Los números, además de indicar cantidades1, a veces se refieren a aspectos culturales tan disímbolos como la premura: (al 1/4 para las 12), la pobreza (no tener ni 1/5; en España, ni 1/4), el reinicio (empezar de 0), la trampa (poner un 4), el entendimiento (caer el 20), la evidencia (como 2 y 2 son 4), la homosexualidad masculina (el 41) o la prontitud (en un 2 x 3).
Un numeral está en el origen de los artículos indeterminados un(a) y unos(as) —nótese esta singularidad plural— y también en el adjetivo compuesto alguno. Decenas de locuciones lo incluyen: uno que otro, no dar una… También es prefijo [un(i)]: unilateral, unánime. Existe además el pronombre indeterminado: uno(a) nunca sabe. Pero los guarismos que interesan aquí son aquellos que representan algo más que una cifra, es decir, que trascienden los asuntos aritméticos.2
Nadie usa ya camisas de varas, mucho menos de 11, pero todos entendemos hoy que ponérselas debió de resultar complicado. Se habla de 3/4 para poses en cuadros o fotografías y también al describir mangas. Aludimos a 2ª mano tanto para una capa de pintura como para objetos usados. Si deseamos subrayar el desacuerdo exclamamos: ¡qué justicia ni que 8/4!
Los dígitos son los números del 0 al 9, justo los que podemos contar de manera —literalmente— digital, es decir con los dedos. Todo va bien cuando uno “está al 100” (o al 1000), cuando “saca 10” o mantiene 36.5° de temperatura corporal.3 Hay palabras y locuciones que aluden a la edad: quinceañera, cincuentón, nonagenario; a fechas memorables (5 de mayo, 11/9), salubridad (cuarentena), periodos (los sesenta) o religión (novenario, misa de 7). En “de hoy en 8” añadimos un día a la semana. Un caso paronomástico (sonidos similares) es el de “un melón” en vez de un millón.4 Es de mala suerte el martes 13 (en otras culturas, el viernes) o sentarse a la mesa igual número de comensales, tal vez en referencia a La Última Cena.
Siglos atrás, los pesos y medidas se basaban en lo empírico (pies, onzas, codos, libras, palmos) y no en la abstracción que el sistema métrico decimal —con sus múltiplos— vendría a implantar. En carpintería, plomería y otros oficios en México se adoptó acríticamente la arcaica manera de medir de los estadounidenses, por ejemplo en pulgadas: tornillo de 3/8.5
Los monarcas se numeran a la romana, como Carlos V. En música se habla de dueto, cuarteto… ya instrumental, ya vocal. 2 (o 3) x 4 son compases musicales, musical también es la 8ª. En “la 5ª o la 9ª de Beethoven” los ordinales dan a entender que nos referimos a sinfonías; si los utilizáramos en masculino estaríamos hablando de conciertos. Es necesario saber algo de cine y de historia militar para comprender, por ejemplo: “El 7° arte hizo famoso al 7° de caballería”. El 007, en cambio, no necesita presentación.
Diezmo era el 10% que se pagaba al rey como impuesto o a la Iglesia como “donativo”; es el mismo porcentaje que los proveedores deben abonar en nuestro país a los funcionarios corruptos.6 Para un asalariado mexicano, la quincena no solo es un lapso en el calendario sino un ingreso periódico (en broma se presenta a la esposa como “la dueña de mis… quincenas”). En el terreno sexual se habla de hacer un trío (aunque también los hay que se limitan a cantar boleros) y del icónico —y nada despreciable— 69. En tiempos en que la virginidad era un imperativo, una chica soltera tenía que ser 5° (aunque a veces “salía con su domingo 7”). Hoy con frecuencia se oye decir en la calle *primer vez en lugar de primera vez.
En los deportes se puede hacer el 1-2 y existen cuartetas (antes tripletas) arbitrales, oncenas u onces (futbol) y quintetas (baloncesto). Como ocurre con otros deportes reinventados en Estados Unidos, en el beisbol, donde juegan novenas, parte del interés radica en las estadísticas; también en lances como doble/triple play, cuenta de 3 y 2; ir de 4,1; hit doble/triple; safe en 1ª; batear para 500; o el 1° y 10 en otro deporte. Para llevar la cuenta en el tenis, los británicos idearon una peculiar secuencia: 15-30-40.
Los afijos prim- y prin- (como en primer y principal) ya en latín formaban palabras para referir superioridad o anterioridad: primario, primeriza, primigenio, primordial, prioridad, primacía, primar, primicia, primitivo, primavera; príncipe, principiante, etcétera. Usamos otros ordinales: de 1ª (categoría; asiento en un avión); 2ª (mala calidad); 3ª (“la vencida”) y el 3er mundo; 4° (menguante; también pata de cuadrúpedo); el 5° (que nunca es malo, excepto cuando es patio), la 5ª columna; el 6° (sentido, pero también el mandamiento), la 8ª maravilla y la 10ª en métrica.
Quedarse de a 6 quiere decir descon- certado(a), seguir alguien en sus 13 es persistir; 20-20 se refiere a la capacidad visual, 30-30 al calibre de la carabina revolucionaria; 201, nuestro escuadrón aéreo en la 2ª Guerra Mundial; a la(s)(de) 3, indica el arranque de alguna actividad; un 4 ojos es un cegatón. A últimas fechas, 132 simboliza rebeldía. Algunos bienes como las flores y los huevos se compran por docena; al llamar “docena trágica” los dos sexenios transcurridos entre 1970 y 1982 se cita, con guiño, “La decena trágica”, episodio nefando de nuestra historia. Cuando se dice una 45, una 22 o una 38 no hay que especificar que se está hablando de pistolas.
Es artificial la frontera que divide humanidades y ciencias, letras y números. Estos también son palabras y en ocasiones nos ayudan a nombrar aquello que parecería escapársele al abecedario. ~
1 Sabemos que nos sirven para contar y medir tanto en el espacio como en el tiempo así como para pesar objetos y calcular volúmenes.
2 En otra entrega nos ocuparemos de sus parientes cercanas, las metáforas geométricas, como (no) hallar/encontrar la cuadratura al círculo, salirse por la tangente, estar en un triángulo amoroso o tener opiniones convergentes.
3 Quizá por consideraciones anatómicas los niños van al baño a hacer del 1 o del 2.
4 Al billete de mil pesos se le llama(ba) “milagro” (también, usando un término culinario, “milanesa”).
5 También les copiamos: ¡Vengan/dame esos 5!
6 Muy gráficamente se le conoce como “mochada”.
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Profesor de literatura francesa en la Facultad de Filosofía y Letras y de español superior en el CEPE de la UNAM, RICARDO ANCIRA (Mante, Tamaulipas, 1955) obtuvo un premio en el Concurso Internacional de Cuento Juan Rulfo 2001, que organiza Radio Francia Internacional, por el relato “…y Dios creó los USATM”.