En muchas oficinas mexicanas al pan se le llama vino y al vino, pan. El eufemismo es la norma. Cuando un funcionario declara que habrá desabasto, homologación/ajuste de precios o desaceleración de la economía debemos entender que se vienen escasez, aumentos y crisis. Ahí está el detalle.
Un eufemismo, nos instruye el Diccionario, es la “manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”. Hay que reconocer, en efecto, que calificar como fraude una simple inconsistencia contable no solo sería emplear una palabra dura sino también malsonante. La suavidad y el decoro ante todo.1
Nuestros burócratas utilizan una jerga opaca. Todas las instancias de gobierno cuentan con caras coordinaciones de comunicación social (que ya existían en los años treinta del siglo pasado pero se llamaban oficinas de propaganda) encargadas de complicar lo simple y endulzar lo amargo.2 Los redactores de discursos e informes y los encargados de la “imagen pública” suelen ser jóvenes que, si bien estudiaron letras, comunicación o periodismo, tuvieron que adquirir, ya en la práctica, nuevas herramientas, es decir, términos imprescindibles: lineamientos, procedimental, seguimiento, diagrama de flujo, directrices, cronograma, mejoramiento. Se cree que un mensaje no es serio ni convincente si carece de palabras como parámetros, vinculación, transparentar, redundar o impactar.
Existe la cándida percepción de que basta cambiar las palabras para que la realidad se modifique.3 Por ello, la jerga burocrática es pudorosa: no se habla de burócratas (son servidores públicos) o impuestos (contribuciones), ni del salario de los legisladores (dieta), de despidos (“se aceptan renuncias”), expropiaciones (extinciones de dominio), desfalcos ni robos (enriquecimientos inexplicables, desvío de recursos). Los partidos políticos reciben prerrogativas, que en realidad es dinero de los contribuyentes. Por desregulación se entiende “corrección de un error”. En el habla de los políticos a menudo no significa sí y sí quiere decir no, como en “no subirá la gasolina” o “sí, se investigará hasta las últimas consecuencias”. Un candidato nunca pierde una elección; acepta, en el mejor de los casos, que “las cifras preliminares no [lo] favorecen”. Cuando se sorprende a un directivo con las manos en la masa, exige no politizar el asunto. Por interés público hay que entender “interés gubernamental”, o sea, “interés del gobernante”.
Apunta Celorio con agudeza que nuestros presidentes no llegan sino que “hacen su arribo”. Hay otras paráfrasis y locuciones similares: un ladrón no huye, “se da a la fuga”; los acontecimientos no ocurren, “tienen verificativo”; al morir “se pasa a mejor vida”; nadie es asesinado, “lo privan de la vida”, “le dan muerte” o “lo ajustician”;4 una ceremonia no empieza, “da inicio”. Cuando dos delegaciones diplomáticas comunican que “las negociaciones tuvieron lugar en un ambiente abierto y franco”, debemos entender que no solo abundaron gritos e insultos sino que poco faltó para que llegaran a las manos. También nos hemos acostumbrado a los idiotismos (“el de la voz” en lugar de yo/él o “su servidor” en vez de yo) y al inadecuado gerundio de posterioridad: “El ladrón ingresó a la casa apuñalando a la víctima en su recámara, muriendo tres días después”.
La policial es una jerigonza alfanumérica: “Aquí Apolo Beta 4 manteniéndome en un 10-28 ¿me copias?”. La alternativa sí/no se transforma en afirmativo/negativo;5 no existen los coches ni los camiones: son unidades. Los operativos antes se llamaban redadas. “Lo dejo a su criterio” significa “lo perdono si me da doscientos pesos”.
Tampoco las personas que dicen ser progresistas resisten la tentación de los eufemismos/cantinflismos; prefieren hablar de interrupción voluntaria del embarazo que de aborto y de muerte asistida en vez de eutanasia; democracia popular/directa en lugar de liderazgo unipersonal, movilización por acarreo. Hay sexoservidoras, no prostitutas; se pide diálogo cuando se desea monólogo; el vandalismo es libertad de manifestación. Se habla de retención de personas (de las FARC) o bien de impuestos revolucionarios (de la ETA) en vez de secuestros y extorsiones.
Un equipo de futbol no desciende a la Segunda División sino a la Primera División A. Ya no existen los amantes, solo las “parejas sentimentales”. México es el único país del mundo sin prisiones ni cárceles ni carceleros, aquí solo hay Ceresos y Ceferesos: centros (federales) de readaptación social [ni la burla perdonan] y custodios. Alex Grijelmo6 apunta como manipulaciones lingüísticas las expresiones crecimiento cero y crecimiento/incremento negativo, ya que se valen de la connotación positiva de los sustantivos para eclipsar los adjetivos; los significados reales, estancamiento y retroceso, quedan así amortiguados.
No habiendo otro asunto que ventilar, con los argumentos arriba esgrimidos se dan por concluidas las consideraciones que fueron motivo del presente escrito, el cual nos permitimos someter a su fina y valiosa consideración, quedando de usted… ~
1 En otro apunte abordamos varios eufemismos: trasero (nalgas), afroamericano (negro), invidente (ciego), tercera edad (vejez). Ahora bien, lo contrario, la incorrección política, corre el riesgo de caer en xenofobia, machismo, clasismo y otros extremos indeseables. El equilibrio entre ambas posturas evidentemente es muy frágil.
2 Destaca por su insolencia el eslogan cantado: “Corra a ponerse al día con su amiga la Tesorería”.
3 Los eufemismos, como es lógico, existen en todas las lenguas. Uno de los más creativos, en Francia, consiste en llamar técnicos en superficies a los barrenderos.
4 Un fenómeno nuevo es la candorosa adopción de la jerga delincuencial por parte de muchos reporteros: ejecución por asesinato, lugarteniente por pistolero, piñata refiriéndose a ahorcado, levantón por secuestro —que en “privación ilegal de la libertad” tiene otro tierno eufemismo—, y bloqueos por barricadas, etcétera.
5 Tampoco los tecnócratas dicen sí; prefieren la expresión “es correcto”, traducción literal de that’s right.
6 Alex Grijalmo, La seducción de las palabras, Santillana, México, 2002.
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Profesor de literatura francesa en la Facultad de Filosofía y Letras y de español superior en el CEPE de la UNAM, RICARDO ANCIRA (Mante, Tamaulipas, 1955) obtuvo un premio en el Concurso Internacional de Cuento Juan Rulfo 2001, que organiza Radio Francia Internacional, por el relato “…y Dios creó los USATM”.
[…] El diálogo y los consensos no siempre están presentes a la hora de legislar. Foto: tomada de “Este País“ […]
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