Welsh, Irvine, Las pesadillas del Marabú, Federico Corriente (trad.), España: Debate, 1997, 335 pp.
Roy Strang viaja sin descanso dentro de un jeep acompañado de la más grande figura del futbol escocés, Sandy Jamieson. Viajan a través de África en la búsqueda del amenazante Marabú, hay que aniquilarlo, pues es la mismísima representación de la depredación carroñera. El viaje no termina, y de verdad, créalo, suceden las cosas más locas en ese viaje, incluso va más hondo hasta donde nadie puede… esperen, ésta no es la historia.
La historia es la de un chico de Edimburgo que fue educado a punta de golpes y vejaciones; como le decía su padre, a él lo maltrataba más porque de todos sus hijos, era sólo él, Roy Strang, el único con sesera… Así, un día se fueron a vivir a Sudáfrica, en donde su tío le mostraba cómo hacen los hombres cuando no contienen sus deseos sensuales, así es como Roy Strang fue violado varias veces por… lo siento, ésta tampoco es la historia.
El libro narra, como Roy Strang es intervenido constantemente por las enfermeras del hospital en donde ya lleva dos años internado, las enfermeras y el doctor a cargo lo molestan de tanto en tanto, le meten sondas por los esfínteres, le dan medicamentos, lo llenan de agujas, y él, que al parecer está en coma se percata de todo, de absolutamente todo… hoy no doy una, tampoco éste es el motivo del libro.
Helo aquí, el Marabú africano,
que en la ficción de Welsh encarna
el símbolo oscuro de la depredación.
El caso es que Roy Strang es un escocés de clase media que en la actualidad vive en estado de coma. Sin embargo, a pesar de su letargo sabe y escucha todo lo que pasa en la realidad, y también en las subrrealidades que se ha inventado. Una de esas realidades inconscientes es aquella en la que viaja en un jeep con su máxima figura de admiración, el más grande futbolista que hay en Edimburgo, Sandy Jamieson. Otra es aquélla donde siempre está yendo más abajo, ¿o debería decir, “más lejos”? No se sabe, en realidad está huyendo de Dorie, aquella chica que de tanto en tanto irrumpe en su autoinducida vida comatosa, irrumpe en sus miserables recuerdos, irrumpe en su subconsciente para recordarle las terribles deudas que tiene en el mundo consciente y en su vida real, una vida que él juzga asquerosa, pues nunca ha querido parecerse a su familia, menos a sus padres que le parecen tan ridículos, miserables, mediocres e incomprensibles. Pero, ¿por qué huir de Dorie, si es una chica tan hermosa?
De esta manera un tanto desordenada y confusa, que en la narración tiene al menos cuatro niveles distintos determinados con diferentes tipografías, con un lenguaje vulgar y bruto, rudo, del más bajo barrio, el maestro escocés, Irvine Welsh nos va relatando la terrible historia de Roy Strang, un holligan de Edimburgo que huye de su realidad al autoinducirse un estado comatoso, luego de recibir la sentencia de un tribunal por la violación tumultuaria de una chica llamada Dorie.
Luego del éxito de Welsh en el cine con Trainspotting, al parecer ahora está un tanto olvidado, al menos de este lado del planeta; sin embargo, Las pesadillas del Marabú es una excelente novela, pues además de ir en contra de la violencia de género, deja en claro, mediante su protagonista, las maneras en que el machismo afecta también a los hombres en la vida cotidiana; el final, cuando Roy Strang devela el misterio, cuando habla de las profundas consecuencias que dejó en su vida, en su conciencia, en su sensibilidad haber violado a una chica de manera tan ventajosa es uno de los mejores pasajes de la literatura contemporánea que he leído. Esta novela es de las menos conocidas del calvo escocés; es de esas novelas tenebrosas y terribles, pero fascinantes a un tiempo, no sólo por este juego de realidades que el autor consigue de manera magistral, sino porque como dice en los agradecimientos:
El material empleado en este libro procede de la campaña de Tolerancia Cero (Zero Tolerance) originada en Edimburgo. Tolerancia Cero es la primera campaña en emplear los medios de comunicación para afrontar la violencia masculina contra mujeres y niños. La campaña sostiene que no hay ningún grado de violencia aceptable contra mujeres y niños.
Siendo como es la sociedad escocesa una sociedad igual de machista y violenta que la mexicana se hace relevante resaltar cómo un escritor de raíces profundamente masculinas como Welsh (y esto lo digo por su empleo del slang de barrio que es reconocido por las dificultades que representa en la traducción, por la manera en que narra violentamente la realidad, por la forma que tiene de escandalizar con sus historias) se unió en 1996 a esta campaña. (Si quiere indagar más al respecto puede ir al siguiente enlace: http://www.observatorioviolencia.org/bbpp-proyecto.php?id_proyecto=25)
Tendríamos que emularlos, a los escoceses, no permitir en ningún ámbito y bajo ninguna circunstancia el abuso de poder, sobre todo si es intergenérico; al parecer, cada vez más se van ganando espacios de comprensión y de diálogo entre hombres y mujeres, al parecer cada vez es mayor la empatía entre unas y otros, sin embargo, se hace necesaria una reeducación de la sociedad completa, de hombres, mujeres y diversos, para poder convivir con respeto, comprensión y cariño. Para que más tarde o más temprano, los escoceses y las feminazis puedan convivir y compartir grandes y espumosos tarros de cerveza, mientras Irvine Welsh y yo brindamos sentados en la misma barra de la misma taberna, al tiempo que lanzamos estruendosos insultos literarios al mundo asqueroso en el que nos tocó vivir.
Al pie: por cierto, ya va siendo hora de que Debate reedite esta obra que está agotada y que tanta falta hace leer en español, aunque zea en eze epañol gilipollaz que tanto ézito tiene en laz traduzionez… (si usted la quiere tendrá que buscarla en las librerías de segunda mano).
* * * * * *
SIENTO ALGO LO SIENTO PERO VOSOTROS OS PODÉIS IR A TOMAR POR CULO Y A CASCARLA CAPULLOS PORQUE AQUI DENTRO NO ME COGERÉIS CACHO CABRONES MÁS ABAJO
MÁS ABAJO
MÁS ABAJO Largué-
monos, Sandy —indique con la cabeza, notando que el estado de ánimo del populacho se había agriado y subiendo
ay joder ya he vuelto a perder el control ES CULPA DE ESTOS cabrones, dejadme EN paz y ahora siento el punzante pico en el brazo, sólo puede ser el Marabú pero es mi inyección, son las sustancias químicas, las que me embotan y congelan el cerebro, no, las que me hacen olvidar no porque con esas me acuerdo…
Ay, Dios mío, de que cojones me estoy acordando…
Lexo dijo que era importante que no nos rajáramos. Que ni dios se cagara; después de todo, aquella puta zorra se lo había buscado. Se lo habría buscado con otros capullos de todos modos, de la manera en que iba provocando y haciendo putos aspavientos. Vale, se llevó cuatro tortazos, pero quedamos absueltos, la justicia británica, y eso. Sencillamente estaba en el sitio equivocado en el momento equivocado, y, de todas formas, la culpa de todo la tuvo Lexo…
… cambia de tema… no quiero nada de esto. Quiero seguir cazando al Marabú. El Marabú es la personificacion de toda esta maldad. Si mato al Marabú mataré la maldad que llevo dentro. Entonces estaré listo para salir de aquí, para despertar, para ocupar el sitio que me corresponde en la sociedad y toda esa mierda. Já. Vaya puto susto se van a llevar, cuando vean a este cuasi-cadáver, cuando vean a este ajado paquete de carne y hueso levantarse sin más y decir: “¡Qué tal chaval! ¿Cómo te va?”