la mariguana se legaliza con el único propósito de mitigar el crimen y la violencia, la medida será un rotundo fracaso. Al contrario, si las acciones se enfocan en explotar al máximo las ventajas de ser uno de los países pioneros en la legalización de esta substancia y sus derivados —considerando desde un inicio los beneficios económicos y sociales que esto pudiera generar, así como la problemática posible y las estrategias para su control— otro futuro nos esperaría.
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ROBERTO MORRIS (Ciudad de México, 1979) es maestro en Políticas Públicas por la London School of Economics and Political Science y licenciado en Comunicación por la Universidad Iberoamericana. Ha tomado cursos de comercio exterior y análisis político en la Escuela Libre de Derecho y la John F. Kennedy School of Government de Harvard, respectivamente. Es autor del poemario Sonrisas plásticas (Ediciones Sin Nombre) y de la novela Autobiografía de fracasos (Editorial Porrúa). Ha publicado artículos académicos en las revistas CONfines y Global Media Journal en español y ha sido profesor del ITESM Campus Monterrey. Actualmente es vicepresidente de Asuntos Públicos de la agencia de comunicación Fleishman–Hillard México.
mejor que se eche un churro y deje de escribir sandeces!
Perdimos la batalla contra el narcotráfico, le estamos abriendo la puerta.
Fracasamos en controlar el flagelo, como dice la canción ENTREGÁ EL MARRÓN, ENTREGÁ EL MARRÓN.