Las teorías psicológicas del joven Freud se basaban en un supuesto fundamental: todos nuestros comportamientos tienen fundamento en los deseos e instintos sexuales. Concebía la felicidad como la satisfacción o sublimación de dichos instintos. Creía que la infelicidad era la insatisfacción, misma que producía, al final de su ciclo, la neurosis.
En su texto de 1930 Das Unbehagen in der Kultur (El malestar de la cultura), Freud sostiene la tesis de que “El hombre civilizado ha cambiado una parte de posible felicidad por una parte de seguridad”. El modo en el que se habría llevado a cabo este cambio sería mediante la represión de los instintos naturales mediante la sublimación y la sustitución del placer sexual. Las ideas freudianas fueron revolucionarias en su tiempo, pues decían que todas las actitudes humanas son determinadas por factores instintivos. Para Freud, los seres humanos buscan el placer sexual o buscan una substitución a dicha recompensa o se vuelven neuróticos e infelices.
Una investigación reciente, elaborada por G. Shohat y Ophir de la Universidad de California en San Francisco, ha determinado que el alcohol es capaz de estimular los cerebros de los machos de la Drosophila melanogaster (o mosca de la fruta) del mismo modo que lo hace el placer sexual. En estudios anteriores habían descubierto que cuando las moscas experimentaban placer sexual tenían niveles elevados del neurotransmisor NPF, mientras que las que no lo experimentaban y consumían más alcohol tenían niveles más bajos. El neurotransmisor analizado ha sido considerado el mediador de los efectos de la experiencia sexual, además de una pieza molecular clave en el sistema natural de recompensa de las moscas. Gracias a estos estudios se han podido establecer dos conclusiones espectaculares. En primer lugar, que sus resultados podrían ser extrapolables a mamíferos y humanos. En segundo lugar, que los machos que disfrutaban de placer sexual evitaban el consumo de alcohol, mientras que los que no copulaban se embriagaban.
¿Será acaso que las moscas también pueden padecer algún tipo especial de neurosis? La ciencia demuestra cada vez más las profundas raíces que comparten los seres humanos con los animales. De la posibilidad de reducir los comportamientos humanos a fenómenos biológicos y químicos, nace la posibilidad de poder conocer mejor la naturaleza humana. Al final, las moscas borrachas guiñen hoy a las teorías de Freud, haciéndonos ver que sus comportamientos no son esencialmente diferentes a los comportamientos de millones de humanos que se resisten a la infelicidad buscando una recompensa sustituta en el consumo de alcohol.