Monday, 23 December 2024
Artículos relacionados
Decálogo para el buen comportamiento económico del Gobierno (novena parte)
Escritos De Frontera | Este País | Arturo Damm Arnal | 01.07.2013 | 0 Comentarios

Dentro de la serie que viene dedicando al análisis del rol del Gobierno en la economía de un país, el autor explica por qué, desde su punto de vista, las autoridades no deben fijar precios, sino permitir que estos encuentren sus propios equilibrios.

©iStockphoto.com/MarkM73

I.

El octavo mandamiento del Decálogo para el buen comportamiento económico del Gobierno es este: “Reconocerás como un error grave la manipulación de precios, cualesquiera que estos sean, motivo por el cual la evitarás. Esta práctica, desafortunadamente, sigue vigente, sobre todo cuando —debido a las condiciones del mercado (por ejemplo: escasez de algún producto)— debería de evitarse a toda costa, y ello con un solo fin: que los precios puedan cumplir sus tareas, para lo cual se requiere que se muevan libremente, sin ninguna manipulación gubernamental, manipulación que podrá estar motivada por la mejor de las intenciones, pero que al final de cuentas genera más y mayores problemas de los que pretendía solucionar”.

Para entender lo anterior, hay que tener claro qué son los precios, qué tareas desempeñan y qué se requiere para que las desempeñen de la mejor manera posible.

II.

Un precio es una razón de cambio —tanto de esto por tanto de aquello: un intercambio no supone esto por aquello, sino tanto de esto por tanto de aquello— y es lo que hace posible la compra-venta y el aumento en el nivel de bienestar de los agentes económicos que intercambian. Si el oferente y el demandante no llegan a un acuerdo sobre el precio, lo que sucede cuando el precio máximo al que el comprador está dispuesto a comprar es menor que el precio mínimo al que el vendedor está dispuesto a vender, entonces no habrá compra-venta: el precio es lo que hace posible el intercambio. Es por ello que es una razón de cambio (tanto de x por tanto de y) y, si bien está relacionado, por un lado, con el costo de producción de la mercancía —que determina el precio mínimo al que al oferente le conviene vender para no incurrir en pérdidas— y, por el otro, con el valor de la mercancía —que depende de la valoración del consumidor y que, junto con el poder de compra de este último, determina el precio máximo al que el consumidor está dispuesto a comprar—, no se identifica con estos factores: una cosa es el costo de producción de la mercancía, otra su valor y otra más su precio; confundir este con aquellos es un error que debe evitarse.

Si el oferente y el demandante no llegan a un acuerdo sobre el precio, entonces no habrá intercambio y no se producirá el efecto de este, que es el aumento en el nivel de bienestar de las partes involucradas en la compra-venta, aumento debido a que cada una de ellas valora más lo que recibe que lo que da a cambio, de tal manera que, habiendo intercambiado, cada una de ellas posee bienes y/o servicios que valora más, lo cual es consecuencia del intercambio, que es posible gracias a los precios.

III.

Las tareas de los precios son: (1) hacer posible el intercambio, así como el aumento en el nivel de bienestar que toda compra-venta trae consigo para las partes que participan; (2) racionar el mercado, es decir, solucionar cualquier situación de escasez o sobreoferta; (3) reflejar la apreciación del consumidor; (4) reflejar la competitividad del oferente; (5) proporcionar, a oferentes y demandantes, la información relevante para decir qué hacer con el fin de maximizar utilidades (en la producción, en el caso del oferente; en el consumo, en el caso del demandante).

La primera tarea de los precios —hacer posible el intercambio— ya fue analizada en el apartado anterior, y no hay que añadir nada más.

La segunda tarea —racionar el mercado— la cumplen los precios moviéndose según la relación entre la oferta y la demanda. Ante la escasez, los precios suben, y ello tiene las siguientes consecuencias: (1) menos demanda, ya que (según la ley de la demanda), ceteris paribus, a mayor precio menor cantidad demandada; (2) más oferta, ya que (según la ley de la oferta), ceteris paribus, a mayor precio mayor cantidad ofrecida, y esa combinación, menos demanda y más oferta, es la que soluciona el problema de la escasez. Ante la sobreoferta, los precios bajan, y ello tiene las siguientes consecuencias: (1) menos oferta, ya que (según la ley de la oferta), ceteris paribus, a menor precio menor cantidad ofrecida; (2) más demanda, ya que (según la ley de la demanda), ceteris paribus, a menor precio mayor cantidad demandada, y esa combinación, menos oferta y más demanda, es la que soluciona el problema de la sobreoferta.

balazo-damm-267

La tercera tarea que desempeñan los precios es reflejar la apreciación del consumidor, la cual se forma de dos elementos: la valoración (el querer) y el poder (de compra) del consumidor, de tal manera que el precio que un consumidor está dispuesto a pagar por una determinada mercancía depende (1) de que la valore (y la valorará en la medida en la que satisfaga alguna necesidad, gusto, deseo o capricho) y (2) de que tenga el dinero suficiente para poder pagar su precio —el precio pagado por el consumidor refleja la apreciación de este, dato importante para que el oferente decida correctamente qué producir.

La cuarta tarea de los precios es reflejar la competitividad del oferente, definida como la capacidad, en materia de precios, de hacerlo mejor que la competencia, competitividad que depende de la productividad del oferente, definida como la capacidad para hacer más con menos (reducir el costo de producción): si el oferente reduce su costo de producción (aumenta su productividad), puede reducir el precio al que ofrece su mercancía (incrementa su competitividad), sin incurrir o en menos ganancias, o en pérdidas; esta reducción del precio refleja la competitividad del oferente, información importante para que el consumidor decida acertadamente a quién comprarle.

La quinta tarea de los precios, consecuencia de las dos tareas anteriores, es la de proporcionar, a oferentes y demandantes, la información relevante para decir qué hacer: qué producir, en el caso de los oferentes; a quién comprarle, en el caso de los demandantes. De la respuesta correcta a estas cuestiones —qué producir y a quién comprarle— depende el que se haga el mejor uso posible de los recursos, que, por ser escasos (no alcanzan ni para producirlo todo, ni para consumirlo todo) y de uso alternativo (se pueden usar para producir esto o aquello, o para consumir esto o lo otro), deben emplearse de la mejor manera posible, es decir de aquella forma que reporte la mayor utilidad posible (tanto por el lado de la producción, como por el del consumo).

IV.

¿Qué se requiere para que los precios desempeñen correctamente sus tareas? Que se muevan libremente, para lo cual el Gobierno debe abstenerse de manipularlos, reconociendo que dichos movimientos, más que el problema, son la solución a un problema. Pongo de ejemplo la escasez. ¿Cómo se resuelve una situación de escasez? Reduciendo la cantidad demandada y/o aumentando la cantidad ofrecida. ¿De qué manera se logra esa combinación? Con un aumento en el precio, cuyo efecto inmediato (dada la ley de la demanda: ceteris paribus, a mayor precio menor cantidad demandada) es la reducción de la cantidad demandada, y cuya consecuencia mediata1 (dada la ley de la oferta: ceteris paribus, a mayor precio mayor cantidad ofrecida) es el aumento en la cantidad ofrecida, combinación con la cual se resuelve el problema de la escasez, consecuencia del aumento en el precio, que es la solución al problema, no el problema. ¿Qué sucede si, con la intención de “defender” al consumidor del alza en el precio, el Gobierno la prohíbe? Lo que sucede es que se mantiene la situación de escasez, la cual da como resultado que solo una parte de los consumidores, dispuestos a comprar a ese precio, conseguirán la mercancías en cuestión, mientras que el resto, dada la escasez, no podrá hacerlo. Este es momento de recordar que no hay nada más caro que aquello que se necesita y no se consigue.

V.

La manipulación gubernamental de precios (que en el caso de México tiene, ¡aunque usted no lo crea!, rango constitucional, ya que el artículo 28 de la Carta Magna dice que “las leyes fijarán bases para que se señalen precios máximos a los artículos, materias o productos que se consideren necesarios para la economía nacional o el consumo popular […]”) es consecuencia o de la ignorancia —quienes la proponen no saben qué es un precio, qué tareas desempeña y qué se necesita para que las desempeñe correctamente— o de la soberbia —aun sabiendo qué es un precio, qué tareas desempeña y qué se necesita para que las desempeñe correctamente, la proponen—, altanería y desconocimiento que son los peores consejeros en materia de políticas económicas.

En este, como en muchos otros temas, hay que ir más allá de las fronteras. EstePaís

____________________________________________

1 El aumento en el precio debido a una situación de escasez tiene el efecto inmediato de reducir la cantidad demanda, y la consecuencia mediata (tarda más) de aumentar la cantidad ofrecida, ya que para esto último hay que producir más, lo cual lleva más tiempo que consumir menos. Aumentar la oferta siempre resulta más difícil que reducir la demanda.

ARTURO DAMM ARNAL es economista, filósofo y profesor de Economía y Teoría Económica del Derecho en la Universidad Panamericana.
([email protected]; Twitter: @ArturoDammArnal)

Dejar un comentario



Salario, de lo deseable a lo posible
¿Cuál tendría que ser el monto del salario mínimo para cumplir con la Constitución? El autor hace las cuentas, se opone a un ajuste por decreto y enumera una serie de factores que, en los hechos, intervienen en la definición de salarios, entre ellos el grado de justicia de los empresarios. I. Al hacer propuestas […]
¿Cómo definir recesión?
El lenguaje de los economistas es a veces incomprensible para el público no especializado. Aclarar algunos conceptos económicos para volverlos más accesibles puede ser un buen comienzo para explicar, por ejemplo, por qué no crece la economía mexicana. I. ¿Está la economía mexicana en recesión? Todo depende de la definición de recesión, y puede haber […]
La economía mexicana en 2013: un guión inesperado
Las razones del exangüe crecimiento económico durante 2013 —y que ahora se prolonga al menos sobre todo el primer semestre de este año— son múltiples pero claras. El siguiente texto las explica de manera detallada y comprensible.  Bosquejo del guión Las perspectivas de la economía mexicana para 2013 —primer año del nuevo Gobierno priista encabezado […]
El reto de la desigualdad
El capitalismo y, con él, las viejas recetas para paliar el empobrecimiento de grandes sectores sociales y la grave desigualdad que el modelo ha traído consigo, dan muestras de agotamiento. Papell, autor invitado de esta columna, comenta el problema y reseña a Piketty. En Europa, la salida de la gran crisis económica, que está teniendo […]
Escritos de frontera
“Escritos de frontera” inicia una nueva etapa. Sin olvidar su interés en los fundamentos racionales de la economía, el autor incursionará en el análisis de casos concretos y de coyuntura. El primer tema: la evolución —relativa— de nuestra economía durante los primeros 23 años de vida de la revista.  I   La revista Este País […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (154.308)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (66.483)
...

Con toda la barba (49.225)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.881)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (27.011)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez