Para los arquitectos Estefanía Chávez de Ortega,
Xavier Cortés Rocha y Carlos Mijares Bracho.
Manuel González Serrano, Árbol y arquitectura, óleo sobre tela, s.f.
Sin albañiles la arquitectura sería una disciplina teórica. Sin términos arquitectónicos se empobrecería nuestro lenguaje conceptual.
Después de la alimentación, la principal preocupación de nuestros ancestros prehistóricos era encontrar refugio ante los peligros de la Naturaleza. Después construyeron albergues. Así se transitó de las cavernas a las chozas y luego a las edificaciones de piedra, ladrillo, concreto, hasta llegar a las residencias con roof garden y jacuzzi y a los rascacielos, de tan pretenciosa denominación.1
Entre las metáforas ontológicas, una de las más prolíficas involucra la noción de idea. Así, puede aludirse a comida (no digerir un comentario), objetos (herramientas metodológicas, afirmación filosa/aguda), minerales (veta/mina de información), dinero (ahorrarse explicaciones), vegetales (los frutos de un proyecto), guerra (atacar/defender un razonamiento). Nos interesa aquí una metáfora en particular: las ideas son construcciones, como en andamiaje metodológico, crítica constructiva o apuntalar un argumento.
La arquitectura es un arte habitable. Antes de comenzar una obra se hacen planos, materialización —sobre el papel apenas— de los evanescentes planes. El propio concepto construir es arquitectónico en el origen. Si alguien dice, por ejemplo, “la escuela está frente a una construcción”, se entiende que habla de un inmueble en obra; nadie pensaría que ahí se construyen coches o muebles. De una realidad concreta se pasó, pues, a expresiones abstractas, como en construcciones teóricas. Celosía es el caso contrario, el celoso espiaba sin ser visto, de ahí el elemento arquitectónico.
Hay expresiones sobre partes de un edificio: pura fachada significa mera apariencia. Los sótanos —por ejemplo del poder— connotan suciedad y oscuridad.2 El extremo opuesto, el desván, alude a objetos —en nuestro caso ideas— olvidadas o abandonadas. En una estructura piramidal la parte inferior es amplia y estrecha la superior, igual que nuestra estratificación socioeconómica.
Las paredes casi siempre tienen significado negativo, como vivir entre cuatro paredes, darse contra/topar con pared, subirse por las paredes, poner (a alguien) contra la pared/entre la espada y la pared. Según el diccionario —y los malos doblajes del inglés— un sándwich es un emparedado. Hablar de piso y techo nos sirve para establecer un rango, generalmente económico: techo de endeudamiento. Ahora bien, un edificio tiene varios techos (según el número de pisos con que cuente) pero una sola techumbre.3 Dependiendo también de si se ven por dentro o por fuera hay cúpulas y bóvedas. Las cúpulas, y su adjetivo cupular, se emplean asimismo para reuniones de alto nivel; las bóvedas más conocidas —aparte de las catalanas— son la celeste y las de banco.
La puerta, que por definición sirve para pasar de un espacio a otro, da lugar a locuciones que expresan oportunidad: la puerta hacia/a una vida mejor; aceptación: abrir la puerta [a algo]; y su contrario: cerrar la puerta en las narices; éxito: salir por la puerta grande4, o fracaso: salir por la puerta trasera/de servicio. Hablamos de ascensor/elevador como si nunca bajaran. Una ventana también puede ser de oportunidad; igual los nichos (de mercado, por ejemplo). Hay diversos tipos de ventanas, algunos con nombres muy expresivos: tragaluz y parteluz, ojo de buey, lucerna. Su función esencial es dejar entrar la luminosidad; el movimiento contrario es negativo: tirar algo (en especial dinero) por la ventana. Para significar despilfarro empleamos una expresión surrealista: echar la casa por la ventana.
Una casa es materia; un hogar, afecto5; la madre, siempre el pilar pero “todos somos arquitectos de nuestro propio destino”. La piedra de toque es el elemento que hace comprensible un asunto; la angular es el fundamento principal de algo. Una familia “se edifica”. Personas o instituciones pueden servir de puente/tender puentes entre dos posiciones encontradas. Subir un peldaño es progresar; ser (un) escalón, servir de impulso; oír pasos en la azotea, prever un peligro. Ladrillo a ladrillo implica paciencia; no dejar piedra sobre piedra, destrucción; luz al final del túnel, la cercana terminación de dificultades. Los visionarios están en su atalaya. El mexicanismo balconear tiene un equivalente textil: sacar (a alguien) los trapitos al sol. Se halla en obra negra todo trabajo inconcluso. Salir del clóset es declarar la homosexualidad propia.
Al parecer de la palabra francesa maçon (albañil) proviene el concepto y el término masonería ya que quienes construyeron los templos medievales vivían juntos por décadas, en una fraternidad. Aún es un oficio jerarquizado: se pasa de chalán a media cuchara, luego a cuchara hasta llegar a maestro de obras. De la albañilería son algunas expresiones: una de cal por las que van de arena, encerrarse a piedra y lodo (también a cal y canto).
Algunas edificaciones tienen significados adicionales. Torre de Babel connota incomunicación; Torres Gemelas, terrorismo para algunos, guerra santa para otros; en la de marfil se aísla el intelectual ensimismado. Ha habido muros vergonzosos (Berlín), místicos (de las Lamentaciones) y estéticos (soportes del muralismo); la muralla más célebre es la china. Las columnas arquitectónicas (y la ósea) denotan estructura y solidez, las periodísticas a veces no. Hay claustros de profesores, capillas gremiales y mentiras/verdades como catedrales.
Gracias a que un edificio se erige es posible metaforizar que se erige una nación. Lo malo es que la nuestra es de cimientos frágiles, de estilo churrigueresco y tiene demasiados recovecos y arcos ciegos. ~
1 Lamentablemente, millones de personas siguen como arquitectos de sus chozas.
2 También se usan otros elementos igualmente subterráneos, como las cañerías y las cloacas.
3 Tejado o azotea, según el tipo de construcción.
4 Término tomado de la tauromaquia.
5 Es un asunto de temperatura (hogar viene del latín focus: fuego), de ahí calor de hogar.
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Profesor de literatura francesa en la Facultad de Filosofía y Letras y de español superior en el CEPE de la UNAM, RICARDO ANCIRA (Mante, Tamaulipas, 1955) obtuvo un premio en el Concurso Internacional de Cuento Juan Rulfo 2001, que organiza Radio Francia Internacional, por el relato “…y Dios creó los USATM”.
Muchas gracias por la dedicatoria.
El artículo es una magnífica selección de términos relacionados por la arquitectura, el autor refleja su interés y cercanía por y con el tema y maneja el texto con mucho acierto.
Enhorabuena.
Xavier Cortés Rocha