José Fernández Santillán,
Política, gobierno
y sociedad civil,
Fontamara, México, 2011.
El libro está dividido en dos grandes apartados: el pensamiento político clásico y el pensamiento político y social contemporáneo. Contiene, además, un largo preámbulo en el que el autor da cuenta de los grandes cambios ocurridos en las últimas décadas, como son los provocados por la caída del Muro de Berlín en 1989, la caída de las Torres Gemelas en 2001 y la caída de Wall Street en 2008. Hechos como estos causaron cambios de época de gran calado: el fin de la Guerra Fría y del conflicto entre los bloques capitalista y socialista, el surgimiento del terrorismo global y la debacle del modelo de libre mercado, entre otros. Estos hechos han supuesto un reto teórico e histórico para las disciplinas humanísticas. ¿Qué hacer frente a ellos?
Lo que sugiere Fernández Santillán es apoyarse en la tradición de la filosofía política tanto antigua como moderna. De esta forma, nos adentra en el pensamiento de autores como Santo Tomás de Aquino, Tomás Moro, Tommaso Campanella, Francis Bacon, Baruch Spinoza, Adam Smith, Herbert Spencer, Ludwig Gumplowicz y Gaetano Mosca.
Un asunto que vale la pena destacar aquí es el análisis dedicado a Adam Smith, quien normalmente es caracterizado como un pensador liberal duro y puro. Como se podrá apreciar en la lectura, Smith tuvo profundas preocupaciones sociales que lo hicieron señalar obstáculos para el progreso colectivo como los monopolios y las corporaciones. En este contexto, hay una aclaración sobre el famoso concepto de “la mano invisible”, que no se refiere al mercado sino a la manera en que los múltiples esfuerzos individuales se conjugan para provecho del bienestar general.
En la segunda parte, Fernández Santillán aborda el tema del multiculturalismo. Trae a colación las ideas de Brian Barry expuestas en el libro Culture and Equality. Se puede decir que, en realidad, el llamado multiculturalismo es un amasijo de corrientes que van desde el marxismo hasta el comunitarismo. Equivale, pues, a un conjunto bastante amorfo de argumentaciones que se han esgrimido para defender los llamados derechos comunitarios o derechos a la diferencia. Lo que Brian Berry destaca es que se trata de posiciones ultraconservadoras, antimodernas y antidemocráticas.
De los temas contenidos en la segunda parte, vale la pena poner de relieve algunos asuntos que tienen que ver con el Gobierno o con las políticas públicas, entre ellos la formación del capital social, una línea muy socorrida en la actualidad en materia de actividad gubernamental vinculada a la sociedad civil. Tras el agotamiento tanto del Estado interventor como del Estado mínimo (neoliberal), parecería que no hubiese más que de dos sopas: o el Estado o el mercado. No obstante, el capital social abre una tercera vía, en el sentido de que resalta la presencia de un tercer actor, precisamente: la sociedad civil.
Robert Putnam, uno de los grandes estudiosos del capital social, señala que la cohesión, la fortaleza del tejido social y la confianza entre las personas son claves para emprender acciones comunes que sostengan el desarrollo económico y las instituciones democráticas.
En estrecha vinculación con esta trama argumentativa, el libro aborda también la reivindicación de la justicia social, cosa que ya había hecho en su momento John Rawls (1971), y que hoy reivindica Amartya Sen, quien no solo habla de combatir la pobreza (eso hasta los conservadores lo pueden hacer), sino de combatir la desigualdad.
El libro concluye con un capítulo titulado “Política global”, que trata de responder a los problemas planteados en el preámbulo. Por ejemplo, en América Latina hay asuntos que debemos encarar con urgencia. Allí está el neopopulismo que —a diferencia del populismo clásico, registrado entre los años treinta y los años cincuenta, de corte paternalista— aparece con una fuerte carga tiránica. En efecto, el primer populismo se lanzó contra los regímenes oligárquicos, mientras que el segundo, simple y llanamente, ha destruido o trata de destruir cualquier signo democrático. Una cosa fue el cardenismo y otra muy distinta es el chavismo.
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Ivette Césares Navarrete es licenciada en Ciencias Políticas y Administración Pública por la UAEM. Actualmente cursa la maestría en Administración Pública y Gobierno en la misma universidad. Fue investigadora en el Instituto Electoral del Estado de México.