®Joy Laville
En mandarín significa persona y , árbol. Es decir que un árbol es una persona, pero con ramas y raíces. En los primeros ideogramas chinos la escritura calcaba el significado; forma y fondo se relacionaban visualmente. Esto nunca ocurrió en español: en la palabra árbol la b no representa el tronco ni la a o la r las hojas. Semánticamente, sin embargo, todas las lenguas tienen en común el concepto de que los humanos y las plantas se asemejan.
Por ello, “está muy verde” el individuo que “no ha madurado”, igual que la fruta. Se puede ser mala hierba (la cual, reza el dicho, nunca muere) o flor de un día, como la de ciertas cactáceas. En la vida hay tiempos de secas o bien de vacas flacas (metáforas agrícola y ganadera), se cultivan amistades o el espíritu.1 Nuestro sistema conceptual ordinario, en términos del cual pensamos y actuamos, es de naturaleza metafórica. Esto quiere decir que comprendemos nuestras experiencias en función de objetos, en este caso vegetales, más que como nociones abstractas.2 Por ello, echar raíces significa establecerse y desarraigar, lo contrario. La raíz, entonces, no es exclusiva de los vegetales.3 En este apunte engarzamos dos metáforas conceptuales vecinas: “Las personas son plantas” (por eso hay jardines de niños)y “Las ideas son plantas” (tienen ramificaciones).
En la viña del Señor existen semilleros de talentos, se puede abonar/preparar el terreno (para una propuesta, un negocio), sembrar dudas/inquietudes, o labrarse un porvenir. Labrar y laborar, por cierto, son dos realizaciones del mismo verbo latino, labora–re, lo que ratifica, por si hiciera falta, que durante milenios el agrícola fue considerado el trabajo por antonomasia.
Al cuerpo humano se lo divide en nombres de vegetales o partes de ellos: tronco, palmas, plantas, la nuez (manzana de Adán), hinojos, el coco, alcornoque, la chirimoya. La tez puede ser aceitunada/apiñonada; los ojos, almendrados. Un grano es semilla en el campo pero también absceso en las personas. Las chicas o tienen cuerpo de uva o son espigadas como varitas de nardo; los tímidos “se ponen como tomates” cuando “les echan flores”. En México son “fresas” los clasemedieros conservadores y “mangos” las personas atractivas (buen ejemplo del eterno parangón entre sexualidad e ingestión: “me la comería a besos”). Como en otras culturas, los genitales, en lenguaje florido, son vegetales. En los varones: chile, camote, nabo (que, además, pueden “pelarse”, es decir, ser masturbados), leño. En las mujeres: melones, papaya (en varias zonas dialectales), chocho (en España), panocha (mazorca) entre nosotros. En náhuatl, ahuacatl significa a la vez aguacate y testículo. El origen común de las nociones de semilla y semen vuelve verosímil que el papá siembre al bebé en el vientre materno.
Somos, pues, como vegetales.4 Por ello de padre e hijo decimos que son de tal palo tal astilla.5 Cuando alguien, sobre todo un poderoso, pasa por un momento difícil algunos “hacen leña del árbol caído”. De un joven prometedor se dice que “tiene madera”. Es evidente que se injertaron árboles siglos antes que tejidos humanos, pero seguimos utilizando el mismo verbo; en el concepto de irrigación nos agrada confundir la sangre con la savia. Se puede ser suave como pétalo de rosa o fuerte como un roble. Alguien torpe, especialmente en los deportes, es un tronco. Los afortunados encuentran su media naranja; en caso contrario “los dejan plantados”. La anciana se marchita con la edad mientras que la joven “está fresca como una lechuga”. Alguien enérgico “no es una perita en dulce”.
En poesía ha sido lugar común comparar a las mujeres con flores.6 Así, los donjuanes, que tienen corazón de alcachofa, van de flor en flor. Son explicables, entonces, los nombres Rosa, Violeta o Lila (que al mismo tiempo son colores), Hortensia, Verónica, Dalia o Margarita. Esta última nos ayuda a dilucidar si se nos quiere o no, da nombre a un coctel y es un alimento inapropiado para los porcinos.
Otras actividades humanas se ligan con lo vegetal. Se implantan prácticas/políticas, florecen nuestras realizaciones7, sufrimos de plagas, se enarbolan banderas. Cuando una persona rechaza a otra “la manda a freír espárragos”, “le da calabazas” o “puras habas”. Hay quienes “no se andan por las ramas”, “son laureados” y “separan el trigo de la paja” aunque a veces “se metan en un berenjenal”. Los influyentes “andan/están en el ajo”. Algunos tienen trabajo de planta; otros son manzanas podridas que “se hacen guajes”; también hay chícharos (aprendices). No se le deben pedir peras al olmo, si bien Octavio Paz lo refutó magistralmente.
En el imaginario popular algunos vegetales carecen de valor, de ahí las exclamaciones “¡me importa un bledo/rábano/pepino/cacahuate/comino!” Por el contrario hay uno, el orégano, que se considera valioso. En otra entrega se enlistaron aquí varios apellidos en tres rubros: silvestres (Robles), agrícolas (Huerta) y de ornato (Rosas).
Parir chayotes es esforzarse; aventarse la papa caliente, rehuir (varios) un problema; sumar peras con manzanas, confundir. Se puede poner a alguien “como camote” o bien tener que tragarlo. Lo cierto es que hay que arrimarse a un buen árbol, porque algunos crecen torcidos. Otro refrán, entre cientos, expresa la fatalidad: Al que nace pa’ tamal, del cielo le caen las hojas.
Y sigue la mata dando… ~
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Profesor de literatura francesa en la Facultad de Filosofía y Letras y de español superior en el CEPE de la UNAM, RICARDO ANCIRA (Mante, Tamaulipas, 1955) obtuvo un premio en el Concurso Internacional de Cuento Juan Rulfo 2001, que organiza Radio Francia Internacional, por el relato “…y Dios creó los USAtm”.
1 En varios idiomas los conceptos de cultivo y cultura se expresan con la misma palabra.
2 George Lakoff y Mark Johnson, Metáforas de la vida cotidiana, Cátedra, Madrid, 2001.
3 La imagen se extiende a otros ámbitos (raíz de un problema, de un mal; se emplea también en matemáticas, gramática, al hablar de inmuebles, etcétera).
4 Recíprocamente, hay lechugas orejonas, dientes de ajo, sauces llorones…
5 Hijo de tigre, pintito si optamos por una metáfora animal.
6 En tanto que de rosa y azucena / se muestra la color en vuestro gesto… cantaba Garcilaso de la Vega en el siglo XVI, después (y antes) de tantos otros poetas o de la lírica popular: Perfume de gardenias / tiene tu boca. Por algo se habla de la flor de la edad.
7 “Las plantas florecen, no florean; los que florean (la reata) son los charros”, puntualiza con humor el biólogo José Sarukhán.
Querido Ricardo:
Tus apuntes siempre son muy divertidos e ilustrativos. Hoy aprendí (o recordé) que la reata sí florea. Saludos.