Friday, 22 November 2024
Artículos relacionados
Opacidad y corrupción: hora de abandonar el lastre
Este País | Eduardo Bohórquez | 01.12.2013 | 0 Comentarios

Una vez ganada la elección presidencial, el mayor reto para Peña Nieto era recuperar la confianza de los ciudadanos en la clase política perdida tras décadas de opacidad en el manejo de las cuentas públicas. El siguiente es un recuento de lo que su administración heredó del pasado y de lo que quedó a deber tras un año de Gobierno.

En su primer acto como candidato presidencial, Enrique Peña Nieto se comprometió a crear una nueva Comisión que investigaría los casos de corrupción en los tres órdenes de Gobierno, una agencia que podría combatir la corrupción municipal o los grandes escándalos en las licitaciones. A un año de la llegada de Peña Nieto a Los Pinos, el Senado de la República no ha alcanzado los consensos para aprobar una agencia anticorrupción, la Secretaría de la Función Pública se encuentra debilitada por la falta de acuerdos en el Congreso, y el IFAI, el órgano responsable del acceso a la información pública, se encuentra a la mitad de una reforma constitucional que, aunque positiva, no se concreta. Llegamos al primer año de gobierno de Peña Nieto inmersos en una paradoja: México necesita de mayor inversión pública y privada para detonar el crecimiento; la inversión pública requiere de mayor recaudación; y antes de pagar mayores impuestos, los sectores social y económico exigen transparencia, rendición de cuentas y control de la corrupción en el Gobierno. Es momento de reconsiderar la estrategia anticorrupción de Peña Nieto.

©iStockphoto.com/Topp_Yimgrimm

Empecemos por el problema de fondo: la corrupción es el principal lastre que enfrenta nuestro país. Afecta a todas las agendas nacionales y está presente en todos los sectores. La corrupción encarece medicamentos, adelgaza el asfalto de carreteras, permite vender plazas en el Gobierno, daña la competencia económica, afecta la imagen de México y amplía la desconfianza de los ciudadanos ante sus representantes y autoridades.

Cuando pensamos en las afectaciones por las tormentas tropicales en Guerrero o en los niños que fallecieron en la guardería ABC, las consecuencias de la corrupción entre particulares y Gobierno tampoco dejan duda. Asentamientos irregulares, permisos “chuecos” y supervisión deficiente de los servicios son la combinación perfecta para una tragedia.

La corrupción corroe empresas, sindicatos e instituciones públicas y es, sin lugar a dudas, el impuesto más regresivo que tenemos: mientras que un hogar promedio invierte 14% de su ingreso en sobornos o “mordidas”, a los hogares que viven con un salario mínimo les cuesta cerca del 33% de su ingreso. Los 10 “pesitos” para el camión de la basura se transforman en millones y les cuestan más caros a quienes, ya de por sí, cuentan con los peores servicios públicos. La corrupción amplía la pobreza, fomenta la desigualdad y debilita el cumplimiento de los derechos humanos.

Hace 15 años, en el albor de la transición política que llevó a la oposición a la presidencia de la República en México, ciudadanos, académicos y autoridades coincidimos en que se necesitaba reformar el pacto social e impulsamos una agenda contra la opacidad. Necesitábamos saber más y abrir las ventanas de la República. Era necesario desmontar las barreras que impedían que las añejas estructuras del poder empezaran a ventilarse y que la información pública fluyera para todos, empresas o ciudadanos. Tras una década de acceso a la información pública, sabemos que no basta con transparentar el origen y destino de los recursos. El acceso a la información abre espacios para el control democrático, pero no resuelve por sí mismo el problema del control de la corrupción o reduce la sensación generalizada de impunidad. El acceso a la información es una herramienta poderosa en una estrategia anticorrupción, pero no debe interpretarse como la única táctica en la lucha contra la corrupción. Cuando el Senado de la República aprueba legislación para transparentar la deuda pública en los estados, ello no significa que el problema está resuelto, sino que la sociedad tendrá la información mínima para evaluar el desempeño de sus autoridades y, los órganos de control, la obligación de actuar administrativa o penalmente contra los responsables de una decisión mal tomada.

La clase política mexicana debe saber que además de transparentar el gasto público, deberá rendir cuentas por el trabajo que realiza. Deberá saber que habrá consecuencias claras para los desvíos que se detecten pero, sobre todo, deberá sentir que al rendir cuentas públicas, su destino político puede cambiar por completo. No es que Alemania, Dinamarca o el Reino Unido no sufran de corrupción. Padecen la corrupción en obra pública o en el financiamiento de la política tanto como México, pero la gran diferencia es que cuando la corrupción se descubre, cuando el público sabe, los parlamentarios renuncian o los presidentes son investigados y sancionados. La clase política de esos países sabe que traicionar la confianza pública es suficiente para acabar con una carrera política o cuando menos para dejarla profundamente dañada.

Si el derecho a la información no forma parte de una política anticorrupción integral, el efecto puede ser pernicioso. La sensación de que ante los grandes escándalos “no pasa nada”, amplía la idea de impunidad y reduce la confianza de los ciudadanos en el sistema, tanto público como privado.

El conjunto de reformas anticorrupción enviadas por Peña al Congreso puede contribuir a contar con mejores herramientas pero, sin una visión integral, no resolverá el problema de corrupción por el que atraviesa México.

balazo-bohorquez-272

La idea de que una Comisión Anticorrupción resolverá el problema de corrupción en México ha ido perdiendo fuerza. Tanto la sociedad civil como la academia han dejado patente la necesidad de construir un Sistema Nacional de Integridad que concrete tres capacidades del Estado: la de prevenir la corrupción mediante una administración moderna, eficaz y basada en resultados; la de impulsar gobiernos abiertos que construyan mejores relaciones con los ciudadanos, empezando por la rendición de cuentas; y la de sancionar sistemáticamente a quien abuse de la confianza de todos.

En ese ámbito, el presidente de la República puede hacer algo más: puede ayudar a cambiar el paradigma anticorrupción vigente. Y para ello no requiere la aprobación del Congreso.

El Ejecutivo Federal puede explicitar que construir una nación sólida e íntegra necesita un conjunto de acciones emprendidas desde muchos ámbitos: gobernadores que transformen la imagen feudal de sus administraciones; empresas que se comprometan a reducir la corrupción en licitaciones o el fraude entre sus empleados; alcaldes que empiecen a rendir cuentas, y legisladores que impulsen parlamentos abiertos.

A un año de Gobierno, el Ejecutivo Federal puede mantenerse en el impasse o tratar de ir más lejos. Es hora de abandonar el lastre de la corrupción, pero también el de un paradigma anticorrupción que no ha permitido al país llegar más lejos. 

________

EDUARDO BOHÓRQUEZ (@ebohorquez) es director ejecutivo de Transparencia Mexicana (@integridadMX), el capítulo en México de Transparencia Internacional.

Dejar un comentario



Los índices: hacer concreto lo abstracto
Se dice con frecuencia que, al contrario de lo que pasa en otros campos, los problemas sociales no se resuelven aplicando fórmulas. Sin embargo, hasta ahora la estadística es la herramienta más confiable que tenemos para identificar tendencias, preferencias y comportamientos colectivos. La utilidad de los índices como herramienta de comparación y análisis En el […]
Ángulos y perspectivas: la imagen de México a través de los índices de corrupción y buen gobierno
La imagen de México ante el mundo es una construcción compleja que obliga a revisar múltiples temas y herramientas como índices, informes y encuestas. Podemos mostrar esta complejidad usando como ejemplo el tema de corrupción. ¿Somos corruptos los mexicanos? ¿Más que los brasileños o los españoles? ¿Qué tanto? Seleccionamos nueve instrumentos que miden la corrupción […]
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números
La legislación secundaria para las reformas política, de telecomunicaciones y energética concluyó el lunes 11 de agosto mediante la convocatoria de cada cámara a tres periodos extraordinarios que permitieran concluir con el paquete de reformas “que México necesita”. La manera en la que se discutió y aprobó esta reglamentación abre interrogantes sobre las prácticas parlamentarias […]
Delincuencia, violencia y migración en Centroamérica
En la última década, el aumento de la delincuencia y la violencia ha azotado a gran parte de Centroamérica. De igual forma, las migraciones desde muchos de los países de esa región hacia Estados Unidos se incrementaron. ¿Hay relación directa entre estos dos fenómenos? En Centroamérica, el crimen con violencia ha alcanzado niveles sin precedentes. […]
Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Los programas sociales son un instrumento que tienen los gobiernos para combatir la pobreza y atender distintos problemas que afectan las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables. Mediante la Iniciativa para el Fortalecimiento de la Institucionalidad de los Programas Sociales (IPRO)1 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y Transparencia Mexicana, […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (153.124)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (65.905)
...

Con toda la barba (48.013)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.519)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.616)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez