David Barba, Nacho Vidal. Confesiones de una estrella del porno,
3ª ed., Madrid: mŕ ediciones,
Col. Heterodoxia, 2004, pp. 392.
Pornografía en griego significa “representación de las prostitutas”; sin embargo, en la actualidad, la pornografía es difundida, aceptada, consumida y vista más allá del ámbito de la prostitución. Y en el top del porno más consumido está el casero, el hecho por personas de a pie que se sienten de lo más transgresoras grabando sus “jueguecitos”.
Reconozcámoslo, a pesar de tanto porno como se vende y se consume, aún nos escandaliza. El cuerpo humano siempre será motivo de escándalo. Quizás es por ello que un personaje como Nacho Vidal resulta tan enigmático, claro, aunque todos le conozcamos hasta los esfínteres.
David Barba, frustrado delincuente juvenil y ahora periodista español y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, en 2003 se puso a la tarea de escribir una biografía harto minuciosa de quien está reconocido como el actor porno más famoso, exitoso y productivo de la industria XXX; para lo cual se dedicó durante un año a seguirlo en sus correrías. Y vaya, dejando un poco de lado el morbo y las clases poco convencionales de anatomía, los descubrimientos son sorprendentes.*
Ignacio Jordà González tiene al día de hoy 39 años, y a pesar de su relativa juventud, ha filmado más de 1,500 películas y ha cogido con más de 2,500 mujeres; posee varias empresas, todas exitosas, que van desde restaurantes exclusivos, pasando por perfumes embotellados en la réplica de su falo, hasta claro, la venta de sí mismo: como cuerpo, como espectáculo, como sex symbol, como máquina de follar.
A pesar de su ignorancia (en la biografía declara que nunca le gustó estudiar y que detesta los libros —excepto cuando se enamora y le da por leer poesía, Neruda concretamente—) es un tío bastante avispado y honesto, con talento para los negocios y el trabajo (y no hablo sólo de “ese trabajo”).
Cuando uno lee este libro puede darse cuenta que Nacho es tan común y corriente como cualquiera, un sujeto sensible, amable y simpático, a quien le ha costado superar su dificultosa infancia y el recuerdo triste de su padre. Un chico que entre los 15 y los 21 años nunca supo que quería de la vida (¿cuántos no nos hemos visto en ésas?), sólo tenía en mente lo que casi todos —gracias a tanta publicidad y filosofías de infomerciales como nos meten en la cabeza desde que somos apenas unos preescolares—: que tener dinero y éxito son la fórmula de la vida.
Así que luego de sus excesivas experiencias con las drogas y las fiestas, se metió al retiro de la Legión de Melilla, donde pudo pensar con tranquilidad que a él lo que le iba bien era volverse millonario.
Para tal propósito el sujeto ha sido transportista, cadenero de discoteca, boxeador y pizzero, ¿pero cómo se supone que con estos oficios se ganen ingentes cantidades de dinero? Pues no, el 80% de la población sabe que esto no es posible. Sin embargo, a Nacho, el destino le tenía preparado un camino: le mostró que ciertos ejercicios digamos “calisténicos”, practicados con las herramientas que le dio la naturaleza lo llevarían a la riqueza.
Entonces, ¡descubrió el porno! La vida de Nacho, es algo así como el cuento de la Cenicienta pero con testículos, no se casó con ningún príncipe; a él, le tocó la suerte de conocer a la reina de reinas: la mercadotecnia de la carne. Y supo adaptarse.
He leído muchos comentarios acerca de lo bajo, humillante, violento y grosero que puede ser el sexo que Nacho Vidal vende, sobre todo para las mujeres (ahora que están tan en boga las cuestiones genéricas). Pero al leerlo, uno se percata de lo respetuoso y consciente que es, del intersticio que deja abierto para las mujeres, porque la mitad o más de la mitad de sus consumidoras son mujeres.
El Vidal dice que por más degenerado que parezca, a las mujeres siempre les gusta ser dominadas, pero al mismo tiempo tratadas con pasión y cariño. También asevera haber descubierto (y yo le creería, con tantas mujeres como ha tenido a su alcance) que las mujeres son tanto o más perversas que los hombres, así que la pregunta es, ¿en dónde está la ofensa para las mujeres? No que apoye este tipo de comportamiento, el punto es que en estas producciones también participan las mujeres, también ganan dinero, también ofrecen sus cuerpos y, en muchas ocasiones, al parecer, también lo disfrutan. (Uno de los datos más curiosos que se descubren, es que muchas actrices porno, ya retiradas, se dedican a la producción para seguir manteniendo su estilo de vida en el negocio que ya conocen.)
También cabe la posibilidad de que esta bestia genitálica sólo sea un personaje de sí mismo, un reflejo que refleja un reflejo que refleja un reflejo hasta la saciedad. Su personaje representándose hasta olvidar en dónde está el ser humano, pues como declara —por más paradójico que parezca en un negocio en el que se percibe la humanidad más bestial—, a pesar del éxito y la satisfacción, lo más difícil de todo es tener “contacto verdadero”, sentirse amado y amar (sí, Nachito es bien cursi).
El español transgrede todo lo que toca, es la antonomasia del exceso, del deseo, de la carne, del fluido, de la testosterona; la referencia de todo súpermacho y la fantasía de toda ninfómana. Y quién puede culparlo, quién puede condenarlo por ser un referente de nuestra época, quién acaso pude juzgarlo por aprovechar lo que el sueño capitalista le ha puesto a los pies.
¿O acaso culpamos, juzgamos y condenamos a los grandes magnates empresariales que también coleccionan abyectas cantidades de otros tantos aberrantes excesos?
Cabe agradecer también la pluma (sin albur) de David Barba, ligera, humorística, ácida, que pone el toque intelectual y certero; quien dijo que luego de este trabajo, jamás volvería a ver una peli porno, ¿será?
* * * * * *
I. Back to Evil
[…]
—La cultura norteamericana es totalmente diferente a la europea [dice Nacho]. Sexualmente, están tan reprimidos que explotan por donde pueden. Por ejemplo, metiéndose en una habitación y haciendo todo tipo de barbaridades. Claro que otras veces les da por entrar en una hamburguesería con un rifle de repetición y causar una masacre de adolescentes glotones. Pero es que casi todas las perversiones actuales han nacido allí…
[Dice Barba.] Cada minuto es violada una mujer en Estados Unidos. La violencia sexual afecta a más de 700,000 cada año en el único país industrializado que no ha ratificado la convención de la ONU sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer. Sin embargo, tiene una legislación muy estricta en lo que a cine porno se refiere. El FBI acostumbra pisar los talones a las productoras para evitar posibles desmanes: los federales pasan por alto que lo obsceno funciona a menudo como un excitante del deseo y éste como una vía de escape a la agresividad. Además, cada estado tiene su propio y detallado código de rodaje que indica qué es lo que se puede y no se puede mostrar en la pantalla. Al final, los menos permisivos, como Texas, son los que marcan la pauta. Porque las productoras no quieren arriesgarse a dejar de comercializar sus películas en ciertas regiones de la América profunda.
[Vuelve la voz de Nacho.] —Es una mierda de hipocresía. Puedes filmar una película donde salgan diez mil cadáveres llenos de gusanos, pero prueba a fingir una violación en una escena de sexo y acabarás en la cárcel. Si una actriz se mete más de cuatro dedos en el coño, te meten en la cárcel; si haces fist-fucking, te meten en la cárcel; no existe el sadomasoquismo; ni la zoofilia. No es que me guste el sexo con animales, me parece repugnante, ya que un animal no puede dar su consentimiento igual que una persona, pero sé que mucha gente lo compra y le gusta. De hecho son las películas más caras y las más vendidas; por algo será.
* Para conocer acerca de otros descubrimientos y otros trabajos de David Barba, puede ver esta entrevista, bastante buena http://vimeo.com/18088505