Thursday, 14 November 2024
Artículos relacionados
Una noche como esta
Cultura | Este País | Teresa de Paz | 01.05.2013 | 1 Comentario

El calendario de los sueños, óleo sobre lino, 160x180, 2012.

(Cualquier asomo de parecido

con la realidad no es coincidencia.)

No eran nervios. Lo que casi me sobrepasaba era una tremenda excitación. Quizá lo recomendable en estos casos sea la cautela, mas yo estaba dispuesta en una noche como esta a todo lo contrario. Aquel restaurante no se sabía bien si era agobiante o acogedor. A mí esto me daba igual, ya me había sentado en un extremo de la mesa. Cuando terminó mi apresuramiento por acomodarme, reparé en la mujer que me contemplaba fijamente desde el cubierto de enfrente. De tanto aguantarle la mirada, su gesto se difuminaba, y mientras nos ocupábamos del primer plato pude apreciar que, según el tema de conversación, tan pronto tenía cara de niña sobre cuerpo de mujer como cara de mujer mayor en cuerpo aniñado. Cuando terminamos la ensalada me atreví a decírselo, y cuánto nos reímos cuando ella me contestó que le estaba pasando lo mismo conmigo. ¡Cómo desaprovechar este guiño! Decidimos vernos más veces, trazamos un plan: quedaríamos a cenar para ir anotando qué temas correspondían a cada cara.

Esta complicidad era el mejor comienzo. Una esperada alegría empezó a relajarme, aunque la cena estaba resultando demasiado expectante hacia mi persona, lo cual era fatigoso por el riesgo de ser yo misma más de la cuenta. No acepté ninguna bebida y contestaba a medias o con algún disparate a la curiosidad de todas. Ellas, ya desde el primer brindis, se reían demasiado, pero era comprensible: celebraban reunirse después de largo tiempo y, además, antes de que empezaran a consultar el menú, yo me había acercado por sorpresa a su mesa, diciéndoles: “Perdonad, ¿podría sentarme a cenar con vosotras? Es que estoy sola, os he visto, y me ha parecido que sois un grupo simpático”.

Fue en el segundo plato cuando aquel collar de la cabecera de mesa empezó a inquietarme, tanto que me hipnotizaba. Con cierto aturdimiento empecé a percibir como si alguien ausente quisiera mostrarse, pero quienquiera que fuese no se parecía en nada a la portadora del collar. ¡Ah! Por qué surgir ahora sin haber aparecido nunca desde entonces, por qué esta mujer me ha llevado a aquella niña interna para quien yo simplemente era el enlace con la calle: encargos de crema exquisita para el cuerpo, blocs de muchísimas hojas, goma Milán, la maravillosa, la rotunda, la siempre añorada.

Entusiasmada con la aparición, como si hablase sola en voz alta, me puse a relatar: “Sin ser amigas, aquella relación era extraña: ella confiaba en mí, y yo, sin más, cumplía. Hasta que un buen día llegó el encargo emocionante, más secreto que los otros secretos: debería ir a un convento cercano y comprar un cilicio de muslo. –¿Qué es eso? –Ya lo verás. Los hay para cintura y otras partes del cuerpo, pero yo lo quiero de muslo. –Bien. Iré. En la oscura estancia, la monja, como quien vende lazos o calcetines, me mostraba con sus manos pequeñas artilugios varios de malla metálica salpicada de pinchos, que se revolvían con un ruido muy concreto sobre el mostrador, hasta que le pedí por favor que me dijera cuál era el especial para muslos. Entonces lo escogió y me explicó despacio cómo se enganchaba y graduaba, según más penitencia o menos, aquella especie de pequeño cinturón. Aprendí mucho con este secreto. El curso siguiente, aquella chica rica, guapa, refinada, sacrificada, desapareció”.

La irrupción del cilicio en medio del menú fue algo exquisito. Interés unánime: ¿cómo son?, ¿cómo era el del muslo? Esperé durante un par de bromitas, y cuando muy seria, la de la cabecera repitió la segunda pregunta, le contesté: “como tu collar”. Cuatro segundos y soltó una gran carcajada, no tenía más remedio, pero yo sabía que era una carcajada solo gestual y salí corriendo de sus ojos a refugiarme en los de mi cómplice, ahora su cara mitad niña mitad mayor, guiñándome no sé bien qué ojo. Lo demás era silencio.

¿Cómo continuar? No podía traicionar la idea previa del inicio de la aventura, el deliberado plan de aparecer allí sin ser yo, y a ver adónde me llevaba. Pero ¿qué hacer ahora, cómo salvar esta tensión? ¿Levantarme riendo, soltar un billete, incluso invitarlas y largarme en plan loca que liga cenas? No. Me levanté, roja pero valiente. Pedí perdón a la cabecera y le aclaré que conocía a un diseñador de joyas muy famoso que se inspiraba en los cilicios. Más risa aún suscitaron mis palabras, y todas empezaron a decirme que había sido una gran idea haber aparecido de aquella manera a su mesa y que había sido muy valiente al enfrentarme a tantas mujeres. Yo sonreía dando las gracias y disculpándome. Ellas: que no que no. Yo: que sí que sí. Ellas: que no que no… Y entonces supe que había llegado el momento de decirlo: “Sabía que estabais aquí y me moría por conoceros”. ¡Dadme un abrazo! Soy la que firma “Yo-Yo” en el blog.  ~

 

——————————

Colaboradora frecuente de estas páginas, TERESA DE PAZ es licenciada en sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Fundó la Editorial Arnao en 1980. Ha publicado minificciones en revistas como Metamorfosis y El País Semanal.

 

Etiquetas: , ,

Una respuesta para “Una noche como esta
  1. Sebastián dice:

    Querida Teresa… mis nervios se acentuaron al leerte. Imaginar ese cilicio enroscado al cuello me dio pavor. Me gustó mucho la historia, gracias por todo. Un abrazos fraterno desde Argentina.

    BESOS

    Sebas

Dejar un comentario



Poemas
De mañana apareces Aun sin haberte ido en la noche las horas y el sol te acercan a mi pensamiento de amanecer mientras planea arropado por sueños todavía.   De mañana apareces como si al despertar tú mismo fueras la marea de ese mar que al subir alcanzase mi cuerpo.     Alameda  Aquel frío […]
LETRA MUERTA
Rituales: el acto sexual, el nacimiento, el recuerdo del nacimiento, la comida, la muerte. El primero parte del despojo de todo vestido y la lógica multitudinaria; el final de nuestras vidas, en cambio, está marcado por la reunión social y la organización de distintas producciones: la ceremonia, la locación y el vestido. Twiggy revolucionó el […]
Salvar, rescatar, fortalecer y revitalizar lenguas. Breve glosario del argot conservacionista
Según reportes de la UNESCO, cada 14 días una lengua del mundo muere o, mejor dicho, muere el último de sus hablantes. Ahora que, al menos en el discurso, la diversidad cultural y lingüística parece más valiosa que nunca, los intentos por preservar las lenguas del mundo son ya objetivos no solo de los lingüistas, […]
La caza: el nuevo puritanismo nórdico
    Vuelvo al asunto de la intentona prohibicionista de la pornografía en Islandia porque me parece que se halla en el epicentro de la deliberación de los derechos en las sociedades “civilizadas” del nuevo siglo: como retorno al puritanismo protestante en territorios que habían sido avanzada de la tolerancia, echa por la borda cualquier […]
Los escándalos de Obama
El clima de escándalo regresa a la presidencia de Washington. Durante su primera gestión, el gobierno de Barack Obama llamó la atención por la limpieza con la cual operaba. Los dos escándalos más grandes fueron el operativo Rápido y Furioso, y los subsidios multimillonarios para Solyndra, una empresa quebrada de energía solar; pero ninguno tuvo […]
Más leídos
Más comentados
Los grandes problemas actuales de México (152.749)
...

La economía mexicana del siglo xx: entre milagros y crisis (65.689)
...

Con toda la barba (47.635)
...

¿Por qué es un problema la lectura? (30.411)
Desarrollar el gusto por la lectura no es cuestión meramente de voluntad individual. El interés por los libros aparece sólo en ciertas circunstancias.

La distribución del ingreso en México (26.504)
...

Presunto culpable: ¿Por qué nuestro sistema de justicia condena inocentes de forma rutinaria?
Bas­tan­te han es­cri­to y di­cho ter­ce­ros so­bre Pre­sun­to cul­pa­ble....

Los grandes problemas actuales de México
Se dice que el país está sobrediagnosticado, pero en plenas campañas y ante...

I7P5N: la fórmula
Homenaje al ipn con motivo de su 75 aniversario, este ensayo es también una...

China – EUA. ¿Nuevo escenario bipolar?
No hace mucho que regresé de viaje del continente asiático, con el propósito...

La sofocracia y la política científica
Con el cambio de Gobierno, se han escuchado voces que proponen la creación...

1
Foro de Indicadores
Debates que concluyen antes de iniciarse
El proceso legislativo reciente y sus números

Eduardo Bohórquez y Javier Berain

Factofilia: Programas sociales y pobreza, ¿existe relación?
Eduardo Bohórquez y Paola Palacios

Migración de México a Estados Unidos, ¿un éxodo en reversa?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Donar no es deducir, donar es invertir. Las donaciones en el marco de la reforma fiscal
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Impuestos, gasto público y confianza, ¿una relación improbable?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Los titanes mundiales del petróleo y el gas
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La pobreza en perspectiva histórica ¿Veinte años no son nada?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

La firme marcha de la desigualdad
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia. 2015: hacia una nueva agenda global de desarrollo
Roberto Castellanos y Eduardo Bohórquez

¿Qué medimos en la lucha contra el hambre?
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Bicicletas, autos eléctricos y oficinas-hotel. El verdadero umbral del siglo XXI
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Parquímetros y franeleros: de cómo diez pesitos se convierten en tres mil millones de pesos
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Una radiografía de la desigualdad en México
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: Más allá de la partícula divina
Eduardo Bohórquez y Roberto Castellanos

Factofilia: El acento está en las ciudades. Algunos resultados de la base de datos ECCA 2012
Suhayla Bazbaz y Eduardo Bohórquez