A cuarenta y un años de su fundación, el Festival Internacional Cervantino refrenda su lugar como uno de los más grandes acontecimientos culturales del mundo. Del 9 al 27 de octubre próximo, Guanajuato será escenario nuevamente de múltiples y diversas expresiones artísticas. Les presentamos un breve recuento de las primeras cuatro décadas del Festival.
Antecedentes
La historia del Festival Internacional Cervantino (FIC) aún no se escribe. Está en ciernes y requiere de un regimiento de investigadores. Muchos otros festivales, con menos años de trayectoria, han documentado de manera organizada su propia memoria y hecho reflexión. Más que una celebración o por hacer bronce, lo han hecho como reflejo de una preocupación por la responsabilidad educativa, la de legar el conocimiento que aporta una trayectoria, porque, aunque resulte tedioso decirlo, las celebraciones alegres e impactantes pertenecen más a la política y al mundo del espectáculo, mientras que la capacidad de formar una conciencia histórica nos aleja de las pobrezas humana y espiritual, de la incomprensión a la diversidad cultural y a la posición ideológica, del consumismo rampante y del entretenimiento pasivo que erradica la posibilidad de desarrollar la reflexión crítica.
¿Qué son los festivales de bellas artes? Ante todo, son vehículo de comunicación masiva para el conocimiento que generan las expresiones del arte.
A partir de la experiencia y maestría de músicos, escultores, pintores, escritores, cineastas, teatristas, bailarines, operistas y, por supuesto, de los académicos encargados de elaborar una didáctica para la comprensión del conocimiento de la historia y del presente del arte, es como una política cultural impulsa conductas sociales distintas a la violencia, la corrupción, la discriminación, la ignorancia y el abuso.
En su devenir histórico, el FIC ha contribuido de manera ejemplar a que muchos mexicanos encontraran una visión distinta de la vida. Ha moldeado una conciencia estética, social y política, no solo en los ciudadanos de Guanajuato, sino de muchas otras partes de la república. A partir de él se ha hecho réplica tanto en la Ciudad de México como en casi todos los estados del país.
A finales de los años ochenta el Cervantino logró permear una gran parte del territorio nacional y su imagen en el exterior se equiparó a la de los festivales de arte con enorme tradición en Europa. El auge que tuvo en materia de ópera, música clásica, teatro y danza, lo ubicó como un escaparate de la diversidad que posee el arte, a diferencia de otros festivales dedicados a una sola disciplina. En ese sentido fue punta de lanza en un periodo en el que los valores de la democracia prosperaron, luego de los ánimos de conquista del imperio contemporáneo que por los años setenta, en lugar de enviar artistas al extranjero, enviaba a sus hombres a la guerra.
Lo he dicho en otros espacios: si bien Luis Echeverría fue señalado como responsable de la represión del movimiento estudiantil de 1968, le debemos el hecho de haber impulsado la idea rueleana de convertir a Guanajuato en la capital americana del arte al promover la fundación del FIC en 1972. Toda una paradoja.
Desde aquel lejano 1972, en que la diversidad de catorce países estuvo representada en el programa, varias disciplinas del arte, especialmente la ópera, el teatro, la danza, las artes plásticas y la música, llevaron a su terreno el argumento narrativo de Miguel de Cervantes, sin que por ello las actividades estuvieran enteramente dedicadas al príncipe de los ingenios.
El FIC nació con una visión que ha mantenido —con algunos tropiezos— durante cuatro décadas, a través de dos mil ciento diecisiete conciertos de música, seiscientos cincuenta y cuatro exposiciones de artes visuales, setecientos noventa y siete montajes en escena, ochocientas quince películas proyectadas y la participación de noventa y dos países de los ciento noventa y ocho que hay en el mundo.
La actriz Dolores del Río, quien fuera la primera presidenta del patronato del FIC, no solo promovió la participación de artistas nacionales e internacionales, sino también la formación de públicos cultos y la presencia en Guanajuato de personalidades de la política, como la reina Isabel II de Inglaterra y el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, en 1975.
El FIC obtuvo una personalidad jurídica plena el 16 de marzo de 1976 con la publicación de un decreto y la instauración del Comité Organizador, integrado este por instituciones federales, estatales, municipales y educativas, así como por algunos artistas, entre ellos la propia Dolores del Río. Dos años más tarde los reyes borbones de España presenciaron los Entremeses cervantinos, puesta en escena de Enrique Ruelas Espinosa —considerada el origen del FIC— además de ser la obra de teatro más longeva del mundo. Ahora se cumplen sesenta años de representaciones ininterrumpidas.
Hasta entonces, el FIC delineó una personalidad elegante frente al mundo. Era, ante la mirada de los mineros guanajuatenses, “el coloquio de los catrines”. Esto propició, en la segunda mitad de la década de los setenta, que se adecuaran espacios abiertos para la presentación de obras de teatro, danza y música. Y qué mejor lugar que la explanada de la Alhóndiga de Granaditas. Esto democratizó el acceso a la apreciación del arte y la cultura. Sin embargo, la necesidad de distribuir de manera equitativa el capital cultural del FIC no repercutió en el menoscabo de su calidad; por el contrario, la influencia y presencia de Carmen Romano, esposa del entonces presidente de México, José López Portillo, trajo consigo un auge extraordinario de las bellas artes, con presupuestos cercanos a los dos millones y medio de dólares y la promoción de intercambios culturales internacionales.
En la segunda mitad de los años setenta el FIC cobró notoriedad como el mejor festival de arte en América y como uno de los mejores en el mundo, pues gran parte de los artistas más importantes del siglo se dieron cita ante los sentidos del público mexicano. Porque el FIC no se consolidaba como un evento de diversión y entretenimiento, sino como una palestra en donde el arte educa y promueve la reflexión. Veamos por qué.
1972 a 2013
En 1972, el programa registró predominio de las artes escénicas. En lo musical se presentaron personajes míticos y cuasi olvidados por la historia. Tal es el caso del solista alemán Gertrud Mersovsky, quien ofreció tres conciertos de órgano en el Templo de la Compañía.
Desde mi punto de vista, la actuación que dio signo y significado al primer fic fue la de Betty Allen (1930-2009), mezzosoprano, afroamericana, una de las voces trascendentales de la ópera estadounidense, solista en orquestas dirigidas por Leonard Bernstein, Pierre Boulez, Pablo Casals, Rafael Kubelik, Erick Leinsdorf, Leopold Stokowski, entre otros. Acompañada por voces extraordinarias, afroamericanas, Betty Allen, presidente emérito de la Facultad de Artes de Harlem, demostró una vez más al mundo que las personas de color debían tener oportunidades. Presentó el repertorio titulado Dark Spirituals en el Teatro Juárez. Esta presencia resulta de sumo interés para la historia del FIC, ya que en 1972 la discriminación racial en Estados Unidos era atroz; las heridas causadas por el asesinato del activista Malcom X (1925-1965) estaban abiertas y sangrantes. La presentación de Betty Allen fue un inadvertido acto de política internacional por la defensa de los derechos civiles. Cabe ahondar en el tema debido a que mientras en 1972, en el conservador Guanajuato, se presentaba Betty Allen y su Dark Spirituals, años antes, en el Festival de Woodstock de 1969 —si bien fue una proclama en contra de la guerra de Vietnam (1955-1975)—, irónicamente, el “único” afroamericano que había era Jimi Hendrix.
El programa musical de 1979 fue extraordinario. Confluyeron en él tres de los mejores directores del siglo XX: Mstislav Rostropóvich dirigiendo la Orquesta Sinfónica Nacional de Washington, Leonard Berntstein a la Filarmónica de la Ciudad de México y András Kórodi al frente de la Sinfónica de Budapest. Ese mismo año, la cantante de jazz Ella Fitzgerald ofreció dos conciertos. Era un equilibrio perfecto entre lo clásico y lo popular, algo que no siempre ha sabido mantener el fic en su programación.
En materia de teatro hay algo que distingue —desde su origen— al FIC sobre otros festivales multidisciplinarios o especializados en arte dramático. Es el uso de escenarios naturales: las plazas de San Roque, Mexiamora, de San Cayetano, de Cata y Mesón de San Antonio. No se trata de foros intervenidos para tal fin, sino de escenarios naturales. Y esto se lo debemos al director fundador del Teatro Universitario de Guanajuato, que desde 1953 hizo la puesta en escena de los Entremeses cervantinos, leitmotiv del proyecto y del propio nombre del Festival Internacional Cervantino.
Tanto el Teatro Clásico de Roma como la Compañía Checoslovaca de Teatro representaron Entremeses en la plaza de San Roque. Las Marionetas de Praga, el Ballet Nacional y la Ópera Nacional del INBA hicieron lo propio, en teatro cerrado, al presentar homenaje a Miguel de Cervantes. Obras de Juan Ruiz de Alarcón, Lope de Rueda y Federico García Lorca conformaron el bloque de autores españoles.
De las cuatro décadas de trayectoria del Festival vale la pena hacer un recuento breve de algunos artistas representantes del virtuosismo, sean solistas o agrupaciones, que a través de sus proyectos escénicos mostraron su expresión estética para el disfrute del público mexicano, figuras centrales de los festivales de arte más prestigiosos en el mundo del siglo XX: la Filarmónica Real de Londres; la Orquesta de Israel; el Tokio String Quartet; el director de orquesta Kurt Masur con interpretaciones del periodo romántico de la música alemana; la Ópera de Cámara del Teatro Colón de Buenos Aires; la Real Ópera Flamenca de Amberes, Bélgica; la crotalista mexicana Sonia Amelio; el coreógrafo belga Maurice Béjart; el bailarín y coreógrafo estadounidense Merce Cunningham; Alicia Alonso, de Cuba; la Compañía de Danza de Martha Graham; el Ballet Stuttgart, de Alemania; el Ballet Clásico Soviético Perm dirigido por Bolarchikov; el New Danish Dance Theatre; el Ballet de Boston con la primera figura de la danza, Rudolf Nureyev (quien falleció hace veinte años) y es, por cierto, uno de los personajes ausentes en los homenajes de esta edición del FIC.
La bailarina Pilar Rioja; la Cuadra de Sevilla; el Teatro Nacional de Gran Bretaña; la Lindsay Kemp Company, del Reino Unido; el pianista soviético Lazar Berman; el pianista búlgaro Alexis Weissenberg; el cantante de soul Ray Charles; la Orquesta de Filadelfia, de Estados Unidos con Eugene Ormandy, de Polonia; la Orquesta Filarmónica de Nueva York con Zubin Mehta; la Orquesta Filarmónica de Viena con Carlos Kleiber; la soprano sueca Birgit Nilsson; el pianista austriaco Rudolf Serkin; el cantante francés Gilbert Bécaud; el Cuarteto Guarneri, de Italia; la Orquesta Filarmónica de Israel; el pianista y director de orquesta ruso Vladimir Ashkenazi; el violinista ruso Shlomo Mintz y la Orquesta Filarmónica Real de Londres con Erich Leinsdorf.
También, la cantante de ópera Marilyn Horne; el violinista ruso Gidon Kremer; el pianista croata Ivo Pogorelich; el flautista francés Jean-Pierre Rampal; la Camerata Punta del Este; el Cuarteto Kodaly, de Hungría; el Trío Schubert, de Austria; I Solisti Veneti, de Italia; el violinista polaco Henryk Szeryng; el pianista francés Cyprien Katsaris; el violagambista, director de orquesta y musicólogo español, Jordi Savall; el director de orquesta Riccardo Muti, y un largo etcétera.
Los festivales en el mundo
A inicios de la década de los setenta otros festivales en el mundo, como el Internacional de Bergen —el más grande en los países nórdicos y que presenta el arte en todas sus formas desde 1953—, se consolidaban. Aún hoy se mantienen como bastión de la cultura nórdica sin ninguna esperanza de propiciar la integración de las culturas, a diferencia del Budapest Festival Center, el cual incluye actividades deportivas, ópera, teatro, ballet, exposiciones y música clásica. Su cometido principal, desde 1981, es el impulso de la industria turística.
En Europa, la mayoría de los festivales con trayectoria, como el Internacional Echternach (1975), el Internacional de Bursa (1962), el Menuhin Festival Gstaad (1957) —creado en honor del violinista Yehudi Menuhin, quien actuó en el FIC en 1981—, el Lucerne Festival (1938), el Internacional de Osaka (1958), el de Salzburgo (1920) —casa de la Orquesta del Mozarteum de Salzburgo, y que también ha mostrado su calidad en escenarios del FIC—, y el Festival de Pentecostés (1973), dedican su programación exclusivamente a la música clásica. El fic ha abrevado de esa experiencia y, en consecuencia, Guanajuato recibió a muchas orquestas, grupos de cámara, cantantes de ópera y solistas que actuaron en estos festivales.
Festival de Avignon
Otros festivales como el de Avignon (1947), el más célebre y antiguo de Francia, nos revela rasgos distintos pero a la vez similares a los del FIC, tanto en sus antecedentes como en la iniciativa ciudadana y gubernamental que tienen, así como en su propuesta múltiple de expresiones artísticas repartidas en sus espacios escénicos en las respectivas ciudades de piedra. Una de las diferencias entre el Festival de Avignon y el Cervantino es que el primero atravesó por serias dificultades que casi lo han llevado a desparecer, aunque sigue siendo un semillero y epicentro de la experimentación escénica. Artistas como Peter Brook y Tadeusz Kantor han contribuido a la continuidad del Festival de Avignon —y, claro, también han estado en varias emisiones del fic, lo que consideramos un síntoma de su salud.
El hijo pródigo del FIC
Si hablamos del fic y del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá (1988) —denominado la muestra teatral más grande del mundo— podemos asegurar que buena parte de la idea proviene del fenómeno del teatro cervantino en Guanajuato, del sueño que Enrique Ruelas tuvo por mucho tiempo, el de “convertir a Guanajuato en la capital teatral de México”. Solo que Ramiro Osorio lo amplió al territorio latinoamericano y lo potenció bajo el signo de una época distinta, tanto en la política como en el arte dramático, ya que mientras a Ruelas —junto a Rodolfo Usigli y Fernando Wagner— le tocó forjar a las primeras generaciones de profesionales de arte dramático en México, a Ramiro Osorio la vida le ofreció un terreno allanado, una estancia de incubación en Guanajuato, el poder de haber sido nombrado canciller de cultura en Colombia, la posibilidad de regresar triunfante a México como director del fic (2001-2006) y las condiciones para capitalizar la experiencia humana necesaria para mantener vigoroso y lleno de vida al Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá.
Festival de Edimburgo
Es inevitable comparar al FIC con el Festival de Edimburgo (1947), el cual es capaz de atender entre cincuenta mil y ciento cincuenta mil visitantes —cantidad de personas similar o inferior, incluso, al número de visitantes que ha llegado a tener el FIC— durante tres semanas o incluso un mes. Su especialidad es la música y el arte dramático (entendamos arte dramático como el género en que se desarrollan varias disciplinas como el teatro, la danza y la ópera).
La idea del Festival de Edimburgo es ofrecer una plataforma para el florecimiento del espíritu humano, aspecto que nos suena familiar gracias a la frase “fiesta del espíritu” que denomina al fic. He aquí la primera diferencia: ¿qué va del florecimiento a la fiesta? La idea concreta del Festival de Edimburgo es “enriquecer la vida cultural” de Escocia, Gran Bretaña y Europa —ya que fue estructurado a raíz de la Segunda Guerra Mundial—, mientras que el fic surgió a partir de un ideal y bajo la óptica de una política para recuperar la vida cultural y económica de un pueblo minero, aprovechando la maravillosa experiencia que durante veinte años llevó en sus hombros el Teatro Universitario de Guanajuato con su persistente montaje de tres entremeses de Miguel de Cervantes.
El periódico Die Welt —fundado en 1946 por las fuerzas de ocupación británicas en Viena—, que tiene un tiraje de doscientos nueve mil ejemplares y se lee en ciento treinta países, publicó en 2011 que el Festival de Edimburgo es “el evento cultural más modesto y democrático”. En tanto, el Sunday Times lo describe como un “semillero de excelencia artística”. Ante tal opinión, si bien el fic no es un semillero, sí podemos asegurar que a lo largo de su historia se ha preocupado por generar producciones propias con artistas mexicanos y extranjeros. También se han consolidado grupos artísticos de calidad, como la agrupación de música barroca Los Tiempos Pasados, dirigida por Armando López Valdivia, quien se ha dedicado a rescatar partituras e instrumentos que han desaparecido del mundo, al igual que muchas piezas de música barroca a partir de recreaciones y arreglos.
Al igual que el Festival de Edimburgo, que ha generado muchos otros eventos de arte dentro y fuera de su programa oficial, el FIC ha abierto brecha para la realización de otros eventos; por ejemplo, el Festival Internacional de Órgano Antiguo de Guanajuato “Guillermo Pinto Reyes” —en el cual confluyen grandes intérpretes de la música barroca, tanto de Alemania e Italia, como del propio Guanajuato, Morelia y Ciudad de México— y el Festival Internacional de Cine de Guanajuato (GIFF) —que desde hace más de una década reúne a los mejores cineastas del mundo—, en el cual exhibió sus primeras películas el ciudadano guanajuatense Amat Escalante, galardonado como mejor director del Festival de Cannes de 2013.
Sacar a Guanajuato de Guanajuato
Considero relevante la posibilidad de que el FIC impulse una política de intercambio cultural y promoción de los artistas guanajuatenses en el extranjero. Digno sería que el Teatro Universitario de Guanajuato presentara los Entremeses cervantinos en escenarios naturales del mundo, como en el Festival de Avignon de Francia o el Iberoamericano de Teatro de Bogotá. Sería un acierto que el grupo de música barroca y renacentista Los Tiempos Pasados fuera a los festivales del género que hay en España e Italia. Las estructuras de intercambio cultural, como el Instituto Cervantes —con más de ciento sesenta sedes en el mundo— y la Organización de las Ciudades del Patrimonio Mundial —que aglutina a doscientas cuatro ciudades que tienen en su territorio un sitio inscrito en la lista del patrimonio mundial— son organismos internacionales que pueden ayudar en la tarea impostergable de mostrar lo que somos y hacemos en materia de arte y cultura.
Además, es oportuno que México retome su prestigio en materia de política y relaciones exteriores con países semilleros de artistas con disciplina y calidad extraordinaria como Cuba, Rusia, Brasil, Inglaterra, Alemania, Francia, Italia, Austria, China y Suecia, entre otros.
FIC 2013
En la edición de 2013 Jorge Volpi se estrena como director y expone una visión ligada a los problemas y contradicciones del mundo pues, como versa la premisa del FIC 41, “el arte de la libertad rinde homenaje a numerosos artistas de los siglos XX y XXI que han respondido a la violencia desde las trincheras de la música, el teatro, la literatura o las artes visuales”. Es un detalle maravilloso y un compromiso que deberá asumir en propia voz, como escritor, fomentando el espíritu crítico de los artistas, encauzando la rebeldía de los miles de jóvenes que llegan a Guanajuato a tomar la ciudad, beberse las cantinas y mutilar el patrimonio cultural de la humanidad. El FIC no es el Festival de Glastonbury —donde los jóvenes enloquecen, dentro del lodo, al escuchar a los Rolling Stones—, es un evento que se desarrolla en un espacio histórico en donde las ideas han generado conciencia ante los problemas y un movimiento social derrocador de un virreinato. ~
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ROLANDO BRISEÑO LEÓN es documentalista e investigador del Departamento de Estudios de Cultura y Sociedad de la Universidad de Guanajuato. Editor y autor. Obtuvo el premio nacional de documental cultural y el ATEI de la Asociación de Televisión Educativa de Iberoamérica.
Magnífico trabajo Rolando. Qué cuando aparezca el ejército de investigadores del FIC tengan tu preparación,honestidad y convicción. ¡Enhorabuena!