No he de escribir sobre su labor excepcional como lingüista; tampoco de su trabajo docente ni de cuanto logró a su paso por las comisiones en las que participó, en la Asociación de Academias de la Lengua Española, la Asale, al redactar la Ortografía o la Nueva gramática de la lengua española. Quisiera recordar aquí, en cambio, lo que hizo en (y por) la Academia Mexicana de la Lengua.
Lo conocí hace ya muchos años, cuando los dos éramos profesores en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Luego, nuestro trato se hizo aún más frecuente en la Academia, desde el momento en que asumí la función de tesorero de nuestra institución, en tanto que él ocupaba el cargo de director. José G. Moreno de Alba fue electo para el puesto tras la renuncia de José Luis Martínez, quien lo tuvo durante veintidós años.
Dicha renuncia fue el fruto de una crisis interna. Lo decisivo en este caso, lo que deseo destacar, es que José G. Moreno de Alba supo restañar las heridas y puso a salvo a la institución gracias a un mecanismo jurídico del que carecía: la no reelección. Hasta aquel momento, el director de la Academia Mexicana de la Lengua era electo en forma vitalicia. Dejaba el cargo solo por renuncia o por muerte. La sucesión era en extremo difícil, por lo mismo, y el director podía eternizarse en el puesto. José G. Moreno de Alba planteó una reforma de nuestros estatutos por la cual todos los cargos de la Mesa Directiva fueron acotados a un periodo de cuatro años, con la posibilidad de ser reelectos por una sola vez. Así, asumió la dirección de la Academia a lo largo de los ocho años para los que se le eligió. Me honra haberlo sucedido en esa función.
Pero José G. Moreno de Alba hizo mucho más. En el curso de su gestión le dio cuerpo a dos de nuestras comisiones: la de Consultas y la de Lexicografía. Hasta ese momento, solo el secretario respondía las consultas recibidas en la Academia, que se hacían generalmente por medio de cartas, alguna vez por teléfono. Durante largos años, Manuel Alcalá, nuestro secretario, respondió por escrito las consultas recibidas. La institución las conservó. A la muerte de Manuel Alcalá, José Rogelio Álvarez sintetizó algunas respuestas que se publicaron, cada jueves, en Excélsior. El mecanismo, se comprende, era en buena medida artesanal. Hoy, por el contrario, la Comisión de Consultas está integrada por varios académicos, cuenta con el auxilio de lexicógrafos y gramáticos, la preside Gonzalo Celorio y así responde a las abundantes consultas que recibimos. Por si esto fuera poco, la Comisión da breves respuestas a consultas urgentes, agrupadas en el Español Inmediato (Espín). Esas respuestas se hallan a disposición del público y no solo en las manos de quien las haya hecho. Son gratuitas y se pueden consultar en nuestra página electrónica.
A su vez, la Comisión de Lexicografía, presidida por Concepción Company y en la que se integra un amplio cuerpo de lexicógrafos y gramáticos, ha realizado ya el Diccionario de mexicanismos (que tendrá una segunda edición, ampliada, el año próximo) y tiene en marcha un proyecto de importancia extrema, Cordiam, o sea, el Corpus Diacrónico y Diatópico del Español de América. Se trata de establecer el desarrollo de la lengua española desde 1493, porque es de ese año el primer texto del que se dispone, hasta 2010, y desde Chile y Argentina hasta México, Estados Unidos y el Caribe. Contamos con la colaboración de investigadores en todo el continente y los resultados están en línea. El proyecto es apoyado por Conacyt.
Así, pues, José G. Moreno de Alba, en su función de director, sentó las bases para que la Academia Mexicana de la Lengua realizara estas tareas. Me parece que es necesario subrayarlo, aquí y ahora, como un mínimo homenaje a su memoria. ~
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Poeta y filósofo, JAIME LABASTIDA (Los Mochis, 1939) ha sobresalido también en los campos del periodismo y la edición. Entre sus principales libros de poesía están Las cuatro estaciones (1981), por el que recibió el Premio Internacional de Poesía Ciudad de la Paz, y Animal de silencios (1996), que junto con La palabra enemiga (ensayo, 1996) le valió el Premio Xavier Villaurrutia. Ha recibido diversas distinciones, además de los premios Nacional de Periodismo y Jaime Sabines. Es miembro de El Colegio de Sinaloa, de la Academia Mexicana de la Lengua y de la Asociación Filosófica de México.