¿Pueden existir ciudadanas y ciudadanos justos en una ciudad con malas leyes?
Si con el veredicto que deja libre al asesino de Trayvon Martin nos parece que la justicia norteamericana se encuentra de cabeza, es porque las leyes de Florida y de otros estados de nuestro vecino del norte también lo están. No pueden existir hombres justos ni veredictos justos ni tribunales justos si las leyes que rigen la ciudad tampoco lo son, cosa que bien sabía Aristóteles al estudiar la ética y la política del mundo griego. A nosotros acostumbrados a distinguir entre ética individual y ética social, a nosotros que queremos actuar éticamente a pesar de los Estados, podría sonar extraña la postura de Aristóteles: que el objetivo de la ética es idéntico para el individuo y para el Estado y que se manifieste más claramente en el Estado. Para comprender el punto de vista de Aristóteles debemos recordar que su ética forma parte de su filosofía del telos: todo tiende hacia su perfección. Y si nuestro telos es el bien, este tiene que ser el bien para toda la humanidad.
En este orden de ideas Aristóteles se pregunta si un hombre recto es necesariamente también un buen ciudadano y viceversa. No, dice él, pues esto es sólo posible si la ciudad tiene la mejor constitución. Las leyes deben servir para educar y para hacernos virtuosos y en último término, para prepararnos a la felicidad. ¿Qué enseñanzas brindan a sus ciudadanos las leyes norteamericanas y en particular las de Florida?
La primera lección es que ahora resulta posible matar sin enfrentar ninguna pena cuando se alegue “haber protegido el terruño”. Porque efectivamente la ley Stand your Ground de Florida permite a sus ciudadanos disparar a quien se considere una amenaza, eliminando las precauciones tradicionales de echarse contra la pared o escapar del lugar si con eso puede evitarse la agresión.
La justicia en la absolución del asesino de Trayvon Martin parece estar de cabeza por varias razones: porque Trayvon no atacó al vigilante comunitario George Zimmerman sino hasta cuando este le acusó de sospechoso y lo detuvo; porque quien estaba armado era Zimmerman mientras que Trayvon Martin cargaba dulces y té verde y regresaba a casa de su padre tras comprarlos; porque el sujeto paranoico que desatendió la recomendación de la policía y persiguió a un adolecente inocente (sospechoso de llevar arriba la capucha de su sudadera en un día lluvioso) al que después mató, fue Zimmerman; porque el asesino salió libre debido a que, a juicio del jurado, la fiscalía no pudo probar que no hubiera asesinado a Martin en “defensa propia”.
Además de permitir la portación de armas, la ley norteamericana promueve el enfrentamiento y como señalan las estadísticas ha incrementado el número de homicidios no solo en Florida sino en todas las entidades en las que la American Legislative Exchange Council (ALEC) ha logrado la aprobación de la temible Stand your Ground.
Podríamos reconstruir los hechos del modo siguiente. Tenemos a un hombre de alrededor de 27 años que, muy posiblemente, siempre ha querido ser policía y usar armas pero que no pertenece a ninguna corporación, así que forma parte de una asociación de “vigilantes comunitarios”. Sabemos por la prensa que tiene ascendencia latina y madre peruana y también que es violento e intolerante con otras razas, pero eso no importa porque en Estados Unidos se le permite portar armas y en Florida integrar asociaciones de vigilantes voluntarios.
Este hombre que seguramente confundió la maldad con un adolescente que regresaba de comprar dulces, le dio alcance y lo hizo sentir, muy posiblemente, sospechoso por su color de piel y sus maneras de moverse. ¿Cómo reaccionó Martin? En el peor de los casos, tomando la versión más dura que podamos construirnos, se ofendió por la sospecha, se asustó por el arma y tiró al suelo al vigilante voluntario y le azotó la cabeza contra el pavimento hasta que un disparo perforó su corazón. ¿Defensa propia? ¿Quién tiene la razón cuando dos minorías étnicas se ofenden y se consideran superiores la una a la otra?
Si el absurdo matiz que puso en libertad al asesino que persiguió sin autoridad ni razón alguna al adolescente se encuentra en la “defensa propia”, el error no está tanto en el jurado (que a mi juicio pecó de obtuso) sino en las leyes de la ciudad. La muerte de Trayvon Martin es una verdadera tragedia griega en el sentido de que las leyes de la ciudad tienen mucho que ver en el desenlace de los acontecimientos.
La asociación ALEC se encuentra estrechamente relacionada con la National Rifle Asociation y esta, con las grandes corporaciones de la carrera armamentista. Las leyes que promueve son responsables importantes del incremento de la violencia que se ha cobrado, entre otras, la vida de Trayvon Martin a manos de un “vigilante de la comunidad” armado y protegido para provocar enfrentamientos y luego matar “en defensa propia”.
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